Resultan incontables las veces que ha sido pronosticada la recuperación de la banca europea en bolsa. Tantas como esas expectativas se han visto frustradas. Desde el estallido de la crisis financiera, en septiembre de 2008, las entidades europeas han ido encadenando sinsabores sin encontrar un alivio continuado a sus males.
Los resultados saltan a la vista: el índice bancario del EuroStoxx, que agrupa a los 24 bancos cotizados más importantes de la Eurozona, se mueve hoy en los mismos niveles que en el verano de 2016, cuando el referéndum del Brexit hizo zozobrar los mercados de la región; en idénticas cotas a las que tocaba en agosto de 2012, cuando el presidente del Banco Central Europeo (BCE) empezaba a pergeñar su plan para salvar a Europa de la desgarradora crisis del Euro; y, más significativamente, un 66% por debajo de los valores que registraba en el verano de 2008, poco antes de que el hundimiento de Lehman Brothers desatara una tormenta de la que aún no ha logrado restablecerse.
Y no lo ha hecho porque cada vez que el sector atisba una mejora en su escenario surgen nuevos escollos en su camino que dificultan la remontada. Y los más recientes tienen su origen en España e Italia. Solo desde el inicio de octubre, la banca de la Eurozona ha visto esfumarse cerca de un 9% de su valor.
En este descalabro, la banca española ha tenido una participación significativa. No en vano, entidades como Sabadell, Bankia o CaixaBank acumulan en el mes descensos entre el 20 y el 12%, mientras que los que mejor han soportado el temporal, Bankinter, BBVA y Santander, se han dejado entre un 8 y un 6% de su valor.
La venta de productos sectoriales como los ETF golpean al conjunto de las entidades aunque los problemas sean particulares
El tropiezo de la banca española, motivado en gran medida por la polémica en torno a los impuestos hipotecarios -la agencia de calificación DBRS calcula que en el peor de los casos podría llegar a costarle cerca de 17.000 millones de euros al sector-, responde a una cuestión particular del sector en España y su importancia para el conjunto del sector en Europa viene motivada por el peso que tienen los bancos españoles en los índices sectoriales. La venta de productos sectoriales, como los ETF de banca, para reducir exposición a las entidades españolas acaban pasando factura al conjunto del sector.
En cualquier caso, más trascendencia para el conjunto de la banca europea tiene la incertidumbre generada por la situación en Italia, donde la actitud del Gobierno amenaza con abrir un frente de conflictos con Bruselas. Esta situación se ha plasmado ya en un fuerte castigo de la deuda italiana -la prima de riesgo trasalpina ronda ya los 320 puntos básicos-, con el consiguiente impacto en las carteras de bonos que mantienen las entidades financieras del país. Pablo García, analista de Alphavalue en España, recuerda que al contrario que en la mayor parte de Europa la reestructuración de la banca "está a medio hacer", por lo que algunas entidades pueden ser vulnerables a las turbulencias de la deuda.
En ese contexto, entidades como UBI Banca y Popolare de Emilia Romagna se han dejado más de un 20% de su valor en el último mes, mientras que UniCredit e Intesa San Paolo también rozan el 20% de recortes en ese mismo periodo.
El riesgo de contagio de las tensiones italianas a otros países -que ya se ha reflejado tímidamente en los movimientos de la deuda española o portuguesa- es uno de los caminos más evidentes por los que la crisis italiana puede llegar a convertirse en una amenaza general para la banca europea y otra razón por la que los inversores han agudizado su recelo hacia el sector en los últimos tiempos.
Un entorno complicado
Sobre todo porque estas amenazas caen -una vez más- en un escenario poco favorable para la banca. El sector lleva esperando como agua de mayo desde hace años un repunte de los tipos en la Eurozona que resulta esencial para sus márgenes de negocio. Pero si Draghi ya adelantó el pasado junio que el BCE no se plantea elevar los tipos de interés antes del próximo verano, la atonía que muestran los datos de inflación en la Eurozona aleja aún más si cabe la expectativa de ese cambio de escenario.
A esto se suma la creciente sensación de que la recuperación de la economía europea y global pierde fuelle de forma acelerada, lo que supone, obviamente, un contratiempo para las perspectivas de negocio de los bancos de la región. "No hay un sector más dependiente del ciclo económico que la banca", afirma García.
Los expertos resaltan que tras perder más de un 30% en nueve meses el sector muestra valoraciones muy atractivas
En este escenario, a la banca no le queda otra bandera a la que agarrarse que a la de su valoración. Y es que tras perder más de un 30% de su valor en los últimos nueve meses, "los bancos europeos están cotizando a ratios muy baratas, solo justificables en un escenario de casi recesión", explica Juan Carlos Castillo, analista de Capital Bolsa, para quien la caída de los últimos meses responde a una sobrerreacción ante el deterioro del entorno macroeconómico.
También en Bankinter, donde resaltan el potencial de entidades como Bankia, Intesa Sanpaolo o ABN Amro, insisten en que las valoraciones del sector resultan atractivos, las rentabilidades por dividendo son atractivas y el entorno (los tipos y la actividad) mantienen aún una tendencia favorable
Con esos argumentos, la banca confía en escapar, más pronto que tarde, a la dinámica negativa en la que ha vuelto a verse sumido el sector en los últimos tiempos. Pero dejar atrás los efectos de una década perdida precisarán de razones mucho más sólidas para recobrar la fe de los inversores.
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