En España hay hoy más gasolineras que nunca. Son ya más de 11.000, tras incorporarse al negocio un millar de nuevas estaciones de servicio en apenas seis años. Y subiendo.
El sector crece por la aparición de nuevos competidores (las redes de los hipermercados, las marcas low cost, estaciones independientes…), que van ganando peso. Las grandes petroleras mantienen casi sin cambios el tamaño de sus redes, ya extensas, pero ahora con el crecimiento restringido por ley en algunas localizaciones. Repsol, Cepsa y BP se sitúan conjuntamente en el entorno de los 5.700 puntos de venta de manera estable desde hace años.
Las diferencias de precios entre esas más de 11.000 gasolineras repartidas por las carreteras españolas son evidentes… y crecientes. La disparidad de las tarifas que se cobran por llenar el depósito puede alcanzar entre un 15% y un 20% entre una estación y otra, según un reciente informe elaborado por la asociación de consumidores OCU, que confirma que la brecha se ha agrandado desde el anterior informe, realizado en 2012.
Elegir una gasolinera u otra puede salir caro a los conductores. El propietario de un vehículo tipo (con un consumo de 7 litros cada 100 kilómetros y que recorra con él 20.000 kilómetros al año) puede llegar a pagar 237 euros más si usa gasolina de 95 octanos o 330 euros más si es de gasolina 98 en función de la gasolinera que elija; y el sobrecoste puede alcanzar los 240 euros anuales en el caso de repostar diésel o hasta 274 si se trata de diésel mejorado.
Según dónde, según qué compañía
En los precios de los carburantes también hay dos Españas. Dos factores determinan de manera crucial que en unas provincias españolas sea más caro repostar que en otras. Por un lado, cómo se reparte el peso en el negocio en cada territorio entre las grandes redes (por lo general, con mayores precios de venta) y las gasolineras independientes o las marcas de bajo coste. Por otro, la cuantía de los impuestos al combustible que decide aplicar cada comunidad autónoma (en algunas 4,8 céntimos de euro por cada litro, en otras 0).
La combinación de ambos factores hace que entre las provincias con precios de combustible más caro figuren las cuatro gallegas (Lugo, Orense, Pontevedra y A Coruña), Baleares, Asturias, todas las de Castilla-La Mancha salvo Ciudad Real, Sevilla, Málaga y Girona. En el otro extremo, entre las provincias más baratas, se encuentran todas las de Castilla y León, La Rioja, así como Valencia, Huesca, Teruel y Badajoz [ver mapa].
Según el estudio de la OCU, con carácter general, los clientes acceden a mejores precios en las redes de gasolineras low cost como Ballenoil, Gas Express o Petroprix, y también en las cadenas de supermercados, entre las que destacan GMoil, Bon Área, Simply, E.Leclerc, Eroski, Alcampo y Esclatoil.
Entre las provincias más caros están las cuatro gallegas, Baleares, Asturias, las de Castilla-La Mancha salvo Ciudad Real o Sevilla
“Por el contrario, las marcas de las tres compañías más importantes que poseen refinerías en España y más estaciones de servicio en nuestro país [el grupo Repsol, con las redes de Repsol, Campsa y Petronor, así como Cepsa y BP] cuentan con los índices más altos y con muy escasas diferencias entre ellas en términos medios”, sostiene la organización de consumidores.
El diferente peso de un tipo u otro de gasolinera, subraya la OCU, es la razón fundamental que hace que Valencia o Badajoz se encuentren entre las provincias con carburante más barato, dada la menor presencia en ellas de las grandes compañías. Y teniendo en cuenta sólo este factor de reparto entre tipos de estaciones, Lleida, Almería o Murcia, con un amplio número de gasolineras independientes, también moderan las tarifas que pagan los conductores.
No obstante, fuentes del sector subrayan que las grandes petroleras han aceptado el órdago de sus rivales de bajo coste y los hipermercados, y llevan tiempo replicando la agresiva política comercial en algunas regiones. E incluso estarían ofreciendo en algunas de sus estaciones precios más baratos que sus competidores low cost e independientes.
Cuestión de impuestos
Actualmente, las comunidades autónomas tienen una libertad relativa para fijar la cuantía de impuestos especiales aplicados a la venta minorista de carburantes.
Están las que cobran el impuesto máximo permitido, de 4,8 céntimos de euro por litro: Andalucía, Baleares, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y Murcia. Están las que decidieron aplicar el impuesto pero con menores cuantías: Madrid (1,7 céntimos), Aragón (2,4 céntimos), Extremadura (3,8 céntimos) y Asturias (con 4 céntimos). Y un grupo de regiones decidió dejar el impuesto a cero: País Vasco, La Rioja, Cantabria, Navarra y Castilla y León.
Esta disparidad fiscal entre comunidades autónomas ha sido la causa principal que llevaba a que en unas provincias contaran siempre o casi siempre con gasolina y gasóleo más caros que en otras. Pero el Gobierno pretende reformar la fiscalidad de los carburantes e imponer a todas las regiones el cobro de la cuantía máxima de 4,8 céntimos de euro por litro.
Redibujar el mapa
El plan del Ejecutivo, incluido en el proyecto de Presupuestos Gneerales del Estado (PGE) que aún está por aprobar en las Cortes, es hacer desaparecer la parte autonómica como tal, que quedaría incluida en el tramo estatal especial, que pasaría del los 2,4 céntimos actuales hasta los 7,2 céntimos en toda España (con la excepción de Canarias, que cuenta con un régimen propio).
Si el proyecto de presupuestos finalmente es aprobado la reforma fiscal de los carburantes entraría en entraría en vigor el 1 de enero de 2019. De salir adelante el cambio normativo el mapa actual de las provincias con las gasolineras más baratas sufriría un vuelco.
En algunas regiones, las que ya aplican el tope actual, los precios se quedarían como están. Pero en las nueve autonomías restantes los precios de gasolinas y diésel sufrirían subidas inmediatas. Unos incrementos que serían 4,8 céntimos de un plumazo para los conductores de las cinco autonomías que decidieron dejar en cero el impuesto.
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