Por unas semanas todo el mundo hablaba del bitcoin. Incluso, en ambientes poco dados a conversaciones financieras se podía respirar un inusitado interés por el auge de las criptomonedas. La noticia de que aquellas poco conocidas monedas virtuales estaban batiendo récord tras récord y engordando las ganancias de sus propietarios alimentaba el atractivo para inversores y ciudadanos de a pie, que veían ante sus ojos la oportunidad de acumular ganancias sin casi ningún esfuerzo.
El 17 de diciembre de 2017, el bitcoin alcanzaba máximos históricos, por encima de los 19.000 dólares. Desde el inicio del año, la moneda virtual había acumulado una revalorización cercana al 2.000%. Y de su mano, el universo general de las monedas virtuales experimentaba un crecimiento solo equiparable a las burbujas más llamativas de la historia. Y sin embargo, eran muchos los que por entonces se atrevían a pronosticar que aquel era solo el inicio de una escalada de largo plazo, justificada porque las criptomonedas venían a cambiar el mundo del dinero.
Este lunes se cumple un año de aquello, aunque en algunos sentidos parece que hubiera pasado un mundo. Tan pronto como las alzas del bitcoin acapararon la atención de informativos y conversaciones populares, su posterior hundimiento le desterró de las mismas. La mayor moneda virtual celebra su aniversario con ganancias en el día que llegan a superar el 4%, pero que apenas logra restañar las heridas acumuladas en estos doce meses de desplomes.
El valor de mercado de las criptomonedas se ha hundido en más de 700.000 millones de dólares desde inicios de año
El bitcoin se mueve actualmente en torno a los 3.500 dólares, un 81% por debajo de sus máximos históricos, liquidando todo lo ganado desde agosto de 2017. Una caída que ha sido secundada por la mayor parte de sus iguales: el mercado de criptodivisas, que llegó a superar los 800.000 millones de dólares de valoración a inicios de 2018, suma actualmente unos 108.000 millones de dólares de capitalización. Un 86% de su valor total se ha esfumado a lo largo del ejercicio.
Muchas son las razones que pueden alegarse para justificar este hundimiento, pero todas ellas deben leerse desde los excesos cometidos antes. Un aforismo habitual en los mercados financieros invita a no invertir en aquello que no se entienda y lo cierto es que pocos de cuántos se aproximaron al bitcoin a finales de 2017, alentados por su escalada, contaban con una idea cierta de los fundamentales que, supuestamente, hacían de aquella una buena inversión.
La sucesión de noticias negativas relacionadas con las monedas virtuales, en torno a sus riesgos regulatorios o la difícil adopción de las mismas en los mercados financieros tradicionales han servido de detonante de unas caídas posteriormente retroalimentadas por la huida precipitada de quienes solo apostaron por ellas creyendo que se trataba de una garantía de ganancias. Esta burbuja fue "consecuencia desafortunada de la codicia humana y el pensamiento a corto plazo", considera Clement Thibault, analista senior de Investing.com.
Los expertos creen que las monedas virtuales pueden tener futuro, pero cómo se configurarán supone una incertidumbre fundamental
El analista ve improbable que la moneda virtual sea capaz de reemprender la escalada en 2019 hasta nuevos máximos. Pero esto tampoco debe entenderse, advierten los expertos, como la confirmación del fracaso de las criptomonedas y, mucho menos, de la tecnología blockchain en la que se sustentan.
Las ventajas de este sistema para la gestión de los pagos transnacionales son evidentes y ya son muchas las entidades financieras que trabajan en su desarrollo. Y también las criptomonedas ofrecen un elevado potencial para la transmisión eficaz de la política monetaria de los bancos centrales. De hecho, son varias las ocasiones en las que banqueros centrales han abierto la puerta a introducirse en este mundo.
Pero precisamente por esto, por esas dudas sobre quién o quiénes dirigirán este nuevo entorno monetario y qué tecnologías pueden salir victoriosas son muchas las incertidumbres que rodean a este tipo de activos como para considerarlas, desde el punto de vista de la inversión, poco más que una apuesta binaria en el que las ganancias o las pérdidas dependen casi plenamente del azar.
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