Dimas Gimeno tiene los días contados como presidente de El Corte Inglés. Y probablemente como miembro del consejo de administración. El heredero del trono de Isidoro Álvarez será destituido en la primera quincena de junio. La decisión cuenta ya con el respaldo de la mayoría de los miembros del órgano ejecutivo y sólo se evitará si el propio Gimeno presenta su dimisión. Pero los principales accionistas darán un paso más en el caso de que persistan las hostilidades y le arrebatarán su sillón de consejero.
El gigante español de la distribución sufre desde hace meses una batalla inédita por el control. La andanada, iniciada por Dimas Gimeno, está causando un daño reputacional imperdonable a juicio de varios consejeros. Tanto es así que sus equipos jurídicos han diseccionado los estatutos de la empresa para rastrear las soluciones que tienen a su alcance. El todavía presidente no sólo tiene de frente a los consejeros con más peso en el capital: las hijas de Isidoro Álvarez, que controlan IASA (dueña del 22,18% de El Corte Inglés) y el veterano Florencio Lasaga, presidente de la Fundación Areces, que posee el 39% de las acciones. Gimeno también cuenta con la oposición del ala directiva, liderada por los dos consejeros delegados de la compañía, Víctor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa.
Fuentes próximas al consejo admiten que tantos los accionistas como la cúpula directiva tienen más que analizados los escenarios que afronta Dimas Gimeno. Y las distintas facciones están alineadas frente al presidente. Todas las posibilidades caben en un corto periodo: el que va desde la reunión extraordinaria del consejo -que abordará el cese-, a la junta general ordinaria de accionistas -que tratará, si se da el caso, su salida del consejo-. El primer hito se producirá a lo largo de la primera quincena de junio; y el segundo, el próximo 26 de agosto.
Cualquier decisión que se adopte estará fundamentada en los estatutos de la sociedad. Empezando por la celebración del consejo extraordinario, a la que se opone Gimeno en un intento de huir hacia delante. El pasado 4 de mayo, el secretario general, Antonio Hernández-Gil, le comunicó verbalmente que cuatro consejeros le exigían que convocara esa reunión extraordinaria para tratar su destitución.
Hace tiempo que los principales accionistas y los dos consejeros delegados consideran que Gimeno se ha extralimitado en sus funciones. Casi desde que la empresa decidió convertirlo en un presidente meramente institucional. Eso ocurrió en 2015, poco después de la entrada de Qatar en el capital, cuando depósito todo el poder ejecutivo en Pozo y Nuño de la Rosa. "El deber de lealtad obliga a los consejeros a no ejercitar sus facultades con fines distintos de aquellos para los que le han sido concedidas", señala el artículo 37 de los estatutos. El mismo deber fuerza a "adoptar las medidas necesarias para evitar incurrir en situaciones en las que sus intereses puedan entrar en conflicto con el interés social y con sus deberes para con la sociedad".
Fuentes cercanas al consejo recuerdan que Gimeno ha ido por libre, desoyendo "al sentido común" y -lo peor- a lo redactado en los estatutos. "No ha asumido aún que los dueños quieren prescindir de él", aseguran. A nadie se le escapa que el presidente ha ido reforzando progresivamente su presencia pública. Su actitud llamaba la atención dentro y fuera de El Corte Inglés, una compañía que por tradición nunca ha dado cancha pública a sus líderes. La gota que colmó el vaso fueron los duros ataques de Gimeno -por su cuenta y riesgo- contra Amazon y otros rivales digitales, algunos de los cuales podrían ser potenciales aliados de El Corte Inglés en el futuro.
Esta deriva ha motivado la solicitud del consejo extraordinario, que es inminente e inevitable. "Los administradores que constituyan al menos un tercio de los miembros del consejo podrán convocarlo (...) si, previa petición al presidente, éste sin causa justificada no hubiera hecho la convocatoria en el plazo de un mes", precisan los estatutos. En este caso, vuelven a estar de lado de quienes han plantado cara a Dimas Gimeno, todos los cuales suman en torno al 70% del capital de El Corte Inglés.
El respaldo legal es idéntico a la hora de abordar una hipotética expulsión del consejo. Una vez apartado de la presidencia, el consejo quedará a la espera de comprobar los pasos que da Gimeno. Puede optar por mantener su sillón de consejero y negociar la venta de las acciones de su familia, que ascienden al 7% entre las participaciones directa (2,8%) e indirecta (31% de IASA). La salida del capital se antoja complicada, por la caída de la valoración que ha sufrido El Corte Inglés en línea con el resto del sector. Obviamente, dependerá del precio que Gimeno y su familia estén dispuestos a aceptar por su porción del capital.
Esas dificultades, y la humillación de verse apartado de la presidencia, pueden llevar a Gimeno a plantear una batalla judicial contra el consejo. Los estatutos del grupo dejan claro que "los consejeros desempeñarán su cargo con la lealtad de un fiel representante". Cualquier acción hostil por parte del ex presidente será interpretada por la mayoría del consejo como un desafío, por lo que activarán el escenario más drástico.
Para expulsar a un miembro se necesita que el consejo lo solicite a la Junta General de accionistas. "Los miembros del consejo podrán ser destituidos en cualquier momento por acuerdo tomado por la Junta General, aun cuando la separación no conste en el orden del día", indica el artículo 41 de los estatutos.
En el caso de que el consejo decida romper totalmente con Gimeno, el tiempo correrá a su favor. No necesitarían convocar una reunión extraordinaria de la junta, puesto que a la vuelta de la esquina está la cita ordinaria. En concreto, la Junta General se reunirá, como cada año, el último domingo de agosto. Ese día (26) podría ser el último de Gimeno en el consejo.
Ya hay un precedente, motivado por circunstancias similares. El 30 de agosto de 2015, la Junta General aprobó la expulsión de Carlota Areces. Se opuso a la entrada de Qatar en el accionariado. Ni sus métodos ni sus declaraciones gustaron al máximo órgano de gestión, que había trabajado contra viento y marea para lograr una inyección millonaria de capital, que daba oxígeno al grupo en un momento crítico.
En apenas dos meses, los dueños y la plantilla de El Corte Inglés conocerán si Gimeno corre la misma suerte que la sobrina del fundador de la casa.
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