El pasado martes, BBVA presentaba con cierto orgullo la nominación de Garanti como el mejor banco minorista turco y mejor banco de Europa por parte de las publicaciones World Finance Magazine y European CEO Magazine, respectivamente. En un momento turbulento para la filial turca del banco que dirige Francisco González, estos reconocimientos parecían venir en respaldo de la confianza manifiesta por los responsables de la entidad española en que su apuesta por Turquía seguirá reportando beneficios.
Pero de poco sirven premios y halagos cuando la realidad del mercado presenta cada día unas perspectivas más oscuras para la economía turca y, con ello, para Garanti. El descalabro superior al 9% que registra este viernes la lira turca frente al dólar -en solo un mes acumula una merma superior al 25%- es la mejor prueba de que, lejos de remitir, la crisis que amenaza al país se intensifica y amenaza con conducirlo a un colapso de consecuencias inestimables.
Si esta situación se muestra como inquietante para el sector financiero turco no lo es menos para las entidades europeas con mayor presencia en la región. Precisamente, el diario Financial Times informa este viernes de que el Banco Central Europeo (BCE) ha estrechado su vigilancia sobre entidades como BBVA, UniCredit y BNP Paribas, preocupado por una situación que, no obstante, aún no considera alarmante.
Pero la inquietud que todo esto genera en el mercado resulta incuestionable: las acciones de BBVA cedieron este viernes más de un 5%, en su peor sesión en casi dos años. El segundo mayor banco de España por activos a nivel global acumula un recorte próximo al 10% en solo un mes y se sitúa ya hasta un 28% por debajo de sus niveles de hace un año. Tras perder alrededor de 10.000 millones de valoración en bolsa desde el inicio de 2018, la cotización de BBVA se ha desplomado a mínimos de veinte meses.
Tras invertir unos 7.000 millones en comprar la mitad de Garanti, la participación actual de BBVA apenas alcanza los 1.850 millones
Ni siquiera las buenas cifras presentadas por el banco al término del primer semestre del año han logrado conjurar la desconfianza inversora por su presencia en Turquía, donde controla cerca de la mitad de Garanti, cuyas acciones han registrado pérdidas cercanas al 50% desde finales del pasado enero y cuyo valor bursátil actual, en euros, es de poco más de 3.700 millones de euros, lo que significa que los títulos de BBVA, por los que ha pagado cerca de 7.000 millones, hoy valen alrededor de 1.850 millones.
El banco español saldó los primeros seis meses de 2018 con un beneficio atribuido en Turquía de 373 millones de euros, un 25,2% más que en el mismo periodo del año anterior. El país supone un 11% de su beneficio neto, lo que la convierte en la tercera mayor región para el banco por detrás de México y España. Pero el banco ha tenido que prepararse para un deterioro de la situación que le ha llevado a elevar sus dotaciones por provisiones en la región por varios cientos de millones. Se cree que el banco español tiene, además, una elevada exposición en su balance a la deuda turca, que ha sufrido un notable deterioro en el ejercicio.
"Hasta la fecha, la evolución del negocio no se ha visto afectada. El crédito sigue creciendo a doble dígito, han mantenido previsiones...Pero si la situación económica sigue evolucionando de esta manera, lógicamente, acabará afectando al negocio bancario en Turquía", explica Nuria Álvarez, analista de Renta 4. Apunta, no obstante, que el mercado parece estar magnificando el riesgo que asume BBVA en Turquía: "Es un mercado significativo, pero no tanto como parece estar descontando el mercado. Es más importante lo que suceda en México".
Aunque la morosidad del crédito en Turquía sigue siendo muy baja, firmas como Moody's advierten de un previsible incremento de esta partida a medida que la economía se ralentiza -frente a las expectativas de crecimientos superiores al 7%, cada vez más pronósticos apuntan a que el país crecerá menos del 4% en 2018. "Creemos que hay muchos problemas ocultos en el sistema bancario", explicaba la directora genera de Cartica, Katalin Gingold, en declaraciones a Financial Times.
Los expertos temen que las incertidumbres sobre el país acaben golpean al sector financiero turco
Desde BBVA han sido constantes las llamadas a la calma. Su consejero delegado, Carlos Torres Vila afirmaba recientemente que el banco está preparado para afrontar las condiciones adversas de la economía turca y se mostraba confiado en que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, conseguiría encarrilar la situación. Pero precisamente, es la falta de confianza de los inversores en Erdogan y su equipo lo que está minando a marchas forzadas las expectativas de los inversores.
El deterioro de las relaciones con Estados Unidos -con el que ha intercambiado una serie de sanciones a causa de una polémica por el arresto de un religioso estadounidense- han supuesto el último palo en la rueda de una economía penalizada por un muy elevado déficit comercial y la elevada necesidad de recibir inversiones extranjeras. En este contexto, las actuaciones de Erdogan y su equipo económico, encabezado por su yerno Berat Albayrak, no hacen sino elevar el escepticismo inversor, ya que se entiende que tratan de evitar medidas dolorosas que serían las únicas que podrían encauzar la situación. La reciente decisión del Banco Central de Turquía de no elevar los tipos de interés fue vista como la mejor prueba de esto.
"Es hora de que Erdogan se enfrente a la realidad. En el pasado confió en las palabras para infundir confianza en la lira turca, y aunque la confianza es crucial en los mercados financieros, si estas palabras no están respaldadas por acciones, siguen siendo frases vacías para las que los mercados no muestran misericordia", apunta Bart Hordijk, analista de Monex Europe.
Mientras estas medidas no lleguen y aclaren el panorama político y económico, los problemas parecen garantizados para Turquía e, inevitablemente, para BBVA.
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