Ana Botín tomó las riendas de Banco Santander hace casi cuatro años, tras el fallecimiento de su padre Emilio Botín en septiembre de 2014. En este periodo, la princesa educada para reinar en el gigante financiero que levantó su familia ha impreso su propio estilo, una nueva cultura corporativa que va mucho más allá de la renovación de la cúpula de dirección y el consejo de administración.
La directiva tomó las riendas del banco bajo la premisa de convertirlo en un grupo "sencillo, personal y justo", tres palabras que se han convertido en "los pilares para ser un banco responsable y un banco digital", ha señalado la presidenta del grupo en varias ocasiones.
Sólo la presidenta, el consejero delegado y algún otro ejecutivo siguen viajando en la parte de atrás del coche
Para implantar esta nueva cultura, ha despojado a Santander de algunas prácticas tradicionales en aras de convertirlo en una organización más moderna y horizontal. Algunas de ellas afectan directamente a los directivos, que se han visto privados de privilegios a los que estaban acostumbrados durante la etapa de Emilio Botín.
Un ejemplo significativo es la desaparición de los chóferes personales. La presidenta, el consejero delegado José Antonio Álvarez, y algún otro alto cargo siguen viajando en la parte de atrás de los vehículos de empresa, pero constituyen una excepción dentro de la organización. Como alternativa Santander cuenta con una flota de conductores que están al servicio de los ejecutivos para trayectos concretos, pero no están asignados a cada uno de los directivos como sucedía antes de la llegada de Ana Botín.
Botín ha tirado los tabiques de Boadilla para fomentar la colaboración entre equipos
Otro cambio fundamental es el fin de la mayoría de los despachos. Ana Botín llegó a la Ciudad de Santander, que había construido su padre en Boadilla, y comenzó a tirar tabiques. Siguiendo los pasos ya dados por BBVA, su principal competidor, apuesta por espacios diáfanos que fomenten la colaboración y el intercambio de conocimientos entre los empleados para lanzar un mensaje de menos jerarquías y más transparencia.
El fin de los espacios privados se alinea con la tendencia del flexiworking para favorecer el equilibrio laboral y personal. Es la apuesta del grupo para erradicar la cultura presencial y trabajar de forma más flexible y eficiente. Además, la entidad está implementando a nivel global herramientas tecnológicas que permiten estar en contacto continuo con los
equipos de otros países.
Las jerarquías han perdido relevancia al tiempo que los códigos de vestimenta se han relajado
Por otro lado, los directivos se han quedado sin comedor para los de su rango. Las oficinas centrales del grupo cuentan con un único espacio en el que comparten menú la cúpula y los empleados de menor nivel, sin distinción.
Ana Botín destaca por el cuidado que pone en su dieta y correcta nutrición. Lo que aplica en su casa lo ha llevado al banco y ha implantado un programa global de salud y bienestar BeHealthy, como una muestra del compromiso del grupo por la salud de sus empleados y para ayudarles a adquirir hábitos saludables.
Los jefes también han perdido peso a la hora de decidir sobre la retribución variable de sus equipos. Ahora, los bonus no sólo dependen de los resultados, sino de la percepción que tienen los compañeros y del cómo se han conseguido. Así, desde 2017 la forma de evaluar el salario variable depende en un 40% del nivel de compromiso con los comportamientos corporativos y un 60% de los objetivos de negocio.
Botín, preocupada por la nutrición, ha lanzado un programa de salud y bienestar para empleados
Al tiempo que los directivos pierden cierto relumbrón del pasado, el rojo Santander se difumina. El marchamo personal de Ana Botín también se deja notar en los códigos de vestimenta del banco y las corbatas rojas son cada vez menos habituales. Y es que mientras Emilio Botín solía hacer alusiones al orgullo de vestir el color corporativo, su delfina opta por toda la gama de colores en sus apariciones públicas. En las últimas juntas de accionistas, la presienta ha optado por el azul. Aun así, en la red de oficinas, los empleados todavía se apegan al espíritu de Don Emilio.
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