En el juego de equilibrios que conlleva cada decisión de política monetaria resulta muy difícil no dejar damnificados. El mensaje que este jueves lanzó el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, tuvo el mérito de abrir el camino de salida de los estímulos y convencer, al mismo, tiempo de que el banco central mantendrá su apoyo a la economía por un tiempo muy prolongado.
Más que en el anuncio, ya asumido por muchos, de que las compras de deuda finalizarán el próximo mes de diciembre, los inversores centraron su atención en la indicación de que los tipos de interés no se moverán, al menos, hasta el verano de 2019 y eso si las circunstancias lo hacen posible. Para un buen número de analistas, esto significa que habrá que esperar a septiembre del próximo año para ver un alza en el precio del dinero en la Eurozona, lo que rompe las expectativas de que un movimiento de este tipo se produciría en los seis meses posteriores al fin del QE.
La mejor prueba de esto la ofreció la fuerte caída del euro, hasta niveles de 1,16 dólares (desde los 1,18 previos), y la brusca caída de las rentabilidades de los bonos: el interés de los títulos españoles a 10 años ha caído once puntos básicos, hasta mínimos de cinco semanas.
Este escenario, que puede considerarse positivo para el mercado europeo, es sin embargo un varapalo para las expectativas de la banca. El sector financiero europeo lleva años esperando la normalización del escenario de los tipos de interés, indispensable para una mejora de sus rentabilidades, muy ajadas en el entorno actual. Por eso, cada dilación en este movimiento representa un golpe que tiene un claro reflejo sobre el parqué.
Liberbank, CaixaBank y Bankia sufren recortes en el entorno del 5% en las dos últimas sesiones
El índice bancario de la Eurozona registraba este viernes un recorte superior al 1,5%, y acumula cuatro jornadas consecutivas de caídas. Y en ese contexto negativo general, los bancos españoles han tenido un protagonismo reseñable. Entidades como Liberbank o CaixaBank han sufrido en dos días un recorte en el entorno del 5,5% y Bankia se ha dejado cerca del 5% y vuelve a aproximarse a sus mínimos anuales -alejando aún más la perspectiva de su privatización. Asimismo, los recortes de Bankinter, Sabadell y Unicaja rondan el 4%.
Este golpe ha sido especialmente notorio en las entidades cuya cuenta de resultados está más expuesta al mercado europeo y, en estos casos, a España. Pero también han sufrido los bancos más diversificados, como Santander y BBVA, que han visto esfumarse un 2% de su valor en estos dos días. Ambas entidades también observan con inquietud la situación en alguno de sus mercados principales, como Brasil y Turquía, respectivamente.
Estos castigos han significado la pérdida de 5.503 millones de euros de capitalización en dos días, lo que deja el valor conjunto de los ocho bancos cotizados españoles en los 166.508 millones de euros.
El sector financiero español se destaca así como uno de los grandes lastres de la bolsa en 2018, ya que cuatro de los cinco peores valores del Ibex en el año son bancos. Bankia, que se deja cerca de un 15%, mientras que las pérdidas de BBVA y Santander rondan el 14 y el 13%, respectivamente, y las de Sabadell superan el 10%. Solo Bankinter en el Ibex y Liberbank y Unicaja en el Indice General reflejan ganancias en el ejercicio.
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