La euforia ha durado poco en la casa de Elon Musk. El mercado apenas ha dado tiempo al presidente de Tesla para saborear el éxito de haber alcanzado, in extremis y contra todo pronóstico, su objetivo de producir 5.000 vehículos Model 3 en una semana. Y es que en las dos sesiones posteriores al anuncio las acciones del fabricante de vehículos eléctricos han acumulado un revés superior al 9%. La compañía, que el mismo lunes restó un 2,3% de su valor, se dejó un 7,3% en la sesión del martes, en su mayor caída desde marzo.
Y eso que desde el banco japonés Nomura recibían la noticia con optimismo, señalando "que es un hito importante que creemos que restablece algo la credibilidad y posiciona a la empresa para ser rentable en la segunda mitad del año", lo que refuerza su visión de que las acciones de Tesla merecen un valor de 450 dólares, un 45% por encima de sus niveles actuales.
Sin embargo, Tesla tiene un amplio historial de incumplimientos y el mercado se muestra reacio a dejarse seducir por un repentino dato positivo. Al fin y al cabo, no es lo mismo producir 5.000 vehículos del Model 3 en una semana concreta que ser capaz de mantener esos ritmos de forma sostenida, advertían los analistas de Morgan Stanley. Sobre todo, cuando se conoce, tal y como publicó Reuters, que para alcanzar este hito la compañía ha tenido que desviar buena parte de sus recursos para centrarlos en la cadena de producción de este modelo.
El Model 3 ha sido concebido por Tesla como su tabla de salvación. Se trata del primer modelo de la marca con vocación de convertirse en un vehículo de masas, lo que debería multiplicar la capacidad de la compañía para generar ingresos y así aliviar una asfixiante situación financiera, mermada por su intenso consumo de capital.
Los expertos ven con inquietud la caída de las reservas del Model 3
Pero lo que el extravagante Musk ha querido presentar al mercado un triunfo ha sido revisado con incredulidad por buena parte de los inversores, que han acabado por encontrar en las cifras de la compañía otros números mucho menos alentadores. Por ejemplo, en Goldman Sachs -donde al contrario que Nomura pronostican caídas de hasta el 37% para el valor- han puesto el foco en los decepcionantes datos de reservas del Model 3 y unas entregas que tampoco cumplieron las estimaciones.
Con estos datos, y a poco menos de un mes de que la compañía presente sus resultados trimestrales, algunos analistas se preparan para una nueva decepción. "Dada la tendencia general más débil en las entregas y la lectura negativa implícita de las ganancias del segundo trimestre y del flujo de caja, esperamos una reacción negativa en las acciones de Tesla", observó el analista de JPMorgan Ryan Brinkman, en un informe mencionado por CNBC.
El mercado evidencia así su poca disposición a dejarse llevar por los cantos de sirena de Musk y sus socios. Durante mucho tiempo, Tesla ha sido visto como un jugador esencial en el mercado del vehículo del futuro. Pero tras haber registrado pérdidas en el entorno de los 5.800 millones de dólares desde 2010, sigue mostrándose como una compañía débil desde el punto de vista financiero e incapaz de incrementar su volumen de clientes a niveles que hagan sostenible su modelo de negocio a medio plazo. A eso se han sumado en los últimos meses una serie de incidentes en sus vehículos que han puesto en cuestión algunos de sus desarrollos tecnológicos diferenciales.
Y todo esto le ha llegado, además, en un momento en que los principales fabricantes de la industria del motor se han sumido en una carrera acelerada por adaptarse a las nuevas tendencias de movilidad, lo que podría implicar a medio plazo una intensa competencia para Tesla. Sin duda, la empresa de Musk tiene potencial para convertirse en uno de los gigantes de la industria. Si no, no se entendería que una compañía que nunca ha sido capaz de generar ganancias alcance aún a día de hoy una valoración próxima a los 55.000 millones de dólares (más de 47.000 millones de euros), superior, por ejemplo, a Ford o a la suma de Renault y Peugeot.
Pero a los inversores se muestran cada vez más sensibles a la sucesión de promesas incumplidas de la compañía. No es casualidad que en el último año haya registrado hasta cinco veces caída superiores al 7%. Y la desconfianza inversora llega a tal nivel que se muestra con virulencia incluso cuando Tesla, al fin, ha podido cumplir con su objetivo. Pocas pruebas más evidentes va a recibir Musk de que la credibilidad ante el mercado no se conquista en un solo día.
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