Google ha decidido darle un giro radical a la forma de gestionar Android, el sistema operativo para dispositivos móviles más popular del mundo. A partir de ahora, el gigante de internet empezará a cobrar a los fabricantes de smartphones por instalar aplicaciones creadas por Google como YouTube, Gmail, Chrome, Google Maps o Play Store, el contenedor de aplicaciones de Android.
Esta decisión afecta directamente a pesos pesados como Huawei, Xiaomi o Samsung, pues todos ellos utilizan Android como sistema operativo en sus dispositivos, por usar estas apps en los móviles que venden en Europa. Esta por ver si el aumento del coste de estas aplicaciones se repercute en el precio final de los móviles y la carga termina por recaer en el usuario final.
El cambio en el modelo es radical. Hasta ahora, Google dedicaba unos 5.500 millones de euros trimestrales para pagar a marcas como las antes mencionadas para que servicios como Chrome o Gmail estuvieran instalados por defecto en todos los dispositivos. De esta manera se aseguraban una posición dominante en el mercado, con la connivencia de unos fabricantes que veían con buenos ojos el capital llegado desde California.
El problema es que las autoridades de Competencia de la Comisión Europea, encabezadas por la comisaria Margrethe Vestager, consideraron que esta práctica era abusiva y multaron a Google con 4.340 millones de euros, la cantidad más alta de la historia por un caso así, obligando a la compañía a modificar la forma en la que operaban.
Pagar por el 'Made in Google'
La decisión ha debido funcionar, porque sí que han cambiado. Y si no, que se lo digan a los fabricantes, que ahora tendrán que crear un nuevo apartado en sus presupuestos con el nombre Made in Google.
Porque Android seguirá siendo gratis, como ha sido siempre, pero si las marcas quieren ofrecer algo más que un sistema operativo básico tendrán que gastarse el dinero. Todavía no se conocen las cantidades exactas, pero deberían ir ahorrando.
Con esta decisión del gigante que dirige Sundar Pichai, a los fabricantes les quedan tres caminos: el primero es el de dar a sus usuarios un Android sin aditivos y sin Play Store, obligándoles a buscarse la vida para obtener aplicaciones básicas. El segundo pasa por quedarse Android y aplicaciones como Gmail o YouTube, pero no el buscador Chrome, gran baza de la compañía de Mointain View. El tercero, por supuesto, es pasar por caja y mantenerse como hasta ahora.
La decisión es complicada, pero a las marcas que fabrican smartphones les va a costar separarse de la comodidad que da Android y aplicaciones tan básicas como Google Maps, Gmail o YouTube. Lo más probable, como ya habrán pronosticado en el cuartel general de la empresa estadounidense, es que muchos opten por pagar.
Este cambio no significa que Google acepte sin rechistar la multa de la Comisión Europea. Hace apenas unos días la compañía presentó la documentación necesaria para apelar la histórica sanción, con la esperanza de que los tribunales eviten que se rasque el bolsillo.
Hasta ahora, las disputas en materia de competencia con las autoridades europeas le han costado a Google 6.700 millones de dólares, casi 5.850 millones de euros, entre los problemas de abuso de mercado con Android y los de posición con Google Shopping, a la espera de que se resuelva el caso de Google Ads que podría poner más ceros en la factura.
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