La manifestación central para conmemorar el Primero de Mayo, Día del Trabajo, en Madrid ha sido una de las más tibias de los últimos años. Los sindicatos convocantes CCOO y UGT cifran la asistencia en 50.000 personas --hablan de más de medio millón en las 70 ciudades españolas movilizadas--. Sin embargo asistentes a la marcha coincidían en el reducido número de manifestantes al tiempo que lo achacaban al puente del que han disfrutado muchos madrileños.
Y todo ello, pese a que en esta ocasión confluían en el tiempo, no solo las reivindicaciones de mejores condiciones laborales y el reparto de rentas entre empresas y trabajadores ahora que la economía vislumbra la salida de la crisis, sino también las masivas protestas de los jubilados y del movimiento feminista.
Los sindicatos CCOO y UGT , de hecho, se han propuesto capitanear estas movilizaciones sociales, y así lo han plasmado en el lema con el que ha transcurrido la manifestación: “Tiempo de ganar: Igualdad, mejor empleo, mayores salarios y pensiones dignas”.
De esta forma, los sindicatos tratan de sacudirse la imagen de un movimiento en horas bajas que ha perdido la calle ante el resurgir de otros focos de representatividad en torno a los jubilados y el movimiento feminista. Más aún, han tratado de mostrar en este Primero de Mayo su lado más cercano a la causa obrera, después de las críticas recibidas por su participación en la última gran manifestación en Cataluña de la mano de los independentistas.
Un Primero de Mayo contra ‘La Manada’
No obstante, los CCOO y UGT han cargado las tintas con el feminismo y desde primera hora de la mañana, los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, ofrecían una rueda de prensa antes de encabezar la manifestación portando sendos pañuelos morados, el color del movimiento feminista.
A partir de ahí, los sindicatos han teñido la manifestación, que año tras año se ha vestido del rojo de CCOO y UGT, con banderas y estandartes morados y pancartas en contra de la brecha salarial y la violencia de género.
Entre los asistentes, también han estado presentes muchas mujeres que en este día han buscado prendas moradas para sumarse a la marcha. Así es que, si bien la manifestación no ha sido tan masiva como otros años, sí ha sacado a la calle a muchas personas críticas con la sentencia dictada contra ‘La Manada’.
Es el caso de M.G. (siglas ficticias por petición expresa), jubilada y que nunca había acudido a la manifestación del Primero de Mayo, pero que este año ha querido venir “después de la sentencia”. “Estoy harta e indignada”, aseguraba.
El feminismo toma el protagonismo
Sin embargo, el gesto más claro de apoyo al feminismo ha tenido lugar en la Puerta del Sol. En lugar de iniciar la ronda de discursos con las palabras de los líderes sindicales de Mayo, han tomado la palabra la secretaría de Mujeres de CCOO-Madrid, Pilar Morales, y la secretaria de Políticas Sociales de UGT-Madrid, Ana Sánchez de la Coba.
Ambas han levantado los aplausos de los manifestantes al grito de “¡No es no! No es abuso, es violación!”, en referencia a la sentencia de ‘La Manada’.
Morales ha echado en cara la inacción del Ministerio de Interior y ha avanzado que los sindicatos van a recurrir la sentencia. “Chica, yo sí te creo”, ha zanjado. Por su parte, Sánchez de la Coba, que ha sido recibida a gritos de “No se ve, ¿dónde está la ministra de Igualdad?”, ha reclamado mayor presupuesto para políticas de igualdad y lucha contra la violencia de género.
Poco después, cuando han tomado la palabra los líderes confederales de los sindicatos, Álvarez ha indicado que "el 8 de marzo y la historia que han escrito hace unos días las mujeres de manera inmediata después de conocer la infame sentencia de 'La Manada' asegura que las mujeres no están dispuestas a continuar viviendo en una sociedad patriarcal que les niega sus derechos", a lo que ha añadido que este 1 de mayo es "morado, lila, violeta" y sirve para decir basta: "ni un acoso más ni en la empresa ni en la calle, ni un asesinato más".
La cara más sindical del Primero de Mayo
Al margen de las protestas feministas, la manifestación del Primero de Mayo no ha perdido su esencia de protesta del sindicalismo de clase. La consigna "Que viva la lucha de la clase obrera" ha vuelto a sonar un año más en las calles de Madrid, faltas, eso sí, del tono festivo y los cánticos de otros años, más allá de los entonados por las Juventudes Socialistas. Y es que muchos manifestantes coincidían en que la escasa presencia de jóvenes a lo largo de la marcha.
Sea como fuere, se han sucedido los carteles en los que se podía leer "PNV nos vende", "Abajo Cifuentes y abajo el PP" o "Pan y techo: Renta Básica para todos" y, en especial, multitud de lemas reclamando pensiones dignas y salarios justos: "Cobrar 600 euros sí que es violencia", rezaba un cartel.
Por ello, los sindicatos también han puesto en valor su cara más cercana al trabajador. Arropados por personalidades de la política como el líder de IU, Alberto Garzón, el diputado de Podemos, Íñigo Errejón,--que se han acercado a la cabecera de la manifestación--, el portavoz de pensiones de Ciudadanos, Sergio del Campo, y hasta el propio secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, los primeros espadas de CCOO y UGT han lanzado un mensaje claro: "O hay reparto o habrá conflicto".
Por la subida de los salarios
Unai Sordo (CCOO) y Pepe Álvarez (UGT) han advertido en sus discursos al cierre de la manifestación que los sindicatos impulsarán un proceso de movilizaciones crecientes si la patronal CEOE-Cepyme no cede y firma un pacto salarial que garantice el poder adquisitivo de los trabajadores y si el Gobierno no se aviene a desterrar la reforma de las pensiones de 2013, después de haberla "metido en el congelador" con el pacto con el PNV, en palabras de Sordo. "Ojo que se puede meter en el microondas dentro de un tiempo", ha advertido.
Finalmente, ni Sordo ni Álvarez han tenido que sufrir en sus carnes las críticas por la presencia de ambas centrales en las manifestaciones de Cataluña. En todo caso, Sordo se ha defendido de una supuesta campaña "para debilitar al movimiento sindical, como expresión del mundo del trabajo organizado, contrario al modelo de sociedad que el poder ha querido imponer durante la gestión de la crisis".
Por su parte, el líder de UGT solo se ha visto obligado a pasar por delante de una pancarta en la que se le acusaba de ser un "traidor" a España y a UGT.
Lo que queda por saber es si este Primero de Mayo hubiera sido diferente si CCOO y UGT no hubieran marchado antes por las calles de Barcelona. También si este tibio Primero de Mayo es el inicio de una secuencia de movilizaciones crecientes.
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