Durante el salón del automóvil que se celebra actualmente en Pekín, Porsche se marcó unos objetivos muy exigentes: en 2025, la mitad de sus ventas serán vehículos híbridos o eléctricos. El anuncio del grupo alemán, que prepara para el próximo año el lanzamiento del Mission E, su primer vehículo deportivo eléctrico, representa la prueba más elocuente de la decidida apuesta que están haciendo las marcas de automoción para subirse al tren del coche del futuro.
La sucesión de escándalos en torno a los motores diésel y sus emisiones nocivas, que ha derivado en una oleada de restricciones a su circulación en diversas ciudades, ha obligado a los principales fabricantes de coches a acelerar su adaptación a las nuevas tendencias de movilidad. "Si bien en la superficie las prohibiciones parecen duras, brindan a la industria la oportunidad de planificar la transición a los vehículos eléctricos", apunta en un informe reciente Joern Buss, socio de Oliver Wyman para la industria de automoción.
Sin embargo, hasta la fecha, la electrificación de vehículos entre las grandes marcas de Europa y Norteamérica se ha visto frenada por la baja demanda -motivada, en buena medida, por sus elevados precios-, las fuertes inversiones necesarias y su limitada rentabilidad. En ese contexto, el anuncio realizado esta misma semana por la compañía tecnológica Bosch de que ha logrado reducir las emisiones de óxido de nitrógeno (Nox) a una décima parte del límite legal, puede suponer un nuevo volantazo en la marcha del sector.
"Hay futuro para el diésel. Hoy queremos poner fin, de una vez por todas, al debate sobre la desaparición de la tecnología diésel", aseguró Volkmar Denner, consejero delegado de Bosch. Desde la industria de la automoción se habían alzado en los últimos tiempos distintas voces reclamando un trato normativo menos severo hacia los motores diésel, para que estos pudieran cumplir un papel relevante en el periodo de transición hasta la implantación del coche eléctrico.
Bosch ha anunciado unas mejoras que reducen las emisiones nocivas de los motores diésel por debajo de lo permitido
La mayor parte de las previsiones augura que los vehículos con batería no ocuparán un lugar relevante en las carreteras mundiales hasta dentro de varias décadas. "Se habla del 37% de las ventas en el año 2030 en la UE (PwC); del 35% en todo el mundo en 2040 (Bloomberg New Energy Finance) o para ese mismo año la Agencia Internacional de la Energía anticipa una cuota del 48%. Como se ve, todos estiman que los coches con tecnología eléctrica tendrán que convivir con aquellos que incorporen motores térmicos (diésel o gasolina) en las próximas décadas", corroboran desde la Anfac.
Con esa visión, la pérdida de atractivo del diésel era vista con inquietud por los fabricantes, ya que en buena medida estaba siendo suplida por un nuevo auge en las ventas de motores de gasolina, mucho más contaminantes en términos de dióxido de carbono, un elemento clave en el calentamiento global y que, por ello, también está sometido a una estricta regulación.
Pero ahora, el avance logrado por Bosch, que podría estar en el mercado en menos de dos años, abre la puerta a que los vehículos diésel mantengan un protagonismo elevado durante esta fase de transición e, incluso, amenaza con posponer la generalización de los coches eléctricos en las carreteras.
"Si la tecnología propuesta ofrece la bala de plata que espera Bosch, podría permitir a los fabricantes reequilibrar sus carteras para obtener la mayor eficiencia que necesitan en toda su flota, a partir de las eficiencias del diésel en lugar de la electrificación", apuntan los analistas de Fitch.
Desde la agencia consideran hay fuertes alicientes para la demanda de vehículos eléctricos, como son la calidad de la conducción, las mejoras continuas en costes y de rendimiento de las baterías, sus credenciales ecológicas, y el mayor respaldo político que recibe en varias regiones. Pero, "siguen existiendo limitaciones importantes para la adopción completa del vehículo eléctrico, incluido el coste adicional, la falta de infraestructura de carga y el tiempo necesario para recargar la batería, lo que genera un alto grado de incertidumbre con respecto al ritmo y al grado de adopción del vehículo eléctrico".
Teniendo en cuenta esto, concluyen que sea cual sea el camino hasta la implantación general del vehículo eléctrico, "el anuncio de Bosch, si la tecnología se prueba y se generaliza, conducirá a una adopción más lenta".
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