Las llegadas de turistas extranjeros tocan techo en España. En julio, uno de los meses de más actividad del año, las llegadas de turistas internacionales sufrieron una caída del 4,9%, con un total de 10 millones de visitantes. Una caída que ha hecho que los datos acumulados en lo que va de año se estanquen: en los siete primeros meses las llegadas de viajeros internacionales sólo crecen un 0,3%, con cerca de 47,1 millones de turistas, según los datos del el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El frenazo de la cifra de viajeros internacionales se deben fundamentalmente por las caídas de los grandes mercados emisores (Reino Unido, Alemania y Francia, muy singularmente) que ya vuelven a viajar a algunos destinos rivales del Mediterráneo después de varios años en que la inestabilidad y la inseguridad habían hecho que los visitantes dejaran de frecuentarlos.
Tradicionalmente, Reino Unido, Alemania y Francia –por orden de importancia- concentran conjuntamente la mitad del total de turistas que recibe España, con registros que llevan cinco años acumulando récords históricos de manera consecutiva. Pero la cifra de visitantes de los tres países ha empezado a resentirse en lo que va de año, con un descenso de casi 810.800 turistas entre enero y julio, según los registros del INE. Un auténtico zarpazo.
La recuperación del Mediterráneo
El descenso de las visitas de viajeros procedentes de las potencias europeas está, según los grandes grupos turísticos continentales, directamente vinculado con la recuperación de destinos rivales como Turquía y Egipto, a los que los turoperadores internacionales han empezado a desviar viajeros europeos tras años de caída por la inestabilidad y la inseguridad.
2017 fue el quinto año consecutivo de España con récord de llegadas de turistas internacionales. El nuevo máximo histórico rozaba los 82 millones de visitantes, lo que colocó a España como segunda mayor potencia turística mundial. Una cota –no sólo, pero también- alimentada durante años por el desvío de millones de turistas por la inestabilidad en algunos destinos rivales del Mediterráneo.
Los problemas de otros fueron en beneficio propio. La inestabilidad política en Egipto y Túnez y los atentados terroristas y la intentona golpista en Turquía provocaron un parón de turismo en países que son rivales directos de España en el negocio del sol y playa.
Cinco años de boom de llegadas
El boom del turismo español arrancó ya en 2011. El estallido de las revueltas de la Primavera árabe en varios países del norte de África, destinos rivales naturales de España en el negocio del sol y playa, provocó el cambio de destino para centenares de miles de turistas extranjeros que huían de la inestabilidad de la zona.
En 2010 España superaba los 52 millones de turistas extranjeros, saltó hasta los 56,6 millones al año siguiente, a los 57,7 millones en 2012, se superaron los 60 millones por primera vez los 60 millones en 2013, se rozaron los 65 millones en 2014, los 68 millones en 2015, los 75,6 millones en 2016… y así hasta la cota, hasta hace poco impensable, de los 82 millones del pasado año.
Los touroperadores internacionales redireccionaron a los clientes que dejaron de querer ir a Egipto o Túnez, y el destino prioritario en el que acabaron estos turistas fue España. Según estimaciones del lobby sectorial Exceltur, desde 2011 a España han llegado entre 14 y 15 millones de turistas prestados.
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