Repsol y CaixaBank separan sus caminos definitivamente. Empezaron ya a distanciarlos de manera evidente a principios de año, cuando la petrolera salió del accionariado de Gas Natural Fenosa y disolvía así la alianza estratégica que le había unido a la entidad de financiera como socios de referencia en la eléctrica durante un cuarto de siglo. Ahora la ruptura se completa con la salida de la propia CaixaBank del capital de Repsol.
La entidad catalana ha sido un socio estratégico para Repsol durante más de dos décadas, desde que en 1996 entró como accionista de la petrolera con la privatización emprendida por el primer Gobierno de José María Aznar. Veintidós años después CaixaBank ha anunciado la venta del 9,36% que controlaba en la compañía petrolera, valorada en algo más de 2.500 millones de euros, y que le convertía en el principal accionista.
De manera inmediata vende prácticamente la mitad de esa participación y se deshará de la otra mitad antes de que concluya el primer trimestre de 2019. CaixaBank hace caja, porque vende en un momento dulce de la petrolera en bolsa, con sus acciones cerca de máximos (cerca de los 17 euros por acción, un 14% más en lo que va de año) gracias al encarecimiento del barril de crudo. Los títulos de Repsol se desplomaron hace tres años al son de la caída del precio del petróleo hasta los 50 dólares (hoy ronda los 80 dólares).
La entrada de Repsol en la venta de luz y gas supone competir con Naturgy, en que Caixa es socio de referencia
Hace caja, sí, pero sólo relativamente, porque CaixaBank se apuntará unas pérdidas extraordinarias de 450 millones en sus cuentas trimestrales por la venta de su participación histórica, porque las tiene apuntadas en libros con más valor del actual.
El banco se desprende de una participación que había llegado a definir como sólo financiera y para cumplir su objetivo de reducir el elevado consumo de capital que le generaban sus empresas participadas. La desinversión definitiva de la entidad llega, de hecho, tras años en que la entidad ha ido recortando su presencia en la petrolera, donde llegó a controlar casi un 15% del capital, y apenas dos meses antes de presentar su nuevo plan estratégico 2019-2021.
Durante estas dos décadas CaixaBank ha sido guardián del gobierno corporativo de Repsol, y el escudo ante los intentos de asalto para tomar el control del grupo. Lo intentó la petrolera rusa Lukoil, y lo intentó la constructora Sacyr (que llegó a tener un 20% del capital y que con la salida de entidad ahora se convierte de nuevo en el principal accionista con un 8%), tanto en solitario como en alianza con la mexicana Pemex.
CaixaBank, primero con Isidro Fainé al frente y ahora con Jordi Gual, se mantuvo como socio estable. Con discrepancias y con tiranteces con la cúpula de la petrolera por algunas decisiones estratégicas o por diferencias en los intereses corporativos individuales (dividendos, crecimiento…), pero con continuidad. Ahora sale del accionariado de manera ordenada y con el ánimo de no generar inestabilidad en su socio tradicional.
A Repsol le tocó reinventarse cuando el Gobierno argentino le extirpó un tercio del grupo con la expropiación de YPF en 2012. Se reinventó de nuevo con la adquisición de la canadiense Talismán en 2015, para volver a crecer y recuperar tamaño (aún así, sigue siendo apenas una petrolera mediana en comparación con los gigantes del sector). Emprendió después una reestructuración interna para conseguir seguir siendo rentable en pleno desplome del petróleo.
Y ahora ha vuelto a lanzarse a un cambio estructural para adaptarse a la transición energética que viene, apostando más por el gas natural, entrando en el negocio de la generación eléctrica con renovables y estrenándose en la venta de luz y gas a hogares y empresas con la compra de activos a Viesgo. Un movimiento este último que ponía en una situación delicada a la propia CaixaBank. Y es que Repsol entra a competir directamente con Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa), en la que la entidad financiera sigue siendo accionista de referencia a través de su holding industrial Criteria.
Esta enésima nueva vida –articulada en una reciente actualización del plan estratégico que contempla más beneficio, más inversión y más dividendos- Repsol la arrancará sin un núcleo estable de accionistas, algo común en la mayoría de las compañías del sector petrolero. Con la salida de de CaixaBank, se quedan como principales accionistas Sacyr (8%), Blackrock (4,5) y el fondo soberano singapurés Temasek (con un 2,9%, tras desvelar también ayer una rebaja desde el 3,4%). Al menos en principio, a la espera de conocer quiénes serán los compradores del paquete en manos de la antigua caja catalana.
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