Resultados perfectos, productos de calidad, y mejor trato personal y profesional. Estas suelen ser las tres promesas fundamentales que publicitan casi todos los centros de peluquerías low cost, una modalidad que no para de crecer y asentarse en España, consumiendo el terreno de los salones tradicionales.
En general, en nuestro país existen unas 50.000 peluquerías (una por cada 950 habitantes), una cifra que sobresale respecto a las registradas en otros países del bloque comunitario como Portugal, Alemania, Francia o Italia donde encontramos un salón por cada 1.400 o 1.500 habitantes, de acuerdo con datos facilitados por la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa).
La abultada cifra de establecimientos enriquece a un sector que genera 4.000 millones de euros anuales y emplea a más de 150.000 personas, con evoluciones ligeramente superiores al 2%. Sin embargo, los números no son tan halagüeños para una parte de los salones -en concreto para el 35% del total- que se sitúan en los límites de la rentabilidad o utilizan la fórmula de la auto subsistencia.
En concreto, la parte del pastel correspondiente a la tendencia low cost se reparte fundamentalmente entre salones tipo franquicia; locales regentados por peluqueros extranjeros y que dan servicio a ciudadanos de terceros países por módicas tarifas; o "salones de barrio con perfil de cualificación y servicios bajo", agregan desde la asociación.
En España, los salones low cost se reparten entre franquiciados; centros regentados por peluqueros extranjeros o salones de barrio con perfil de cualificación bajo"
Lejos de verse afectados por la crisis económica -más bien se benefician de ella- las peluquerías de bajo coste se han convertido en todo un filón de negocio en numerosas ciudades españolas, sobre todo gracias a la posibilidad que ofrecen muchas de estas firmas de constituir franquiciados.
Cadenas como Peluquerías Low Cost (PLC); Marco Aldany; Oh My Cut!; o Spejo's, entre otras, son algunas de las marcas encargadas de hacer crecer un sector asfixiado por la crisis. Este factor unido a la subida del tipo impositivo del IVA hasta su punto máximo -se gravó del 8% al 21% en 2012- hizo que el negocio de peluqueros y peluqueras entrase en una debacle que provocó el cierre de 8.000 peluquerías en el primer semestre de 2013, cerca del 20% del total. En un escenario en el que España trataba de ahorrar hasta el último céntimo en productos básicos, un peinado o un tinte ya no podía ser considerado como un servicio de primera necesidad.
El sector estaba de capa caída, hasta que comenzaron a copar las calles españolas peluquerías en su versión low cost, con precios que oscilan entre los cuatro y siete euros en cortes para ellos; entre seis y 12 para ellas (suelen llevar incluido lavado o peinado); tintes desde 10 euros; o mechas desde 13. Y no solo eso. Muchos de estos negocios comenzaron a incorporar servicios adicionales en el mismo establecimiento, como manicura, tratamientos faciales o masajes, todo ello a precios que rompen con los de la competencia al tiempo que utilizan, aseguran, "productos de máxima calidad".
Un ejemplo perfecto de estos datos es la firma sevillana Peluquerías Low Cost. Comenzaron su andadura en el año 2013 y, a día de hoy, acumulan 600 locales repartidos por toda España, una expansión que posiblemente sume "a finales de año o principios de 2019" nuevos locales en el extranjero, en concreto en Italia y Portugal. Su volumen de negocio es, a día de hoy, de 108 millones de euros, una cifra que contrasta con su listado de precios: tintes a cinco euros (10 en caso de que contengan amoníaco); tratamiento de keratina por 10 euros; bótox capilar por 25; o mechas desde 15 euros. También ofrecen otros servicios que nada tienen que ver con el pelo, como extensiones de pestañas (25 euros); uñas de gel (20 euros); sesiones de maquillaje (desde 25 euros); o tratamientos corporales (desde 20 euros).
¿Cómo lo hacen?
PLC se promociona en base a la calidad de productos fabricados por ellos mismos en Italia, al tiempo que otorgan al cliente "un trato profesional y cercano al mejor precio". Además, ofrecen la posibilidad de que cualquiera, con una inversión de 25.000 euros y un local habilitado, pueda tener su propio negocio dentro de la firma.
Entonces, con unas tarifas para el consumidor tan bajas y unos requisitos mínimos para inaugurar un local franquiciado, ¿de dónde abaratan las low cost para seguir registrando beneficios?
Voces críticas con este tipo de negocios lo achacan no solo a la "cuestionable calidad de los productos" sino, sobre todo, a la experiencia de los trabajadores que contratan.
Así lo denuncia en su canal de Youtube Maika, una ex trabajadora de la franquicia a la que despidieron, según su versión, "por ser demasiado profesional para una peluquería de bajo coste". Pero no es la única queja. Ex empleados de la compañía denuncian en foros de Internet el ingente volumen de trabajo al que se enfrentaban, que no tenía nada que ver con lo puesto por escrito en su contrato.
Pese a contar con más experiencia, los ex empleados que han querido compartir su testimonio coinciden en que el tipo de contrato es siempre de formación, bajo la promesa de mejorar las condiciones en un futuro próximo que nunca llega, y todo con "horario de jornada completa, contrato de media jornada y por menos de 550 euros", asegura una antigua empleada en una franquicia de Cantabria.
Sin embargo, el CEO de Peluquerías Low Cost, Juan Antonio Rodríguez, afirma en declaraciones a El Independiente que la realidad es distinta, basando su abaratamiento "tanto en los productos como en la forma de distribución". En este sentido, asegura que todos los útiles de peluquería son testados, ya que "no compramos nada que previamente no haya sido autorizado por nuestro equipo de formadores".
"Los precios bajos y nuestra forma exclusiva de distribución en gran formato, reduciendo los costes de packaging y sin intermediarios" constituye la fórmula para ahorrar que "trasladamos al precio final para el cliente". "El resto de marcas venden formatos más comerciales, más pequeños al público en general, mientras que nosotros no vendemos nuestro formato, sino que solo los aplicamos a nuestros salones", asegura Rodríguez.
La competencia vende formatos más comerciales, mientras que nosotros no vendemos nuestro formato, sino que solo lo aplicamos en nuestros salones"
Este modo de ahorrar costes no cuadra, no obstante, para el Juzgado de Instrucción 19 de Sevilla. Y es que franquiciados de la provincia andaluza, que trabajaban bajo la enseña de PLC, están siendo investigados por un fraude superior a tres millones de euros a la Tesorería de la Seguridad Social. En estos centros, todos los contratos de trabajadores eran de formación y, sin embargo, ningún asalariado cumplía uno solo de los requisitos para este tipo de convenios, repercutiendo negativamente tanto en derechos laborales como en su propia cotización a la Seguridad Social.
La investigación, por la que la Policía ha detenido a 37 personas, ha destapado que en los franquiciados la jornada de los empleados se podía extender hasta las 12 horas diarias sin apenas descanso, todo ello bajo un sueldo promedio de 480 euros al mes.
Desde la compañía han querido desvincularse de estos delitos alegando que el proceso se centra contra ex franquiciados particulares "que no tienen relación de ningún tipo con la firma" y, por ello, "no se debe responsabilizar a la marca de los presuntos actos ilícitos de terceros". El líder de la compañía defiende que su cadena actúa "conforme a la legalidad vigente" y que, por lo tanto, está completamente "al margen" de tales acusaciones. Por ello, no dudan de un buen porvenir para una compañía en plena "expansión nacional e internacional", y anuncian la apertura en 2019 de otros 40 centros repartidos por toda España.
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