Un modelo triunfador, capaz de soportar las tormentas externas. Durante mucho tiempo, ese ha sido el mensaje que han tratado de transmitir desde Inditex y que buena parte del mercado ha comprado.
Su modelo integrado de negocio en tienda y online, su flexibilidad para adaptarse a las tendencias cambiantes de la moda, sus infraestructuras logísticas a nivel global o los bajos costes de adquisición de producto son algunos de los argumentos frecuentemente aducidos para defender que el de Inditex es un modelo superior al de su competencia.
Son esos factores los que han permitido a la empresa que dirige Pablo Isla mantenerse, durante los últimos meses, a resguardo de las turbulencias que han azotado al sector del retail. Tras un débil arranque de año, la matriz de Zara se presentaba a inicios de diciembre un 15% por encima de los niveles registrados nueve meses antes. En ese mismo periodo, el índice sectorial del consumo minorista en Europa apenas logró recuperar un 2% de su valor -gran parte del mismo debido, precisamente, a la remontada de Inditex.
Pero ahora que las dudas vuelven a arreciar sobre el conjunto de la industria textil, Inditex ha dejado de ser una excepción para verse arrastrada por la avalancha de desconfianza que se extiende entre los inversores. Este lunes, ha sido el operador online Asos el que ha encendido las alarmas del mercado. La compañía ha presentado unas cifras de negocio decepcionantes, que le han obligado a recortar su previsión de crecimiento en el año al 15%, frente al 20-25% proyectado inicialmente. El impacto de la noticia ha sido notorio: sus acciones se han desplomado cerca de un 40% en la sesión.
El descalabro de Asos ha arrastrado este lunes al conjunto del sector por las dudas que proyecta sobre el futuro de la industria en Europa
Pero las dudas de Asos no han tardado en extenderse al conjunto del sector en Europa. Otras firmas de comercio online como Booho.com o Zalando han sufrido retrocesos superiores al 10% y otras firmas más centradas en la venta en tienda, como H&M o Debehams han experimentado recortes por encima del 8 y el 7%, respectivamente.
Los inversores hace tiempo que están acostumbrados a ver debilidad en las cuentas de las firmas tradicionales del sector. Grupos como H&M han sufrido de forma notable en los últimos años el impacto de los cambios en los hábitos de consumo y el auge del comercio online. Pero precisamente lo que resulta una novedad que ha agudizado el desconcierto del mercado ha sido que esta debilidad se manifieste ahora en los competidores online, reflejando que contra lo que pudiera parecer la capacidad de crecimiento de este formato de consumo no es ilimitada.
En el caso de Asos, con buena parte de su negocio centrado en Reino Unido, resultado indiscutible el daño que la incertidumbre sobre el Brexit está provocando sobre la confianza de los consumidores. Pero la dirección de la firma británica también ha achacado la debilidad de sus cifras al mal comportamiento del negocio en mercados como Francia o Alemania, lo que puede entenderse como síntoma de la desaceleración económica que se extiende por el continente europeo. A esto se añade el problema estructural que representa para la industria del textil el estancamiento de la población en la región, que dificulta el crecimiento de los volúmenes en un entorno de elevada competencia.
La pasada semana, la patronal del textil en España, ya alertaba de que, a cierre de noviembre, el sector acumulaba una caída de sus ventas en el año del 2%, a pesar del fuerte esfuerzo en precios que están haciendo los distintos operadores a costa de su rentabilidad.
Desde junio de 2017, Inditex acumula recortes superiores al 35% que se han traducido en pérdidas de más de 40.000 millones de valoración
A esa fuerte competencia se refería recientemente Inditex, tras la presentación de sus resultados en el tercer trimestre de su año fiscal. El gigante del textil español presentó entonces una meritoria mejora de sus márgenes, que explicó por su negativa a sumarse a la fuerte guerra de precios en la que se halla inmerso el sector. Esa decisión, no obstante, se tradujo, sin embargo en una evolución de las ventas que defraudó todas las expectativas pese a superar todos los registros históricos de la compañía. El 3% de crecimiento registrado en los primeros nueve meses de 2018 representa la cifra más baja en más de una década.
Es cierto que en buena medida esta ralentización responde al efecto de las divisas, que tienen un impacto muy notorio sobre empresa que ya tiene negocio en más de 200 países. Pero para una compañía que cotiza a valoraciones muy superiores a las de sus competidores, por su probada capacidad de crecimiento durante años, la evidencia de que su expansión pierde fuelle de forma acelerada se ha traducido en una creciente desconfianza que le hace cada vez más vulnerable a las dudas del sector. Este lunes, el tropiezo de Asos se ha convertido para Inditex en un revés del 3,87% que le conduce a sus niveles más bajos desde inicios de 2015.
Desde la presentación de resultados del pasado miércoles, Inditex ha encadenado cuatro caídas consecutivas en las que se ha dejado más del 10% de su valor. Así, su saldo en el año se sitúa ahora en caídas por encima del 16% duplicando así las pérdidas del año anterior y enfilando el que va camino de ser su peor año en bolsa desde el estallido de la crisis en 2008. Muy lejos han quedado los tiempos en que Inditex se codeaba con las mayores empresas de la bolsa europea, con un valor que rondaba los 115.000 millones de euros. Y lo cierto es que apenas ha pasado un año y medio desde entonces: un periodo en el que el grupo textil ha dicho adiós a más de 40.000 millones de capitalización.
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