Fue por una avería en el edificio de al lado. Los técnicos de Endesa cortaron la luz de toda la zona para poder arreglarla. El hotel conectó un generador para seguir teniendo electricidad. Pero ese generador independiente sufrió una sobrecarga y acabó en llamas. Bomberos, policía… Era principios de septiembre, aún temporada alta en Lloret de Mar, en plena Costa Brava, así que el hotel estaba casi lleno. Decenas de clientes fueron desalojados por el incendio y acabaron en la calle. El lío era mayúsculo.
Las eléctricas detectaron el año pasado más de 200.000 fraudes en sus redes
La compañía eléctrica ya había cortado de manera definitiva el suministro de luz a ese hotel unos meses antes por impago. Pero seguía teniendo suministro. Fue entonces cuando los operarios de la empresa se percataron de que el hotel había realizado un enganche ilegal a la red eléctrica. Tenía luz, sí, pero sin pagar por ella. En los días siguientes, empleados de la eléctrica realizaron inspecciones en otros establecimientos de la misma compañía hotelera en Lloret de Mar. Encontraron enganches fraudulentos en otros tres hoteles más.
No se trata de una mera anécdota. No es un caso aislado. Es una historia de tantas, una de las decenas de miles que se registran cada año. Las compañías eléctricas detectaron sólo el año pasado algo más de 200.000 fraudes en el uso de la red. Y tampoco es una rareza que ese fraude en la Costa Brava se hiciera de manera organizada y por parte de una empresa.
Compañías y grandes casas, 97% del fraude
Desde las propias compañías eléctricas se advierte de que son empresas de todos los sectores y grandes consumidores domésticos (singularmente viviendas de urbanizaciones residenciales) los responsables de cerca del 97% de todos los fraudes detectados año tras año.
No existe un registro oficial centralizado de los fraudes, pero los datos de las grandes eléctricas a los que ha tenido acceso El Independiente muestran que cerca del 70% de los casos de fraude se detectó en viviendas particulares con elevado consumo, un 16% en compañías del sector servicios (hoteles, bares y restaurantes, también comercios) y otro 12% en instalaciones industriales.
Eso si se contabilizan caso a caso los fraudes, pero si se tiene en cuenta la cantidad de energía defraudada, los datos se dan la vuelta y son las empresas de todo tipo las que concentran más del 60% de la electricidad consumida de manera fraudulenta.
Los datos de las eléctricas desmienten el estereotipo que vincula fraude eléctrico y pobreza. “A diferencia de lo que inicialmente podría creerse, el grueso del fraude eléctrico en España no lo cometen consumidores que se hallan en situación de vulnerabilidad energética, sino grandes consumidores es decir, empresas industriales y de servicios, así como negocios y particulares con consumos elevados”, sentencian fuentes de Endesa.
Sólo un 1% del fraude eléctrico detectado por las compañías distribuidoras y comercializadoras se localiza en viviendas habitadas por familias en situación de vulnerabilidad o de bajos ingresos, según fuentes del sector. “Fraude energético no es pobreza energética”, subraya un directivo del sector. “La mayor parte de los fraudes se detectan en empresas que aprovechan esta situación para sacar ventaja frente sus rivales reduciendo lo que pagan en la factura y en chalés de urbanizaciones con alto consumo”.
¿Quién paga el fraude? El resto de clientes
“Los enganches ilegales de ciudadanos con problemas económicos no son más que un menudeo con poca o ninguna incidencia en el sistema”, confirman desde otra compañía “El gran fraude lo cometen sólo grandes consumidores. Y ése sí que es preocupante. Además de insolidario, porque lo pagamos entre todos”.
El coste directo del fraude no lo asumen las compañías eléctricas. Son el resto de clientes los que asumen a través de sus recibos el impacto económico de las trampas de otros. Son todos los consumidores los que se reparten las pérdidas millonarias del fraude. "El incremento de las pérdidas provocadas por aquellos que cometen ffruade repercute en el bolsillo del resto de consumidores, los que sí abonan sus facturas, dado que hay que elevar los ingresos del sistmea vía peajes de acceso para equilibrar las cuentas del sistema", explican fuentes de Iberdrola.
La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) cifra el impacto económico de las malas prácticas en el entorno de los 150 millones de euros anuales. La propia CNMC presentó una propuesta hace un par de años para que las compañías eléctricas volvieran a asumir el coste que provocan los fraudes y que dejen socializarse esas pérdidas al trasladarse a la factura del resto de usuarios.
Además del impacto directo para el consumidor a través del recibo de luz, el fraude también repercute a todos los ciudadanos a través de los impuestos que se dejan de recaudar. Hacienda ve reducida la recaudación por el IVA que se aplica a la energía eléctrica, un zarpazo que se suma a lo que dejan de ingresar las comunidades autónomas en concepto de impuesto de electricidad y a lo que no cobran los ayuntamientos por la tasa de ocupación del suelo municipal del 1,5% que se aplica sobre la facturación anual sobre esa energía defraudada.
