Hace apenas seis meses, el pasado mes de diciembre, El Corte Inglés enumeró minuciosamente todos los riesgos que consideraba que podrían afectar al desarrollo de su actividad. Salvo uno: la guerra fraticida que vivía la cúpula. La compañía que entonces presidía Dimas Gimeno, cesado el pasado jueves, repasó los riesgos políticos, económicos y los intrínsecamente relacionados con el negocio, en el programa de pagarés que registró en la CNMV para emitir hasta 500 millones.
El ejercicio de transparencia que exige el supervisor de los mercados a las compañías que colocan deuda obligó a El Corte Inglés a diseccionar, a través de 142 páginas, las cuentas de la compañía y los posibles contratiempos que podrían afectarle. En el documento, el gigante del consumo advierte a los inversores de (casi) todos los riesgos que asumen al adquirir su pasivo, pero no fue capaz de augurar la explosión de las tensiones accionariales que habían comenzado a aflorar tras el fallecimiento de Isidoro Álvarez en septiembre de 2014.
Unas semanas antes de morir, Álvarez, tío de Gimeno, acababa de nombrar al ex presidente de Endesa Manuel Pizarro como su adjunto. La idea era que Pizarro ayudara con la reestructuración financiera del grupo y tutelara la sucesión de Gimeno. Quería que este se curtiera unos años más antes de heredar el cargo de presidente de El Corte Inglés. Una insuficiencia respiratoria se llevó a Álvarez antes de lo previsto. “Con su fallecimiento se generó un clima crítico en el que empieza la guerra que dura hasta hoy”, cuenta un directivo que vivió de cerca aquellos días en la empresa: “Se veía venir el caos actual con las disputas de 2014”, sentenciaba este ejecutivo días antes de que Gimeno fuese expulsado de la cúpula del grupo.
Y es que las dicrepancias entre el ex presidente y sus primas las hermanas Álvarez por el control de la compañía eran un secreto a voces en el seno del consejo, el máximo órgano de decisión del grupo. Fue también el secreto mejor guardado hasta que explosionó y se colocó en el punto de mira de la opinión pública.
El mayor empleador privado de España -y también el más discreto- ha protagonizado la portada de todos los medios nacionales y algunos internacionales en el último mes y medio. De la florida disputa se ha hecho eco incluso Financial Times, la biblia de los que mandan en el mundo. Y la voluntad de Gimeno de impugnar el consejo y su manifiesta voluntad de iniciar acciones legales hacen sospechar que quedan muchos capítulos por escribirse en la guerra familiar que podría afectar a la actividad del grupo.
(Casi) todos los riesgos
En medio del relevo en la cúpula, el folleto que todavía hoy puede leerse en la CNMV queda incompleto, pese a la minuciosidad con la que detalla los escollos que podría encontrarse el gigante del consumo.
Entre los riesgos que señala, destacan los "cambios en las preferencias o la demanda de los consumidores", dado que "pueden resultar impredecibles". Otra de las amenazas que detecta es que "el sector minorista es altamente competitivo y las ventas están creciendo por Internet".
El Corte Inglés advierte de que "la legislación en materia de competencia podría limitar la capacidad del grupo de ampliar su actividad mediante adquisiciones o alianzas empresariales". Y apunta el riesgo de "percepción negativa de la marca y falta de fidelidad a la misma".
Junto a ello, sostiene que el grupo "se encuentra expuesto a riesgos asociados a sus inversiones inmobiliarias", cuyo valor puede verse afectado negativamente por factores como "recesiones en la economías nacionales, regionales y locales", pero también por "revueltas civiles, terremotos y otros desastres naturales y actos terroristas...".
Otro de los puntos que pueden convertirse en una debilidad de la compañía es la relación con proveedores y socios, así como la evoluciones de las materias primas y otros costes derivados de la fabricación, distribución y comercialización de sus productos.
Señala, además, los riesgos relativos a la gestión de existencias, a la posible interrupción en las operaciones en los centros logísticos y los relativos a los sistemas de información. En esta línea, puede constituir un problema la violación de la seguridad de datos e información confidencial de clientes.
Aunque el folleto no habla de accionistas, sí señala el riesgo de dependencia de personal directivo clave, el riesgo de conflictos laborales y el relativo a las actividades de financiación al consumo y seguros del grupo.
El escrito reconoce que "la actividad de la agencia del viajes podría verse afectada negativamente si se producen acontecimientos que afecten a la seguridad de los viajes". Otro punto señala a la posible responsabilidad derivada de la venta de bienes defectuosos, el riesgo de litigiosidad y el de fraude y actividades delictivas.
En cuanto a los riesgos de carácter financiero, el folleto recoge cómo un "incumplimiento del contrato de financiación mercantil podría tener un efecto materialmente adverso". Junto a ello, apunta los problemas derivados del endeudamiento del grupo, el riesgo de liquidez, de tipos de interés y tipo de cambio.
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