Por mucho que uno lo intente, es imposible escapar de Facebook. "Yo es que no tengo cuenta", dirán algunos. Da igual. ¿Tienes Instagram? ¿Whatsapp? Formas parte del Imperio Zuckerberg que, si fuera un país, sería el más grande del mundo con diferencia.
El Kremlim, la Casa Blanca, Bruselas... a los centros de poder tradicionales les ha salido un competidor con capacidad para influenciar a mucha más gente, de una manera más sutil y, además, ganando dinero. En Palo Alto, cuartel general del Imperio, lo tienen muy claro.
Vivimos en la edad de las redes sociales, una ventana a la que nos asomamos gustosos para entregar nuestro datos y nuestro día a día, algo que Mark Zuckeberg identificó ya en su época de estudiante en Harvard y que ha trasladado al mundo moderno con una eficacia que asusta.
No hay que dejarse llevar por los escándalos que rodean a Facebook. El emperador se puso traje y corbata, compareció en Washington y en Bruselas y volvió a casa a tirar de zapatillas y camiseta gris. Nada había cambiado.
Los números no engañan: en el mundo hay cuatro redes sociales con más de 1.000 millones de usuarios mensuales activos, las más grandes, y todas ellas responden ante un mismo dueño: el creador de Facebook.
Esos cuatro gigantescos monstruos son la propia Facebook, Facebook Messenger, Whatsapp e Instagram, la última en unirse al club tras superar la barrera de las cuatro cifras hace sólo unos días.
El centro de poder
Todo la organización del Imperio Zuckerberg tiene su centro de poder en el número 1 de Hacker Way, en la localidad californiana de Menlo Park. Allí están los diferentes edificios que albergan a las tropas de la red social, con vistas a la bahía de San Francisco y al Parque Natural Don Edwards, una zona protegida por su riqueza natural.
Tras su periplo por Europa, donde esquivó sin muchos problemas las preguntas de los parlamentarios europeos con un formato a su medida, el creador del entramado puede sentarse en su despacho a observar como su creación camina sola.
Con más de 2.200 millones de usuarios en todo el mundo, poco se puede imponer ante el poderío de Facebook. ¿Filtración masiva de datos? Da igual. ¿Pérdida de usuarios en Estados Unidos? A los tres meses han vuelto todos y se han sumado algunos más. ¿La capitalización bursátil se desploma 100.000 millones? Sólo unos días y de vuelta a máximos históricos.
El dominio no tiene final. Con las acciones rondando los 200 dólares, el equilibrio financiero está garantizado. Si hay que buscarle un pero, por ponernos exquisitos, Facebook tiene una fuerte dependencia de la publicidad en dispositivos móviles, pero es un mal endémico del sector que otros muchos gigantes tecnológicos tampoco acaban de solventar. De momento, mientras los números cuadren -y lo hacen- no hay de que preocuparse.
Whatsapp, el negocio seguro
En octubre del año 2014 Zuckerberg puso un cheque de 19.000 millones de dólares, poco más de 16.000 millones de euros, sobre la mesa para quedarse con Whatsapp. Sus fundadores, Jan Koum y Brian Acton aceptaron y se quedaron dentro de la estructura de la empresa. Ya eran (muy) millonarios.
Era un negocio seguro, la mayor aplicación de mensajería instantánea del mundo. Es complicado imaginarse como era el mundo antes de que Whatsapp estuviera en todo los móviles, y todavía más complejo pensar cómo sería nuestro vida en los próximos años sin esta aplicación. ¿Cómo íbamos a compartir todos esos memes?
Lo cierto es que han pasado cuatro años desde que se incorporó al imperio Zuckerberg y a Whatsapp aún no se le ha exprimido el jugo. Con sus 1.500 millones de usuarios mensuales activos, el potencial para monetizar y rentabilizar a esa masa es enorme.
En Facebook, sin embargo, saben que deben andarse con pies de plomo, pues los usuarios son volátiles. Llevan tiempo experimentando y haciendo pruebas para saber cómo colarnos publicidad de una forma en la que la experiencia de usuario apenas se vea afectada. Es un ejercicio complicado, pero no hay duda de que lo conseguirán.
El que no lo verá será Jan Koum, uno de los dos fundadores. El escándalo de Cambridge Analytica, y sobre todo la gestión posterior que hizo Zuckerberg del asunto, provocó su salida de una forma abrupta. De hecho, hasta perdonó dinero para poder salir cuanto antes de la estructura de la compañía.
Instagram, todo potencial
El apretón de manos de Kevin Systrom y Mark Zuckerberg, en la primavera de 2012, convirtió al primero en millonario -una constante en esas reuniones con el jefe del imperio- y le dio al segundo un nuevo juguete. El movimiento fue un éxito y, seis años después, Instagram ya ha superado los 1.000 millones de usuarios mensuales activos.
Su gran potencial no está tanto en el recuento, como en el prestigio. Instagram tiene una alta valoración entre sus fieles, y eso lo saben los analistas. Facebook pagó 1.000 millones de dólares por ponerla a su vera, pero ahora la red social de las fotos podría haber multiplicado su valor por 100 en este tiempo.
De operar como una compañía independiente, Instagram valdría 100.000 millones de dólares, poco más de 85.000 millones de euros. Es el valor que tiene ahora mismo Inditex, uno de los gigantes del textil en el mundo y la mayor empresa española por capitalización bursátil.
En cualquier caso, eso no va a ocurrir. La red social fundada por Systrom seguirá siendo parte del imperio durante mucho tiempo, y aumentará poco a poco su peso dentro del balance financiero de la firma de Palo Alto.
El año pasado su facturación supuso el 10,6% del total de la firma, un porcentaje que, según las previsiones, cuando se cierre el año estará instalado cómodamente en el 16%. No parece un número enorme, pero estamos hablando de los ingresos de la poderosa Facebook.
Facebook Messenger, el triunfo discreto
Igual es por el nombre, que recuerda al clásico servicio de Microsoft, pero Facebook Messenger vive en un segundo plano en el que se mueve muy cómodamente. No acapara titulares, pero ya tiene 1.300 millones de usuarios mensuales, no muy lejos de Whatsapp.
La mayoría de los que utilizan Messenger lo hacen a través de dispositivos móviles, pues Facebook convirtió en obligatorio descargar la aplicación para poder utilizar una herramienta para la que antes no era necesario tal paso.
Su dominio, en cualquier caso, es sin alardes. Sí que ofrece funcionalidades útiles, como Messenger Day, pero de original tiene poco, ya que ha sacado la inspiración -por decirlo suavemente- de las stories de Snapchat.
La evolución de Facebook Messenger ha terminado por convertirla en una suerte de competencia de Instagram en cuando a las herramientas de contenido efímero, pero también incorpora otras opciones para el usuario como las videollamadas en grupo.
Con el imperio Facebook sólo hay una cosa clara: es imposible escapar. Puedes evitar usar una u otra red social o abrir un perfil en Instagram, pero es muy complicado evitar el uso diario de aplicaciones que nos hacen la vida más cómoda. Y eso, Mark Zuckerberg, lo sabe.
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