Los ‘profesionales’ del fraude
Enganches directos a la red de distribución sin tener contrato, enganches a las instalaciones de otro usuario (o directamente robarle al vecino), derivaciones para suministrar energía a una instalación no recogida en los contratos o para no pasar por el contador, manipulación de los contadores para alterar las mediciones del consumo… Las fórmulas son variadas.
La cifra de fraudes detectados crece de forma sostenida desde hace años. Las eléctricas confirman que los casos de fraude han crecido al calor de una progresiva “profesionalización” de las artimañas. Instaladores que ofrecen sus servicios para realizar enganches o para manipular contadores, y también compañías que ofrecen fórmulas mágicas para reducir la factura. “La picaresca no es sólo de los clientes, la picaresca se está generalizando entre profesionales que hacen posible el fraude”, alertan desde una distribuidora.
Una de las grandes eléctricas detectó una llamativa caída del consumo de varios de sus clientes en una misma zona. Los usuarios habían contratado los servicios de una empresa que ofrecía e instalaba en casa “cajas de eficiencia energética”. El consumo, en efecto, se reducía. Pero la eficiencia energética prometida no era más que un puenteo del contador de la luz.
Los usuarios no lo sabían, pero estaban cometiendo fraude y una veintena acabaron siendo expedientados. El desconocimiento del fraude no es eximente, ya que el titular del contrato es responsable de la custodia de los equipos de medidas y de la instalación en su hogar.
La luz y la droga
Las compañías eléctricas llevan tiempo siendo un aliado habitual de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado en la lucha contra la droga. Garajes, sótanos o incluso armarios son ubicaciones frecuentes para pequeñas plantaciones interiores de marihuana, que requieren la utilización de lámparas especiales en funcionamiento de manera permanente. Un consumo eléctrico que se disparaba y cuya detección las compañías utilizaban para denunciar el caso a la Policía.
Policía y eléctricas realizan una o dos operaciones por semana contra fraudes asociados al cultivo de marihuana
Tradicionalmente las grandes plantaciones se hacían directamente en campos a cielo abierto, alejadas de caminos y carreteras para que no fueran detectadas. Pero la vigilancia policial desde al aire con helicópteros y drones ha hecho que, para sortearla, los traficantes hayan trasladado también las grandes plantaciones a naves de polígonos industriales o a antiguas factorías.
Muchas más lámparas y un consumo aún más disparado de electricidad es necesario para hacer crecer las plantas, que trata de ocultarse mediante enganches fraudulentos a la red o con contadores eléctricos puenteados. “Los casos de fraudes asociados al cultivo de marihuana han crecido exponencialmente en los últimos años”, dice un ejecutivo.
Fuentes del sector aseguran que las operaciones en que participan de manera coordinada la Policía o Guardia Civil y las compañías eléctricas son permanentes y cada vez más frecuentes, realizándose una o dos cada semana en todo el país.
'Big data’ contra las trampas
Las eléctricas subrayan que el número de fraudes detectados crece especialmente porque las herramientas que utilizan para combatirlos son cada vez más eficaces. Además de realizarse cada vez más inspecciones, las compañías presumen de estar haciendo un uso intensivo de las nuevas tecnologías en la pugna contra el fraude.
Las distribuidoras utilizan el big data para detectar consumos ilegales. Cruzan cientos de millones de datos a los que se aplican algoritmos para encontrar variaciones en los patrones de consumo habituales que hacen saltar las alarmas, al tiempo que nuevas herramientas tecnológicas les permiten localizar con exactitud incluso a través de Google Earth desfases entre la energía suministrada y la facturada.
El coste del fraude no lo asumen las compañías, lo pagan los clientes con su factura
En paralelo, las redes inteligentes de distribución hacen posible una telegestión de las mismas hasta el punto de colocar en remoto dobles contadores para comparar las mediciones con los contadores reales y presuntamente manipulados.
Las eléctricas cuentan, asimismo, con el recurso clásico de los chivatazos. Y es que todas las compañías disponen de canales online y telefónicos para que los ciudadanos puedan realizar denuncias anónimas de presuntos fraudes. Son decenas de miles de denuncias las que se reciben cada año por teléfono o correo electrónico.
Algunas acusaciones las realizan usuarios con la sospecha de ser víctima directa y tener un enganche en su línea y la mayoría se hacen por miedo a la amenaza para la seguridad que conllevan los fraudes (del riesgo de cortocircuitos o incendios a posibles accidentes por descargas eléctricas).
Los equipos antifraude de varias eléctricas desvelan, además, que cada año hay un aluvión de llamadas con las que los denunciantes acusan a sus ex parejas. “El despecho nos acaba ayudando contra el fraude, sí”, confirman desde una eléctrica. La venganza como inesperado aliado del sistema eléctrico.
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