Las subidas de rating que la deuda española ha acumulado en los primeros meses de 2018 son un reclamo que no ha pasado desapercibido en los mercados internacionales. Una prueba palmaria de esto la ofrecen los inversores japoneses, que se han lanzado a la compra de bonos españoles al ritmo más elevado de los últimos trece años. Solo en el mes de marzo, adquirieron 282.100 millones de yenes (2.164 millones de euros) netos en títulos de deuda españoles, un nivel sin parangón desde octubre de 2005, según datos del Ministerio de Finanzas de Japón, consultados por Europa Press.
Aunque los inversores nipones acumulan ya nueve meses consecutivos de aumento de su exposición a la deuda española, los registros de marzo representan un salto cualitativo frente a los meses anteriores, multiplicando por cinco las compras netas realizadas en febrero y en casi siete las de marzo de 2017. No es para nada casual que este mayor apetito por los bonos españoles coincidiera con la decisión de de Fitch y S&P de elevar la calificación que otorgan a España a niveles de A-, su cota más alta desde 2012.
En Asia, y en especial en el mercado japonés, son habituales los fondos que gestionan la inversión en deuda en base a parámetros de calidad muy estrictos, que impiden en muchos casos tomar posiciones en títulos que no alcancen una calificación A por al menos dos de las principales agencias. Teniendo en cuenta esto, varias firmas como Credit Suisse Gestión venían pronosticando antes de confirmarse la decisión de S&P que, de producirse, abriría la puerta a una fuerte entrada de inversores asiáticos en bonos españoles, cambiándolos por otros títulos de menor rentabilidad.
La tenencia de deuda española en manos de inversores extranjeros se sitúa en cotas récord
A este respecto, cabe señalar que el incremento general que experimentó la inversión japonesa en bonos en euros, 901.800 millones de yenes (6.926 millones de euros) fue inferior al aumento en títulos españoles, y que en los bonos de países como Francia o Italia el saldo neto fue negativo.
El creciente apetito de los inversores internacionales por la deuda española ha sido -más allá del preponderante papel del Banco Central Europeo (BCE)- uno de los pilares fundamentales del buen desempeño de éstos en los mercados a lo largo de 2018. Los bonos y obligaciones del Estado en manos de inversores extranjeros alcanzaron a cierre del mes de febrero, último dato disponible, los 342.448 millones de euros, una cifra récord, que representa un incremento del 11% frente al mismo mes del año anterior. El propio Tesoro ha tratado de fomentar esta mayor presencia de inversores extranjeros mediante sucesivas emisiones de bonos sindicados, que por su metodología de colocación suelen tener un mayor alcance internacional.
Con este respaldo, la deuda española se ha significado en 2018 como una de las que mejor comportamiento ha mostrado en los mercados europeos. La rentabilidad de los bonos españoles a 10 años ha registrado una caída de 26 puntos básicos, frente a los seis puntos que se ha reducido en los italianos y el aumento que han experimentado los tipos de los bonos de Francia o Alemania. Esto ha permitido que la prima de riesgo española se haya estrechado por debajo de los 80 puntos básicos, cerca de sus niveles más bajos desde 2010.
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