Mañana agitada para los accionistas de Repsol. La compañía petrolera amanece este viernes teniendo que digerir la noticia de que uno de sus socios de referencia en los últimos años, prepara su despedida.
CaixaBank anunció en la tarde del jueves su intención de deshacer en los próximos meses su posición en el capital del grupo que preside Antonio Brufau. El banco colocará el 9,36% que controla en Repsol -valorado al cierre del jueves en unos 2.520 millones de euros- por dos vías. Una, inmediata: la cancelación anticipada de los dos contratos de permuta de renta variable existentes (equity swap) representativos del 4,61% de la participación. Y otra, a más largo plazo: un programa de ventas para la posición restante en Repsol del 4,75%, con el objetivo de finalizarlo antes del cierre del primer trimestre de 2019.
La primera valoración que han hecho de la noticia los inversores no ha sido nada positiva. Desde los primeros instantes de cotización en la jornada del viernes, Repsol lidera los descensos del Ibex, con un recorte en el entorno del 2,5%, mientras que las acciones de CaixaBank también sufren pérdidas que superan el 1,5%, pese a las ganancias generales que registra la bolsa española.
La venta llega en un momento delicado para Repsol, que puede frenar su buen tono reciente
En el caso de CaixaBank, pesa en el ánimo inversor el impacto negativo de 450 millones de euros que la operación tendrá sobre sus cuentas en los resultados del tercer trimestre del año. Esta cifra representa un 14% de los beneficios netos previstos por el consenso de analistas para 2018 por el grupo que preside Jordi Gual.
Además, el movimiento puede desatar algunas dudas sobre la premura y oportunidad del movimiento, aunque por lo general los analistas se muestran favorables a la decisión del banco. La venta encaja con la voluntad de CaixaBank de desprenderse de sus participaciones industriales, por el consumo de capital que le suponen.
"Después de la reciente venta del negocio inmobiliario, valoramos positivamente la venta de Repsol, ya que es otro paso importante en términos de mejora de la asignación de capital, y esto permitirá a CaixaBank en su próximo plan estratégico como una potencia minorista en Iberia limpia y enfocada", señalan los analistas de Alantra.
En el caso de Repsol, la noticia puede generar más dudas a corto plazo. Sobre todo, porque coincide en el tiempo con los movimientos de otro de sus accionistas de referencia, Temasek, para reducir su participación en la compañía. Estas desinversiones se producen cuando los precios del petróleo ya rozan los 80 dólares por barril, un nivel que empieza a ser incómodo para actores importantes del mercado, como Estados Unidos, tal y como dejó claro este jueves el presidente Donald Trump al demandar a la OPEP que actúe para reducirlo.
Sin grandes expectativas de revalorización del petróleo y con la presión que puede suponerle la próxima salida a bolsa de su rival Cepsa ("que para favorecer la demanda podría colocarse a ratios atractivos", apuntan en Bankinter), las ventas progresivas que tiene previsto realizar CaixaBank en los próximos meses pueden suponer una rémora para la evolución bursátil de una compañía que acumula ganancias superiores al 25% en poco más de un año.
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