El Banco de España ha presentado este viernes las nuevas proyecciones macroeconómicas para el periodo 2018-2021, en las que constata que la economía española se mantuvo "estable" a lo largo de este año, para el que los analistas predecían una leve desaceleración, pero avisa de que esta será ya inevitable en 2019, más aún si se materializan riesgos como un "hipotético repunte de las tensiones políticas en Cataluña".
El banco emisor vuelve a lanzar esta advertencia una semana antes de que la escalada de tensión en la comunidad autónoma cristalice el próximo 21 de diciembre (21-D), coincidiendo con la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona.
De recrudecerse el conflicto catalán, el Banco de España concreta que "podría afectar adversamente al crecimiento económico, especialmente en esa comunidad autónoma".
Hasta entonces, el balance es bueno. La economía española habría crecido un 0,6% intertrimestral en el último cuarto del año, en comparación con un debilitamiento en el entorno europeo, gracias principalmente a la entrada en vigor de los Presupuestos de 2018 a mitad de año, que incluían incrementos de rentas para pensionistas y funcionarios, y una rebaja del IRPF para las rentas más bajas. Todo ello en un contexto de abaratamiento del petróleo.
Sin embargo, aunque algo más tarde de lo previsto, la desaceleración será un hecho en los próximos años, según el Banco de España. Será la consecuencia acumulada del fin de la política monetaria expansiva del BCE, pero también del deterioro del sector exterior en plena batalla comercial internacional.
Por ello, el Banco de España ha rebajado la previsión de crecimiento para este año una décima, hasta el 2,5% --por un menor crecimiento esperado a principios de año--, y aunque mantiene el 2,2% previsto en septiembre para 2019, recorta otra décima para 2020 y 2021, con tasas del 1,9% y el 1,7%, respectivamente.
En paralelo, los precios energéticos dejarán de empujar al alza los precios. Sin embargo, el hecho de que la economía siga creciendo por encima de su potencial, hace que se produzca un efecto inflacionista. Es decir, la inflación subyacente (sin precios energéticos ni alimentos frescos) subirá porque la demanda superará la capacidad potencial de producción de la economía.
Como resultado, el Banco de España espera una moderación de los precios en 2019, hasta el 1,6%, antes de repuntar levemente en 2021 al 1,7%.
El lastre del sector exterior
Por su parte, el informe prevé que la aportación negativa de la demanda exterior al crecimiento del PIB se mantendrá, aunque tenderá a disminuir en los próximos año. Mientras tanto, el consumo privado se verá favorecido por la creación de empleo, pero, sobre todo, por el aumento de los salarios a medida que se vaya desacelerando la economía.
El hecho de que sean los salarios los que tiren del consumo hará que su potencial como motor de la economía sea menor, puesto que el empleo es un mayor sustento de la demanda de acuerdo con la literatura económica.
Otros elementos remarán a favor del consumo también. Es el caso de la reciente sentencia del Tribunal Supremo, que ha declarado exentas del IRPF las prestaciones por maternidad, lo que aportará mayor poder adquisitivo a las familias.
Nulo efecto del SMI
En cambio, el Banco de España asegura que el incremento del salario mínimo hasta los 900 euros al mes en 2019, tras una subida del 22,3%, tendrá un efecto nulo sobre la demanda. La razón es que el efecto al alza sobre el salario medio se verá compensado por una pérdida de empleo de similar magnitud.
En último término, a medida que el consumo se vaya desacelerando, también lo acabará haciendo la inversión empresarial, aquejada de menor demanda final y del incremento de la incertidumbre ligado al aumento de las tensiones comerciales.
Menor creación de empleo
Ralentización del consumo, de la inversión...todo ello llevará a una moderación de la creación de empleo en comparación con los ritmos observados en los últimos años. En cualquier caso, la tasa de paro seguirá reduciéndose hasta situarse algo por encima del 12% en 2021.
En último término, como en informes anteriores, el Banco de España arroja un panorama de reducción del déficit sombrío. Para empezar, prevé que el saldo negativo de las cuentas públicas se sitúe en el 2,7% del PIB en 2018, por encima del 2,2% aún comprometido con Bruselas, y que, en ausencia de medidas, no caiga hasta el 1,8% en un plazo de cuatro años, en 2021.
Además, entre tanto se producirá un deterioro del déficit estructural, precisamente el indicador que la UE ahora urge a reducir en tanto que España, al reducir su déficit por debajo del 3,1% del PIB, saldrá este año del brazo correctivo de Bruselas, para entrar en el preventivo, en el que la evolución del déficit estructural en el medio plazo es clave.
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