Economía

Resorts de lujo, ciudades nuevas... Occidente no romperá con Arabia Saudí (hasta 2030)

La teocracia islámica prevé una inversión de centenares de miles de millones de euros en infraestructuras para reducir su dependencia del petróleo

Recreación de Al Faisaliya, uno de los grandes proyectos para expandir la ciudad sagrada de La Meca.
Recreación de Al Faisaliya, uno de los grandes proyectos para expandir la ciudad sagrada de La Meca.

El pasado jueves terminó el llamado Foro de Davos del Desierto, un encuentro empresarial promovido por Arabia Saudí oficialmente apodado Future Investment Initiative (FII). En el FII ha ocurrido, sin que se haya notado mucho, uno de los mayores actos de boicot occidental contra la monarquía absolutista desde la unificación del país en 1932: así son las protestas contra la dinastía Saud, resumidas en la ausencia de un puñado de consejeros delegados de potentes multinacionales, siendo la más sorprendente de todas ellas la de Uber (la empresa de transporte VTC está financiada por Arabia Saudí).

El FII era muy importante para los intereses de muchos fondos y por eso Total, HSBC, EDF o el consorcio español del AVE a La Meca no han secundado el boicot. Otros sí han hecho el vacío a los jeques, como Blackstone y Blackrock, Google, HSBC o Mastercard. A nivel político nadie ha ido más allá de Angela Merkel, que ha proclamado la "suspensión" de la venta de armas a Arabia Saudí. Una medida temporal para una teocracia que participa desde 2015 en una guerra en Yemen que nadie entiende en Occidente. Esta misma semana la coalición saudí mató a decenas de civiles -niños incluido- en un bombardeo sin repercusión mediática, comparado con el eco que ha tenido el terrible asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul.

La respuesta internacional: un puñado de ausencias de consejeros delegados al foro

Con Arabia Saudí nada importa para las principales potencias... hasta por lo menos 2030. Ni el sinsentido de Yemen, ni las ejecuciones de opositores que han vuelto a dispararse con el príncipe heredero, el poderoso Mohammed Bin Salman. Ni siquiera la financiación del terrorismo desde la Primavera Árabe, que ha tenido durísimas consecuencias en Barcelona, París o Londres. Porque ya ha echado a rodar la Saudi Vision 2030, un plan para reducir la dependencia del petróleo y desarrollar multimillonarias infraestructuras, entre ellas la construcción de una ciudad nueva transfronteriza con Egipto y Jordania estimada en medio billón de euros. La llaman NEOM.

¿Qué entra dentro de la Saudi Vision 2030? Una lista que formaría parte de los sueños de cualquier constructora: Al Faisaliya City, la ampliación de la ciudad sagrada de La Meca hacia la costa por valor de más de 20.000 millones de euros y que prevé alojar a más de seis millones de personas entre residentes y turistas -el peregrinaje sunnita es la segunda fuente de ingresos de Riad tras el petróleo-; la ampliación de la mezquita más importante de La Meca, Másyid al-Haram; resorts de lujo en el Mar Rojo -se discute si permitir el bikini a las mujeres occidentales-; el desarrollo urbanístico de un área yerma de Yeda, la ciudad más occidentalizada de Arabia Saudí (que se traduce en que a uno no lo miran mal si no es musulmán); al hilo de lo anterior, el rediseño total del centro histórico de Yeda, especialmente la cornisa que da al mar; un centro comercial descomunal en Riad... así hasta una veintena de obras faraónicas financiadas con un fondo público.

El 'know how' saudí deja mucho que desear y la teocracia necesita importar mano de obra

De momento son todo intenciones que podrían salir mal o griparse, advierten personas relacionadas con el Grupo Fomento. El know-how y la experiencia de las empresas de la monarquía arábiga dejan mucho que desear y por eso necesitan importar la mano de obra cualificada en cualquier proyecto de gran envergadura. Y ya lanzaron una ciudad nueva en 2005, la King Abdullah Economic City (KAEC, la futura City saudí) que no ha cumplido las expectativas de población y necesita habitantes.

Los problemas del AVE a La Meca adjudicado al consorcio español son un caso paradigmático: los principales retrasos se deben a la mala praxis saudí (estaciones defectuosas, plataforma de vía terminada fuera de plazo, quiebra de varias sociedades, malas conexiones de transporte con las terminales de alta velocidad). El Gobierno celebró el contrato en octubre de 2011 como un éxito de la Marca España pero hoy se afana por separar ambas cosas: lejos de tirar el dinero, los Saud son arduos negociadores y en ocasiones han chantajeado al consorcio, como el globo sonda proferido por un ministro saudí en diciembre de 2014 amenazando con quitar a España el Proyecto Haramain de alta velocidad.

El AVE a La Meca es un ejemplo de cómo la 'Saudi Vision 2030' podría tener problemas

Pero la expectativa de 2030 ya está creada, a pesar de posibles problemas de liquidez vinculados a la crisis energética o al conflicto con Yemen, que ha redirigido los recursos. Una lógica empresarial que obliga al equilibrismo: Siemens acaparó titulares esta semana al anunciar que su CEO no acudiría al Davos del Desierto. Pero la multinacional alemana está sin embargo presente en obras como el AVE a La Meca (en 2013 compró una de las firmas del consorcio, Dimetronic) y sus portavoces en España aseguran a este medio que la no asistencia del CEO de Siemens al foro no afecta a sus proyectos en Arabia Saudí. Realpolitik.

La sumisión española roza el ridículo: ni un solo gesto ha salido del Gobierno o las empresas

España ni siquiera ha tenido gestos. Una sumisión que roza el ridículo con una de las dictaduras más herméticas del mundo, semejante a Corea del Norte. Primero fue la portavoz del Gobierno, Isabel Celáa, quien declaró en septiembre que las armas vendidas a Arabia eran de "alta precisión" y "no se van a equivocar matando yemeníes"; a raíz de este lance El Mundo publicó que Pedro Sánchez no fue invitado a la inauguración de Al Haramain por tal circunstancia, a pesar de que PP y PSOE rechazaron esta misma semana en el Congreso el veto que proponía la izquierda parlamentaria con la abstención de Ciudadanos.

El colofón ha sido la asistencia completamente acrítica de personalidades españolas en el foro boicoteado. Tanto Alejandro Agag, yerno de Aznar, como el presidente del consorcio del AVE a La Meca, Jorge Segrelles, acudieron al FII. No se ha escuchado ni una denuncia de ningún empresario patrio. El consorcio asegura que la asistencia era imperdonable, porque se rubricó un contrato que contempla un pago extra de 210 millones de euros. "Un trámite formal", según Al Shula. Este medio ha contactado con Fomento y el consorcio para preguntar por alguna reacción al asesinato de Khashoggi. La respuesta ha sido el silencio.

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