Poco ha durado la calma en los mercados financieros. El alivio que se respiraba este lunes por el anuncio de que Estados Unidos y China se habían concedido una tregua para negociar una acuerdo comercial ha saltado por los aires solo un día después.
Solo una batería de tweets del presidente estadounidense Donald Trump ha sido suficiente para recordar a los inversores que lo anunciado este fin de semana en Buenos Aires no supone más que una pausa y que los riesgos de confrontación comercial entre ambos países siguen más que presentes.
Trump señaló que el estaría encantado de firmar un acuerdo comercial justo con China, pero volvió a advertir de su disposición a imponer nuevos aranceles a los productos del país asiático, calificándose a sí mismo como "hombre arancel".
Los sectores más sensibles a los aranceles, como el tecnológico, lideraron los recortes
Las palabras del mandatario estadounidense vienen a subrayar que los rimbombantes anuncios realizados tras su encuentro con su homólogo chino Xi Jinping -China aumentará la compra de productos agrícolas estadounidenses, rebajará los impuestos a la importación de vehículos- no dejan de ser promesas en el aire sin garantía alguna de concreción.
Los tweets de Trump fueron seguidos de un brusco vuelco en los mercados, con las compañías más sensibles a la guerra comercial -firmas tecnológicas, de automoción o materias primas- encajando el golpe más severo. Caterpillar, Boeing e Intel lideraron los recortes en el Dow Jones, mientras que Apple y Amazon se dejaban más de un 4 y un 5%, respectivamente.
Los principales índices de Wall Street encajaron, de este modo, su mayor caída desde el pasado octubre, con el Nasdaq registrando el peor rendimiento, con una caída próxima al 4%. El Dow Jones y el S&P 500 también superaron el 3% de caída, borrando con creces las ganancias de la jornada previa.
El fantasma de la recesión
La virulenta reacción del mercado a los mensajes de Trump no puede explicarse, no obstante, sin considerar la creciente preocupación por la situación de la economía estadounidense y el impacto que puede tener en ella la política de subida de tipos de la Fed.
Este martes, John Williams, presidente de la Fed de Nueva York, señalaba que la fortaleza prevista de la economía estadounidense justifica que el banco central estadounidense siga elevando los tipos de interés. Este mensaje ha difuminado el alivio generado por el presidente de la Fed, Jerome Powell, al afirmar en un reciente mensaje que los tipos estaban próximos a su tasa neutral, lo que fue entendido como una señal de que las subidas de tipos podrían aminorarse el próximo año.
A pesar de que Estados Unidos sigue arrojando unas cifras muy positivas de crecimiento y se espera que, aunque algo menos, éstas se mantengan el próximo año, algunos datos preocupantes -especialmente en el sector inmobiliario- han azuzado algunos miedos a que el prolongado ciclo de expansión que ha vivido la economía estadounidense desde la crisis financiera de 2008 pueda estar próximo a su fin.
La inversión de la curva de tipos es vista como un mal augurio para la economía
Con ese riesgo, más o menos justificado, en el horizonte, son muchos los que temen -el propio Trump ha mostrado sus recelos al respecto- que las subidas de tipos de la Fed acaben por estrangular el crecimiento.
La mejor muestra del desconcierto inversor quedaba reflejada este martes en el mercado de bonos. Contra lo que cabría esperar, las palabras de Williams se tradujeron en descensos de las rentabilidades de la deuda a largo plazo -el interés del bono estadounidense a 10 años recortó cinco puntos básicos y se situó en mínimos de tres meses-, mientras que los plazos más cortos si incrementaron sus tipos.
De este modo, llegó a concretarse la temida inversión de la curva de tipos (básicamente, que un bono a un plazo más corto, en este caso, el de tres años, presente una rentabilidad mayor que otro de mayor plazo, como sería el de 5 años en esta ocasión).
Este fenómeno está considerado por muchos analistas como un indicador muy fiable de una futura recesión, ya que, supuestamente, refleja la convicción del mercado de que una subida de tipos en el corto plazo no será sostenible a largo. En este sentido, el afamado inversor Jeffrey Gudlanch ha señalado que la situación del mercado de bonos "apunta a que la economía está lista para debilitarse".
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