Las empresas y entidades públicas españolas echan el freno. Las emisiones de bonos en España durante el primer semestre de 2018 han experimentado un retroceso del 21,4%, respecto al mismo periodo del año anterior, cortando con la tendencia positiva que venía experimentando este mercado en los últimos ejercicios.
En total, las ventas de bonos por parte de emisores españoles alcanzaron hasta el cierre de junio los 52.200 millones de euros, frente a los 64.600 millones del mismo periodo del año anterior. La caída ha sido ostensible tanto en el sector público, como en el financiero y el corporativo, reflejando cómo las tensiones políticas que se han registrado en los últimos meses han provocado una actitud más cauta en los mercados financieros.
Los tambores de guerra comercial provenientes de Estados Unidos, unidos a incertidumbres políticas en Europa, asociadas al Brexit o a las elecciones trasalpinas han provocado momentos de volatilidad en los mercados que han obligado a los emisores a actuar con mayor prudencia. "Las condiciones en el segundo trimestre no han sido necesariamente malas, pero sí se ha observado una postura más cauta entre los emisores ante un escenario con condiciones más delicadas", explica Jaime Sanz, responsable de Asesoramiento de Rating para estados soberanos de Société Générale.
Desde la firma gala, observan que el año había empezado con un ritmo de emisiones muy fuertes, con empresas y entidades públicas tratando de anticiparse a la espera subida de los tipos de interés derivado del cambio de rumbo de los bancos centrales. A partir del segundo trimestre, sin embargo, esta tendencia ha experimentado una fuerte ralentización, que se ha plasmado en un brusco descenso de los volúmenes de negociación. Y nada hace indicar que la situación vaya a variar en los próximos meses.
Las empresas y los organismos públicos españoles vendieron 52.200 millones de euros en bonos en el primer semestre
"Esperamos que a final de año las emisiones se mantengan en torno a un 20% por debajo. Seguimos esperando que se produzcan eventos que generen repuntes de volatilidad y en ese escenario podríamos ver operaciones oportunistas, cuando se generen ventanas de mercado, pero no grandes volúmenes", insiste al respecto Fernando Sanz, co-director de Mercados de Capitales de Société Générale.
En cualquier caso, estos datos y estas previsiones no son, ni mucho menos, un elemento para la alarma, según los expertos del banco francés. "La caída de las emisiones no es por falta de demanda, sino porque los emisores tienen menores necesidades", añade Javer Guzmán, co-director de Mercados de Capitales de la entidad.
Los expertos explican que en los últimos años, tanto los organismos públicos como las empresas han anticipado sus deberes de financiación, tratando de aprovechar un entorno muy favorable por los bajos tipos de interés, y que ahora cuentan con un margen muy superior para adaptar sus emisiones a escenarios más propicios, sin necesidad de asumir un sobrecoste en momentos de tensión relativa en los mercados.
En ese escenario, el Tesoro público español ha reducido de 27.000 a 23.000 millones sus emisiones sindicadas de bonos en los primeros seis meses del año; CaixaBank, el banco más activo, ha reducido más de 2.000 millones su volumen de ventas de deuda en el periodo; y Telefónica, Iberdrola y Gas Natural han captado en conjunto casi 4.000 millones de euros menos.
Desde Societé defienden que las empresas han hecho sus deberes y cuentan con margen para gestionar los picos de volatilidad del mercado
Las tensiones políticas parecen así haber anticipado un escenario menos propicio para la emisión de deuda que, en cualquier caso, se esperaba que se fuera planteando, a medida que el Banco Central Europeo (BCE), siguiendo los pasos de la Fed de EEUU, empieza a retirar sus políticas de estímulo. Las empresas españolas, sin ir más lejos, tendrán que enfrentar el vencimiento de 160.000 millones de euros hasta 2022 sin el respaldo de la institución que preside Mario Draghi.
Desde Société Générale descartan, en cualquier caso, que el cambio de rumbo del banco central, que se espera que deje de comprar bonos a finales de este año, vaya a suponer, en principio, un problema serio para los emisores españoles. Los expertos de la firma confían en que la buena evolución de la economía, la favorable posición financiera en que se encuentra la mayor parte de las empresas y la prudencia con la que se espera que actúe el BCE facilitarán que, aunque se produzca cierto repunte de los costes de la deuda, éstos no alcancen niveles preocupantes.
Y tampoco prevén que las incertidumbres políticas puedan provocar sobresaltos de calado. "El mercado de deuda en euros cada vez funciona mejor ante las incertidumbres políticas. Es difícil que se produzca algo que vaya a cerrar el mercado de forma prolongada. Entre otras cosas porque hay una liquidez que gestionar muy elevada y la renta fija siempre es una opción para quienes gestionan ese dinero", corroboran Sanz.
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