Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), España creó en el segundo trimestre del año 469.900 empleos, lo que redujo la tasa de paro al 15,28%, la menor en casi una década. Además, por primera vez desde la crisis se están creando casi tantos empleos indefinidos como temporales: 231.000 con carácter fijo y 233.000 con carácter eventual.
A pesar de que son cifras que llaman al optimismo, España continúa con la tasa de temporalidad más alta de la Unión Europea, una situación que se agrava por la alta estacionalidad, jornadas sin fin, horas extras no retribuidas o economía sumergida.
Por razones obvias, lo primero en lo que se fija una persona antes de comenzar en un nuevo empleo es en el salario, más aún si tenemos en cuenta que, en muchos casos, a duras penas da para sobrevivir. Y es que, a día de hoy ¿hay algo más importante que cobrar un buen sueldo a final de mes?
Aunque parezca una chanza, hay ciertos factores inmateriales que deberían importar tanto como los billetes, ya que están dirigidos única y exclusivamente a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y a satisfacer sus necesiades personales, profesionales y familiares. En la actualidad nueve de cada 10 españoles afirma tener en cuenta que una empresa incluya políticas de felicidad profesional a la hora de escoger un trabajo, según un informe de Adecco.
El denominado salario emocional, o lo que es lo mismo, los esfuerzos que realiza una empresa porque sus trabajadores sean felices en su trabajo a través de una serie de incentivos (no necesariamente económicos), constituye un gran valor añadido a la hora de escoger o permanecer en un lugar de trabajo, un atractivo especialmente relevante en las nuevas generaciones de trabajadores y compatible con la nueva mentalidad startup.
Así, la misma encuesta de Adecco confirma que los españoles consideran que disfrutar de un buen ambiente laboral (8,23 puntos sobre 10), la flexibilidad horaria (8,19) o contar con jefes agradables (8,02) son las claves para ser feliz en un trabajo. Es más, el hecho de tener un buen salario cae hasta la quinta posición en el ránking de felicidad laboral, valorado por debajo del resto de variantes (7,86 puntos sobre 10). Además, el 64% de los encuestados renunciaría a una mejor remuneración económica a cambio de una mayor felicidad laboral.
Pero no sólo se trata de incentivar y beneficiar a los empleados, pues la empresa también se lleva su parte del pastel. Las aplicaciones de este tipo de retribución están directamente relacionadas con una mejor productividad de la empresa, la reducción del absentismo laboral, y la mejora de la competitividad y de la organización, al mismo tiempo que evita la fuga de talentos.
Sin embargo, España suspende en materia de salario emocional: el 51% de los empleados considera que sus empresas no llevan a cabo suficientes políticas de gestión de personas y sólo un tímido 13,6% afirma todo lo contrario. Por autonomías, murcianos, vascos y canarios parecen ser los que más disfrutan de su trabajo; extremeños y gallegos, los que menos.
Principales aplicaciones
Algo tan sencillo y a la vez tan difícil de encontrar en muchas organizaciones es reconocer el trabajo bien hecho para motivar a los trabajadores y crear un buen ambiente laboral sería un manejo claro (y gratuito) de salario emocional.
Pero existen más (y más útiles) aplicaciones de este tipo de retribución. Uno de los más valorados por los empleados es la posibilidad de contar con una jornada flexible, o lo que es lo mismo, no tener un horario estricto de entrada y de salida a diario, o, simplemente, cumplir con el número de horas estipuladas en el contrato.
Asimismo, la posibilidad de teletrabajo temporal -en el caso de trabajos que puedan desempeñarse con herramientas informáticas- especialmente para padres y madres con hijos pequeños a su cargo o con familiares en situación de dependencia; o el servicio de guardería -especialmente en las vacaciones de verano- constituyen grandes iniciativas que favorecen la conciliación y que terminan traduciéndose en resultados positivos para la empresa.
Otra forma de mantener y fidelizar el talento es ayudar a desarrollar la carrera profesional de sus trabajadores por medio de cursos de formación o másteres, financiando el proyecto o facilitando la asistencia a las clases. Esta acción constituye una inversión estratégica para asegurar el futuro de esos trabajadores dentro de la propia compañía y retener el talento, ya que es habitual que las empresas impongan nuevas cláusulas contractuales para evitar que puedan marcharse de la empresa en un número determinado de años.
En esta línea, además de la formación relacionada con el desarrollo profesional, el hecho de ofrecer cursos de idiomas o talleres de yoga o relajación en medio de una agotadora jornada laboral constituyen un plus añadido.
Además, cada vez son más las empresas que crean espacios de distracción y descanso -como cafeterías, salas de televisión e, incluso, gimnasios- y que ofrecen beneficios sociales como días libres retribuidos -además de los marcados en contrato- para atender a compromisos personales; abono de los costes de transporte; u ofertas de planes de jubilación.
Todas estas aplicaciones demuestran, en suma, que no todo lo que necesita un trabajador es un aumento de nómina.
Empresas donde querrás trabajar
Como cada año desde hace 35, la consultora Great Place to Work elabora la Lista Best Workplaces España, basada en las opiniones de los trabajadores y analizando más de 300 empresas de diferentes sectores y tamaños en función de aspectos relacionados con el salario emocional, como el horario flexible o el trato igualitario. Vodafone España corona el ránking como mejor compañía para trabajar en 2018 dentro de la categoría de empresas con más de 1.000 trabajadores, seguido por The Adecco Group, Lilly, y Kiabi España.
En esta línea, entre las compañías en España de 500 a 1.000 empleados destaca Mars, que repite primera posición respecto a 2017. En su caso, destaca por contar con un potente programa de desarrollo de directivos y voluntariado para los empleados, así como por sus políticas pet-friendly, que permite que los asalariados acudan a su puesto acompañados de sus mascotas.
Pero no son las únicas. En España, Mahou cuenta con espacios de actividad física -como yoga o zumba-; KPMG fomenta la movilidad de sus trabajadores entre sus sedes repartidas en 150 países, ofreciendo una especie de Erasmus empresarial; o Aegon, que obsequia a sus asalariados con descuentos en restaurantes de comida sana.
Fuera de nuestras fronteras destacan casos como el de Facebook, que ofrece vivienda gratuita a los becarios o una compensación de 1.000 dólares; la posibilidad de viajar por el mundo con alojamiento gratuito y 2.000 dólares al año en el bolsillo por cortesía de Airbnb; los permisos de un año por paternidad o maternidad de Netflix; Twitter, que ofrece, por ejemplo, cursos de acupuntura y servicio de tres comidas al día para sus empleados; o la cadena de restaurantes americana In-N-Out, que regala una hamburguesa doble con patatas fritasa los empleados en cada turno de trabajo.
Pero en lo que salario emocional se refiere, es Google quien posee la patente. La elegida en 2011 y 2013 por la revista Fortune como la mejor empresa para trabajar del mundo cuenta desde hace años con salas de videojuegos, televisión, o gimnasio en sus propias oficinas para desconectar del trabajo. Incluso tiene instalados toboganes, ofrece comida gratis y cuenta con una amplia oferta de cursos gratuitos de relajación y meditación. Además, es pionera en ofrecer el salario post mortem, es decir, que las parejas de los trabajadores fallecidos de Google reciben el 50% de su salario durante diez años.
Y es que ya lo decía Confucio: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día más en tu vida”.
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