En los despachos de BBVA, la decisión adoptada este miércoles por el Banco Central de Turquía de elevar los tipos de interés tres puntos porcentuales, hasta el 16,5% debió recibirse con claras muestras de alivio. En una jornada marcada por la dramática caída de la lira, que llegó a ceder más de un 5% de su valor frente al euro, el sorprendente endurecimiento de las condiciones monetarias en el país logró revertir el desplome y tornarlo en alzas superiores al 3%.
Para la entidad que preside Francisco González, vivir pendiente de los avatares de la moneda turca se ha convertido en un ejercicio constante en los últimos años. Desde que realizó su apuesta por Turquía, con la entrada en el capital de Garanti en 2011 -con una participación ampliada en 2015 y 2017-, éste se ha convertido en uno de los principales mercados del banco, que generó allí un 12,3% de sus beneficios en el primer trimestre del presente ejercicio. Por eso, la caída superior al 50% que acumula la moneda turca desde inicios de 2015 se ha convertido en uno de los grandes obstáculos a los que se enfrenta la entidad en los últimos tiempos.
El elevado déficit externo del país, una inflación disparada y la creciente tensión política en el país son, a grandes rasgos, las razones que justifican el continuado tropiezo de la moneda turca. Y la gravedad de la situación se ha exacerbado en las últimas semanas, a medida que la subida de los tipos de la deuda en Estados Unidos y el fortalecimiento del dólar, configuran un escenario poco propicio para los mercados emergentes, al favorecer la huida de dinero hacia activos norteamericanos.
Desde el inicio del segundo trimestre, la lira turca ha perdido más de un 10% de su valor
Solo en las ocho semanas transcurridas desde el inicio del segundo trimestre de 2018, y a pesar del respaldo recibido este miércoles por parte del banco central, la lira turca ha sufrido un retroceso del 10% frente al euro. Para BBVA, en la práctica, esto significa que sus ingresos en el país valen hoy un 10% menos que a cierre de marzo.
Los analistas auguran que el banco español generará en 2018 unos beneficios de 5.146 millones de euros, según datos de Facset, de los que 1.304 millones ya se los embolsó en los primeros tres meses. De los 3.806 millones restantes, asumiendo para todo el año una distribución de las ganancias similar a la del primer trimestre, cerca de 470 millones deberían provenir de Turquía. Pero las pérdidas que arrastra ya la divisa turca en el trimestre significarían una merma ligeramente inferior a los 50 millones de euros de esos beneficios.
Esta situación ha sido clave en el mal tono reciente del banco en bolsa, a pesar de que el mercado había recibido con muy buen tono los resultados del primer trimestre. En las últimas ocho sesiones, BBVA ha sufrido un retroceso del 5,7%, que le sitúa junto a Bankia como el peor banco del año en el Ibex.
Efecto en Latinoamérica
Pero no se puede culpar únicamente a Turquía de las dudas recientes del mercado hacia BBVA y que también tienen su correlato en Santander. La situación actual del mercado está teniendo un efecto arrastre en la práctica totalidad de las divisas emergentes, afectando a algunos de los principales mercados de los mayores bancos de España. Particularmente llamativa ha sido la crisis de Argentina, cuya moneda ha perdido un 15% de su valor en las últimas ocho semanas, pero también el real brasileño y el peso mexicano han sufrido, en mayor o menor medida, pérdidas de valor frente al euro.
Haciendo el mismo ejercicio que con la lira turca para estas monedas tanto en el caso de BBVA como de Santander, ambas entidades sufrirían un deterioro de sus beneficios esperados en los nueve últimos meses de 2018 superior a los 100 millones de euros cada una, lo que significa que en solo ocho semanas el movimiento de las divisas se comería alrededor de un 1,9 y un 1,7%, respectivamente, de los beneficios estimados para ambos bancos en el resto del año.
Para Santander, la principal preocupación viene de la caída del real brasileño, que ha perdido un 30% desde inicios de 2015
Si la situación de Turquía resulta especialmente preocupante para BBVA tampoco sale indemne de los movimientos del peso mexicano. Y eso que la moneda de México es una de las que mejor está resistiendo la coyuntura, favorecida por su estrecha vinculación con Estados Unidos -la fortaleza económica estadounidense suele apoyar el buen tono de la economía mexicana- y solo ha restado un 3% frente al euro en las últimas ocho semanas. Pero dada la relevancia que tiene este mercado en el balance de la entidad que preside Francisco González, su impacto neto en las cuentas sería muy similar al del desplome de la lira, recortando cerca de 40 millones de euros.
Por su parte, para Santander, el principal facto de preocupación se localiza en Brasil y la pérdida del 4% que arrastra el real en las últimas ocho semanas, y que agudiza una depreciación que se amplía por encima del 30% desde inicios de 2015. El banco que preside Ana Botín podría ver reducirse sus ganancias en este mercado en más de 60 millones de euros en el resto de 2018 si se consolidan los niveles actuales de la moneda.
Con esta situación pesando en la mente de los inversores, los títulos de Santander han sufrido un retroceso superior al 6% en las últimas ocho jornadas y se sitúan en sus niveles más bajos en los últimos catorce meses, lo que ha provocado, entre otras cosas, que el banco vuelva a ceder el primer puesto por capitalización de la bolsa española en favor de Inditex.
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