Endesa e Iberdrola comparten accionariado en la mayoría de las centrales nucleares de España. Las participaciones mayoritarias son cambiantes las tiene una u otra eléctrica en según qué planta. Pero las decisiones sobre las centrales, al estar regidas por las denominadas agrupaciones de interés económico en que participan las compañías, han de adoptarse por unanimidad.
Una circunstancia que ha provocado un enfrentamiento entre los socios, porque los dos grandes operadores nucleares chocan frontalmente sobre los planes de futuro del parque atómico español. Mientras que Endesa quiere que las centrales funcionen al menos hasta que cumplan todas 50 años de funcionamiento, Iberdrola sostiene que las nucleares le generan pérdidas y apuesta por cerrarlas a los 40 años (todas las plantas españolas los irán cumpliendo entre 2021 y 2028).
Dos visiones diferentes que están provocando choques directos en los consejos de administración de las centrales nucleares y que deja en el aire su propio futuro, ya que en algunas plantas como Almaraz o Vandellós II la petición (o no) de renovación de la licencia de explotación es inminente –en 2019, porque expiran en 2020- y sigue sin haber acuerdo entre los socios sobre por cuánto tiempo pedir la ampliación de los permisos.
Ante este aparente bloqueo, las compañías empiezan a plantearse alternativas para desatascar la situación. Endesa, la más interesada por mantener abiertas las centrales a largo plazo, ha propuesto realizar intercambios accionariales para repartirse el control de las plantas y así que cada compañía decida sobre las centrales que quede bajo su manto, según confirman a El Independiente tres fuentes del sector eléctrico al tanto del proceso.
Endesa tiene participaciones mayoritarias en Ascó II, Vandellós II y controla en solitario Ascó I. E Iberdrola es el mayor accionista en Almaraz I y II, en Trillo y controla enteramente Cofrentes. La fórmula pasaría por que ambas compañías separaran sus caminos y se repartieran el control de las diferentes centrales para no seguir chocando por su diferente visión del negocio.
En principio, el planteamiento que se impone es que cada compañía se quede con las instalaciones en que hoy tienen mayoría en el capital, aunque todo queda pendiente de la valoración de los activos, de las inversiones necesarias en cada caso y los años de operación que acumula cada planta.
El intercambio accionarial, en cualquier caso, requeriría un cambio legal para hacer posible la reestructuración de las actuales agrupaciones de interés económico que gestionan las plantas. En principio, los socios con participaciones minoritarias en algunas plantas como Naturgy o EDP no participarían en el intercambio y se quedarían con sus paquetes minoritarios sin cambios.
Comprar todas las centrales
Para desencallar el conflicto, otra opción que las eléctricas están dispuestas a explorar pasaría por que Endesa compre todas o parte de las participaciones accionariales en manos de Iberdrola y se quedara como gran operador nuclear en España. Una opción que diferentes fuentes ven más improbable por quedar a expensas de la decisión del Gobierno sobre si establece un límite a la vida útil de las centrales españolas y, además, por la dificultad de que ambas compañías llegaran a un acuerdo sobre el precio a pagar
Y es que, para esta opción, el planteamiento de Endesa pasaría por abonar un importe apenas simbólico por los paquetes accionariales de Iberdrola, ya que si al grupo presidido por Ignacio Sánchez Galán “el negocio nuclear le genera pérdidas y está dispuesto a cerrar las centrales y asumir el coste de la clausura, debería estar conforme con desprenderse de todo casi a precio cero”, apunta un ejecutivo del sector nuclear.
Almaraz, en el punto de mira
Endesa e Iberdrola tienen que pedir el próximo año al Gobierno la renovación de las licencias de explotación de las centrales nucleares de Almaraz (Cáceres) y Vandellós II (Tarragona). En ambos casos los permisos expiran en 2020, pero tienen que solicitar al Ministerio para la Transición Ecológica su ampliación con un año de antelación.
Las dos eléctricas no confirman que vayan a pedir la renovación de los permisos, y siguen chocando de manera frontal y en público por el tiempo extra que deben seguir funcionando las plantas. Iberdrola apuesta por echar el cierre de todas sus nucleares cuando cumplan 40 años, y Endesa defiende una ampliación a largo plazo y alcanzar los 50 años en operación.
Almaraz (controlada en un 52,7% por Iberdrola, un 36% por Endesa y un 11,3% por Naturgy) cumple los 40 años de operación comercial en 2024, y Vandellós II (72% de Endesa y 28% de Iberdrola) lo hará en 2028. Sin embargo, sus licencias de explotación expiran en 2020 y los socios tienen que pactar si pedir renovarlas, pero en todo caso el gran punto de fricción sería el plazo por el que pedir esa renovación.
Iberdrola y Naturgy apuestan por pedir la ampliación de los permisos sólo hasta que las plantas cumplan 40 años, mientras que Endesa reclama a sus socios que la solicitud de renovación sea por 10 años. Las compañías, en cualquier caso, parecen dispuestas a apurar los límites temporales: la presentación de la petición para Almaraz tiene que estar lista el próximo marzo y en junio la de Vandellós. De momento sigue sin haber una solución pactada.
La guerra por los 40 o los 50 años
El futuro de la energía nuclear en España está en juego. El Gobierno dice seguir apostando por ir echando el cierre a las centrales nucleares según vayan cumpliendo 40 años de funcionamiento (lo que provocaría el apagón total en 2028), pero se muestra abierto a que las clausuras se hagan de manera escalonada y ordenada, lo que llevaría a algunas plantas más allá de este tope. La flexibilización del planteamiento se justifica en la necesidad de no hacer coincidir todos los cierres y los desmantelamientos de los reactores.
Endesa e Iberdrola son los principales operadores nucleares de España (Naturgy tiene sólo participaciones minoritarias). Las dos compañías tienen visiones muy diferentes sobre el futuro de las plantas.
Las razones de Endesa para defender la ampliación a largo plazo de la vida de las nucleares tienen una motivación no sólo operativa (la nuclear concentra un 15% de la potencia instalada del grupo y un tercio de su producción eléctrica) sino también financiera. Y es que un apagón nuclear en España a lo largo de la próxima década tendría consecuencias millonarias inmediatas para los resultados de la compañía.
Endesa elabora su cuenta de resultados desde el último trimestre de 2014 dando por hecho que sus centrales nucleares acabarán funcionando 50 años (hasta ese momento lo hacía con 40 años) y así calcula el periodo de depreciación y amortización de sus activos nucleares, lo que le ha permitido a la eléctrica reducir los fondos que destina cada año a amortizar sus activos y, con ello, la compañía ha mejorado sus beneficios.
Si las centrales van cerrando según vayan cumpliendo los 40 años, Endesa tendría que disparar los fondos que cada año destina a la amortización de sus activos nucleares para cubrirla enteramente antes de su clausura. La eléctrica tendría que incrementar las amortizaciones en 190 millones de euros al año, según los cálculos que maneja la propia compañía.
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