Endesa e Iberdrola tienen que pedir el próximo año al Gobierno la renovación de las licencias de explotación de las centrales nucleares de Almaraz (Cáceres) y Vandellós II (Tarragona). En ambos casos los permisos expiran en 2020, pero tienen que solicitar al Ministerio para la Transición Ecológica su ampliación con un año de antelación.
Las dos eléctricas no confirman que vayan a pedir la renovación de los permisos, y siguen chocando de manera frontal y en público por el tiempo extra que deben seguir funcionando las plantas. Iberdrola apuesta por echar el cierre de todas sus nucleares cuando cumplan 40 años, y Endesa defiende una ampliación a largo plazo y alcanzar los 50 años en operación.
Almaraz (controlada en un 52,7% por Iberdrola, un 36% por Endesa y un 11,3% por Naturgy) cumple los 40 años de operación comercial en 2024, y Vandellós II (72% de Endesa y 28% de Iberdrola) lo hará en 2028. Sin embargo, sus licencias de explotación expiran en 2020 y los socios tienen que pactar si pedir renovarlas, pero en todo caso el gran punto de fricción sería el plazo por el que pedir esa renovación. Y parecen dispuestas a apurar los límites temporales: la presentación de la petición para Almaraz tiene que estar lista el próximo marzo y en junio la de Vandellós.
Contrato histórico con Enusa
Ambas eléctricas siguen sin desvelar pública y oficialmente su decisión de pedir la renovación de las licencias de ambas centrales, pero ya se preparan desde un punto de vista operativo para continuar con las centrales en funcionamiento. Tanto como para sellar un contrato de suministro de combustible nuclear y para realizar las recargas de ese combustible en las centrales de Almaraz, Vandellós y Ascó.
Endesa, Iberdrola y Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa) han cerrado un contrato con el grupo público Enusa para realizar hasta 24 recargas de combustible a los cinco reactores de las tres centrales nucleares: dos reactores en Almaraz, dos en Ascó y uno en Vandellós. Las eléctricas tenían contratado combustible y las labores de recarga para las tres centrales hasta este año, y el nuevo acuerdo garantiza el suministro para los próximos años. Las partes no desvelan el importe del acuerdo, pero Enusa presume que se trata del mayor contrato de su historia.
El contrato contempla la realización de ocho recargas en Almaraz (cuatro en cada reactor), cinco en Vandellós y once en Ascó (seis para Ascó I y cinco para Ascó II), según confirman a El Independiente fuentes conocedoras del contenido del acuerdo. Se han encargado las operaciones justo hasta cumplir los 40 años de operación de las centrales, más una recarga adicional en cada reactor que puede ser alternativamente para seguir operando o para cerrar. Además el acuerdo incluye cláusulas de rescisión del acuerdo en caso de cierre anticipado de las plantas.
La batalla por los 40 o los 50 años de vida
El futuro de la energía nuclear en España está en juego. El Gobierno dice seguir apostando por ir echando el cierre a las centrales nucleares según vayan cumpliendo 40 años de funcionamiento (lo que provocaría el apagón total en 2028), pero se muestra abierto a que las clausuras se hagan de manera escalonada y ordenada, lo que llevaría a algunas plantas más allá de este tope. La flexibilización del planteamiento se justifica en la necesidad de no hacer coincidir todos los cierres y los desmantelamientos de los reactores.
Endesa e Iberdrola son los principales operadores nucleares de España (Naturgy tiene sólo participaciones minoritarias). Entre ambas controlan todas las centrales atómicas del país, algunas por separado y otras de manera compartida. Pero las dos compañías tienen visiones muy diferentes sobre el futuro de las plantas.
Mientras que Endesa quiere que funcionen al menos hasta que cumplan todas 50 años, Iberdrola sostiene que las centrales le generan pérdidas y apuesta por cerrarlas a los 40 años. Y por eso se muestra partidaria, en principio, de las renovaciones de licencia ajustando los plazos a que no se superen las cuatro décadas de funcionamiento.
La amenaza de un agujero millonario
Las razones de Endesa para defender la ampliación a largo plazo de la vida de las nucleares tienen una motivación no sólo operativa (la nuclear concentra un 15% de la potencia instalada del grupo y un tercio de su producción eléctrica) sino también financiera. Y es que un apagón nuclear en España a lo largo de la próxima década tendría consecuencias millonarias inmediatas para los resultados de la compañía.
Endesa elabora su cuenta de resultados desde el último trimestre de 2014 dando por hecho que sus centrales nucleares acabarán funcionando 50 años (hasta ese momento lo hacía con 40 años) y así calcula el periodo de depreciación y amortización de sus activos nucleares, lo que le ha permitido a la eléctrica reducir los fondos que destina cada año a amortizar sus activos y, con ello, la compañía ha mejorado sus beneficios.
Si las centrales van cerrando según vayan cumpliendo los 40 años, Endesa tendría que disparar los fondos que cada año destina a la amortización de sus activos nucleares para cubrirla enteramente antes de su clausura. La eléctrica tendría que incrementar las amortizaciones en 190 millones de euros al año, según los cálculos que maneja la propia compañía.
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