De poco sirven los continuos llamados a la calma de las firmas de análisis, la sucesión de datos macroeconómicos que, pese a haber perdido lustre, siguen dibujando un escenario de expansión económica a nivel global o las proyecciones de los empresarios, que sin ignorar las dificultades, siguen pronosticando una trayectoria al alza para sus negocios.
Entre los inversores se ha extendido la sensación de que algo feo se avecina y ese temor es capaz de zarandear a los mercados con una intensidad propia de situaciones límite.
Este lunes, las bolsas europeas han sufrido un correctivo severo, que envía los principales índices a sus niveles más bajos en dos años. El Ftse Mib italiano, el Dax alemán o el Cac 40 francés, sin excepción, experimentaron recortes que rozaron el 3,5%. Y no fue mejor el desempeño del Ftse 100 británico, que a las puertas de un Brexit para el que aún no se sabe si habrá acuerdo se aleja ya un 15% de los máximos que registró hace solo siete meses.
Los grandes índices europeos vuelven a situarse en sus niveles más bajos en dos años
Bancos, farmacéuticas, fabricantes de coches o cerveceras se vieron arrastrados por una ola de desconfianza que apenas permitió supervivientes.
Tampoco, obviamente, en el mercado español, donde el Ibex vio esfumarse un 2,75% de su valor, situándose por debajo de los 8.800 puntos, en lo que representa su mayor castigo en 14 meses. Si Dia volvía a dejarse algo más del 9%, agudizando una frenética carrera por consumir todo su valor, no le iban muy a la zaga valores como Cie Automotive, Arcelor y Repsol, con recortes entre el 6 y el 4,9%.
Los miedos del mercado se vieron azuzados este jueves por el arresto de la hija del fundador de la firma china de móviles Huawei. La detención de Sabrina Meng Wanzhou, ocurrida en Canadá a petición de Estados Unidos, que la acusa de violar las sanciones a Irán, ha sido leída por los inversores como un nuevo obstáculo en las relaciones entre la Casa Blanca y el Gobierno chino, que podría hacer tambalear la débil tregua comercial firmada el pasado fin de semana y sobre la que la confianza ya era muy reducida.
Estos temores también se hacían notorios en Wall Street, donde a media sesión las caídas de los principales índices se situaban entre el 2 y el 1,5%.
La ruidosa acogida a estas noticias sobre el parqué refleja que los inversores han marcado el conflicto comercial entre las dos grandes potencias mundiales como el principal factor de riesgo que puede dar al traste con un ciclo de crecimiento al que se le acumulan los desequilibrios y empieza a dejar muestras de agotamiento.
Mala señal por parte de los bonos
Si hace apenas unos meses era la subida de las rentabilidades de los bonos la que ponía en alerta a los inversores, ahora es el movimiento inverso, la caída, el que es entendido como la prueba de que el mercado se acerca a un giro doloroso.
Cuando se supone que resta menos de un mes para que el BCE ponga fin a sus compras de bonos y menos de un año para que inicie la subida de los tipos de interés de la Eurozona, la rentabilidad de los bonos alemanes descendió este miércoles a sus niveles más bajos del año, contradicción que podría reflejar la creencia de que el plan de Mario Draghi podría encallar por el camino.
La caída de rentabilidad del bono alemán muestra desconfianza sobre el plan de normalización del BCE
Pero también en Estados Unidos los bonos de largo plazo prosiguen su descenso hasta niveles de septiembre, agudizando el aplanamiento de la curva (que los bonos de corto plazo tengan rentabilidades muy próximas a los de largo plazo) y, con ello, el nerviosismo inversor, que ven en esto otra señal de peligro.
En este escenario, ni siquiera lo que podría entenderse como una señal positiva, el descenso de los precios del crudo, es capaz de animar a los inversores. Al contrario, el fuerte revés sufrido por los precios del petróleo en los últimos dos meses -agudizado este jueves ante las señales de que la OPEP no implementará un recorte suficiente de producción- ha traído a la memoria de los inversores las dificultades sufridas en el primer tramo de 2016, cuando el hundimiento del barril de Brent provocó unas distorsiones económicas en múltiples países -incluido Estados Unidos- capaces de anular con creces los beneficios de una energía más barata.
Con todo esto sobre la mesa, los analistas se siguen mostrando desconcertados por el rumbo de los mercados. Los números, las valoraciones parecen indicar que la situación es favorable para un rebote de las grandes bolsas. "Estas cifras solo se justifican si se piensa que lo viene detrás es un tropiezo mayúsculo de la economía", repiten unos y otros con insistencia. Ese no es el escenario de la mayor parte de las firmas de análisis. Pero los inversores hace tiempo que no lo ven tan descabellado. Y cambiar esas sensaciones, con tantos frentes abiertos en el horizonte, no parece nada sencillo.
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