Cualquiera que haya acudido recientemente a una gasolinera lo habrá comprobado en el acto. El repunte de los precios de la energía ha dejado ya su huella en el bolsillo de los españoles: la gasolina acumula siete semanas consecutivas al alza, se ha encarecido alrededor de un 12% en un año, y se mueve ya por encima de los 1,30 euros, por primera vez desde el verano de 2015.
La escalada desenfrenada que viene registrando el petróleo en los mercados es vista como una de las principales amenazas para la economía española en el medio plazo. Así lo reflejaba el Gobierno en la actualización del Programa de Estabilidad recientemente remitido a la Comisión Europea. "España, como país netamente importador se vería afectado por un shock sobre los precios del petróleo por dos vías: los costes de producción y el saldo de la balanza corriente", señala dicho documento.
La dependencia de España de las importaciones de petróleo es incuestionable. El país importó en 2017 la cifra récord de 65.843 millones de toneladas de crudo, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), el equivalente a algo más de 478.000 barriles de petróleo. A un precio medio de 47,9 euros por barril, esto representa una factura de 22.896.200 millones de euros, casi un 2% del PIB nacional. Y los datos apuntan a que 2018 podría cerrarse con un nuevo récord de importaciones de petróleo, dado que en el primer trimestre esta cifra se elevó un 3,9%.
Es por eso que la fuerte caída de los precios del crudo registrada desde el verano de 2014 ha sido uno de los principales puntales de la recuperación económica española en los últimos años. Y es también por eso que resulta lógico que desde el Ejecutivo nacional se observen con especial atención los movimientos en torno al petróleo.
Cualquier encarecimiento de los precios de la energía impacta directamente sobre la economía española al limitar la capacidad de consumo de familias y empresas -que tendrían que destinar una parte más elevada de sus rentas al gasto en energía- y, de forma más indirecta, a través de un probable incremento de la inflación que podría dar como resultado mayores costes de la deuda.
El Gobierno español trabaja desde hace tiempo, como la mayor parte de los organismos económicos y firmas de análisis internacionales, con la idea de que los precios del crudo se encarecerán en 2018. Según el escenario base planteado en el Plan de Estabilidad, la cotización del barril de Brent alcanzará en el presente ejercicio un precio medio de 67,5 dólares, casi un 25% más que el año anterior.
Economía confiaba en que el alza del petróleo se viera compensada por una apreciación del euro que no se ha producido
Pero lo cierto es que la escalada registrada por el petróleo en los últimos meses amenaza con dejar en papel mojado las previsiones del Ministerio de Economía que dirige Román Escolano. El precio del Brent alcanzó este jueves los 80 dólares por primera vez desde 2014 y acumula ya una revalorización próxima al 20% en el Ejercicio. La expectativa de nuevas sanciones comerciales por parte de Estados Unidos a Irán ha dado un nuevo impulso a la cotización del petróleo, ya espoleada por las restricciones de oferta impulsadas por los países de la OPEP y Rusia.
Ante esta eventualidad, el Gobierno ya planteaba en el Plan de Estabilidad un escenario alternativo en el que el precio medio del crudo se situaba en 2018 en los 75 dólares y alcanzaba los 82 dólares tanto en 2020 como en 2021. En este contexto, el encarecimiento de la energía restaría un 3,8% de crecimiento al PIB nacional a lo largo de los cuatro años, el déficit público aumentaría hasta en 2 puntos sobre el PIB y la deuda registraría un repunte de hasta 6,6 puntos, respecto al escenario base.
En la visión del Ejecutivo, la inquietud generada por este escenario queda matizada por la confianza en que cualquier escalada de los precios del petróleo en dólares iría acompañada de una revalorización del euro que limitaría su efecto real sobre la economía española. Sin embargo, hasta la fecha, este escenario está lejos de producirse: el euro acumula una caía del 5,6% desde inicios de febrero y se sitúa por debajo de los 1,18 dólares, en mínimos desde el pasado diciembre. El proceso de subidas de tipos en Estados Unidos unido a las escasas expectativas de que el Banco Central Europeo (BCE) pueda elevar sus tasas en un horizonte cercano han motivado que la moneda comunitaria se desinfle en los mercados.
De este modo, el precio actual del barril de Brent, traducido en euros, alcanza ya los 67,81, un precio que no solo pulveriza el escenario base del Gobierno -representa un 24% más que los 55 euros planteados en el plan gubernamental-, sino que también supera hasta en un 11% los 61 dólares del escenario adverso, lo que podría convertirse en un serio obstáculo para el cumplimiento del presupuesto del Estado.
Si el precio actual se consolidara como precio medio y a idéntico nivel de importación de crudo del año anterior, la factura se elevaría en más de 9.500 millones de euros, alrededor de un 8% del PIB en solo un año. Un impacto similar, de unos 9.000 millones, contemplan en CaixaBank Research si los precios medios del crudo en el año acabaran rondando los 80 dólares por barril.
¿Un repunte temporal?
En cualquier caso, España puede confiar en que el repunte de los precios del petróleo responde a factores temporales que se disiparán con el paso del tiempo. Así lo vienen sosteniendo desde hace tiempo diversas casas de análisis. La confianza en que la industria del shale oil podrá compensar cualquier recorte de producción por parte de los productores convencionales ha sido el principal argumento para estas previsiones.
Pero cada vez son más los analistas que ponen en cuestión esta idea: "El shale estadounidense no puede resolver los problemas actuales de suministro de petróleo", observar en Goldman Sachs, donde apuntan que es poco probable que la OPEP intente compensar una hipotética reducción de la oferta por parte de Irán y advierten de que "la erosión en la producción de petróleo de Venezuela y Angola se está acelerando al mismo tiempo que el crecimiento de los Estados Unidos se estanca". Con estos elementos y ante la fortaleza de la demanda, el banco estadounidense sugiere que los precios del crudo podrían alcanzar hasta los 98 dólares -aunque ve probable que los precios a largo plazo se muevan entre los 60 y los 70 dólares por barril.
Goldman y Morgan Stanley creen que el petróleo puede alcanzar los 90 dólares a corto o medio plazo
Las dudas se ciernen ahora sobre la capacidad del shale oil para seguir incrementando su producción a corto plazo. "Existen algunas preocupaciones de que ciertos acontecimientos podrían desencadenar una desaceleración en el crecimiento. Los altos costes laborales -debido a la falta de personal capacitado-, así como los problemas de infraestructura, pueden limitar el margen para mayores aumentos de la oferta en los próximos trimestres", explican los analistas de ABN Amro, que ven posibles subidas adicionales de los precios en el corto plazo y auguran precios medios en torno a 80 dólares hasta, al menos, mediados de 2019.
Y por el lado de la oferta también hay razones para esperar un empuje al alza de los precios. Así, al menos, lo consideran los analistas de Morgan Stanley, que auguran que el precio se dirige hacia un precio medio del petróleo de 90 dólares por barril en 2020, debido a la expectativa de una creciente demanda de destilados por parte del transporte aéreo y marítimo.
Lo certeros que resulten estos pronósticos solo podrá comprobarse con el tiempo, pero todo parece indicar, como observan desde Goldman Sachs, que "el telón de fondo actual para el petróleo es ahora más alcista de lo que esperábamos, ya que la fuerte demanda ahora encara decepciones en la oferta". Y de esa situación pocas noticias positivas puede esperar la economía española.
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