Son los dos grandes operadores nucleares de España. Pero su visión del negocio atómico es ya muy diferente. Endesa e Iberdrola comparten accionariado en varias de las centrales nucleares españolas, con diferentes mayorías en cada una de ellas. Pero mientras una quiere que las plantas funcionen a largo plazo, la otra aboga por ir cerrándolas en los próximos años.
Endesa elabora sus resultados financieros utilizando el cálculo de que sus centrales nucleares funcionarán al menos hasta que cumplan 50 años (en 2014 amplió este plazo, lo que le ha permitido reducir el dinero que dedica a amortizar las plantas y, con ello, elevar sus beneficios). Si no se cumple ese plazo de cinco décadas, a la eléctrica se le hace un roto en sus cuentas (a razón de unos 190 millones de euros al año, como adelantó El Independiente en exclusiva).
Mientras, Iberdrola hace ese cálculo sobre la amortización de sus centrales tomando 40 años de funcionamiento como referencia, que en principio es el tope que también baraja el actual Gobierno. Desde esta compañía se insiste en que no le salen los números y que pierde dinero con el negocio nuclear (con unas pérdidas acumuladas en su filial atómica de 1.200 millones en cinco años), así que su apego por esta actividad es diametralmente opuesto al de su rival.
El choque por las diferentes visiones entre las dos grandes eléctricas es ya abiertamente público, a pesar de compartir asientos en los consejos de administración de las centrales de Almaraz, Vandellós, Ascó II y Trillo. Y así lo han manifestado el consejero delegado de Endesa, José Bogas, y la consejera delegada de Iberdrola España, Ángeles Santamaría, en un foro sobre transición energética organizado por El Economista.
Endesa augura que el apagón nuclear pone en riesgo el suministro y haría subir el precio de la electridad. Pero, además, considera más que difícil echar el cierre a ninguna central nuclear al menos hasta 2027 y 2028 por las dificultades para gestionar los residuos. “Cuando se cierren las nucleares debería estar construido ya el almacén de residuos nucleares de Villar de Cañas”, ha subrayado Bogas.
Como pronto, el cementerio nuclear estará listo en 2024, aunque el Gobierno acaba de dejar en suspenso el proceso de tramitación de los permisos para la construcción del silo del municipio conquense.
Según sus estimaciones, dado que el transporte de contenedores con los residuos nucleares puede llevar un ritmo de unos 30 por año, desde la puesta en marcha del almacén pasarán tres años para gestionar primeros los residuos de Zorita y Garoña (ya cerradas). Esto es, hasta 2027 o 2028 no se podría clausurar ninguna central más, según Endesa. No obstante, otras fuentes del sector eléctrico recuerdan que todas las centrales nucleares ya cuentan con su propio almacén de residuos o están en vías de construirlo, así que no habría problemas para guardarlos allí.
La postura de Iberdrola es la opuesta. “Es perfectamente posible garantizar la seguridad de suministro y cerrar las nucleares según su vida de diseño, que son los 40 años”, subraya Santamaría. “Y es posible hacerlo sin que tenga un excesivo impacto en el precio”. La compañía admite que puede haber un problema de gestión de los residuos radiactivos, pero que es la sociedad pública Enresa la que debe liderar darle una solución.
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