El pasado 2 de agosto, Apple se convirtió en la primera cotizada del mundo en superar el billón de dólares de valoración. Hasta el más agrio gestor hubiera montado una buena fiesta o, al menos, hubiera llevado unos pocos Manolitos para celebrarlo.
El idílico día en la no menos idílica Cupertino, sede del gigante estadounidense, ha terminado por convertirse en el inicio de una horrorosa racha para una compañía que, hasta hace bien poco, era una engrasada maquinaria de generar dinero y batir récords empresariales. ¿Qué ha podido ir mal?
El 3 de octubre de 2018 Apple estaba en la cresta de la ola. Su valor, nunca visto en Wall Street, se elevaba hasta los 1,1 billones de dólares, casi 965.000 millones de euros. A día 3 de enero apenas era capaz de capitalizar 676.000 millones de dólares, algo más de 590.000 millones de euros, despeñando por el camino casi 425.000 millones de dólares.
Desde que tocara sus niveles máximos a comienzos de ese décimo mes del año, con 233 dólares por acción, los títulos de la compañía se han desplomado un 40% y cerraron la jornada de este jueves a punto de perder los 142 dólares. Este descalabro le ha costado a Apple pasar a ser la cuarta compañía por capitalización, por detrás de Microsoft, Amazon y Alphabet.
"El valor se encuentra claramente en un mercado bajista y es obvio que, a medio plazo, no parece que la tendencia vaya a cambiar", explica Pinchas Cohen, analista de Investing.com, que considera sin embargo que "tras una caída tan pronunciada podríamos ver un repunte potencial al final de la corrección".
Las principales firmas de análisis han sucumbido al pánico de los inversores y han comenzado a rebajar sus precios objetivos para Apple. Goldman Sachs ha sido la más agresiva, recortando desde 240 a 140 dólares su precio para las acciones del fabricante, y advirtiendo de que todavía ve "potencial para una caída mayor a lo largo del 2019". Por su parte, UBS la ha rebajado de 210 a 180 dólares, JP Morgan desde 266 a 228 dólares, mientras que Citi ha hecho lo propio desde 200 a 170 dólares.
"Un precio que podría atraer mucha demanda sería el de los 130 dólares", considera Cohen, recordando que Apple ya estuvo allí "entre mediados de 2015 y mediados de 2016 antes de que las cifras de ventas del iPhone volvieran a equilibrar el ratio oferta y demanda".
Apple publicará sus resultados en los primeros días de febrero, tras cerrar el primer trimestre del ejercicio 2019 el pasado 29 de diciembre, momento en el que, si los números son buenos, podría comenzar una remontada que devuelva al valor a su posición de privilegio.
De momento, la compañía ha decidido rebajar sus previsiones de ingresos desde el entorno de los 91.000 millones de dólares, casi 80.000 millones de euros, hasta los 84.000 millones de dólares, casi 74.000 millones de euros. Eso supondría un descenso en la facturación del habitualmente potente primer periodo, algo que no había ocurrido en la última década.
iPhone, para bien o para mal
La suerte de Apple será la del iPhone, para bien o para mal. Es el dispositivo estrella, el que más dinero lleva a las arcas de la compañía y el que marca el rumbo de la que hasta ahora era la mayor empresa del mundo. Y está en crisis.
El iPhone X -léase ten- inauguró una nueva era en Apple, pero también en los smartphones en todo el mundo, con su notch en la parte superior de la pantalla. ¿Queda hoy algún teléfono que no la lleve? Los ingenieros de Cupertino consiguieron marcan tendencia y tanto crítica como usuarios respondieron regalando a la compañía los mayores ingresos trimestrales que una empresa cotizada había registrado en la historia.
El problema es que, 12 meses después, llegó al mercado una nueva generación de iPhone que gritan desesperadamente "transición" en cuanto los miras. El Xs o el Xr son dispositivos continuístas, sin grandes aportaciones tecnológicas ni disruptivas. Sí, mejor cámara, mejor pantalla, son más rápidos, hacen más cosas... pero nada nuevo. De hecho, Apple ha tenido que recurrir a fabricar un teléfono enorme -las 6,1 pulgadas del Xs Max lo convierten en el más grande que nunca han fabricado- y a ponerle colores llamativos para conseguir atraer al público.
Y ni así. El propio Tim Cook , CEO de Apple, reconocía en una carta enviada a los inversores que los ingresos del iPhone serían "menores de lo previsto" y apuntaba a lo que Apple llama Greater China -la zona que incluye a China, Hong Kong y Taiwan y donde se vende uno de cada cinco iPhones- como culpaba de la crisis que ahora tendrá que gestionar.
"Anticipábamos desafíos en estos mercados emergentes claves, pero no habíamos prevista la magnitud de la desaceleración económica, sobre todo en China", explicaba Cook, aludiendo a la guerra comercial que están librando Washington y Pekín y que ha afectado, más de lo que ellos pensaban, a las cuentas de la mayor compañía con bandera estadounidense.
Los analistas de Nomura consideran que Apple vendió 65 millones de teléfonos en el primer trimestre de su ejercicio fiscal 2019, tradicionalmente el más fuerte por el empuje navideño, frente a los 73 millones que esperaban o los 75 millones en los que Wall Street había colocado sus esperanzas.
Desde Goldman Sachs todavía no ven "evidencias claras de un descenso en el apetito de los consumidores", pero sí que avisan de que "los ratios de reemplazo de los iPhones -lo que tarda un usuario en comprarse otro- son más sensibles a la economía ahora que la compañía está cerca de alcanzar su tasa de penetración máxima en el mercado".
Lo que el gigante de la inversión quiere decir es que ya hay muchos iPhones en el mercado, y que los elevados precios de las últimas generaciones están empujando a los compradores a mantenerlos más tiempo en uso antes de lanzarse a por el siguiente modelo. Y eso no le viene bien a Apple, claro.
¿Lo demás? Todo bien
El peso de las ventas del iPhone en el balance financiero de Apple es tan importante que es capaz de contrarrestar la excelente marcha del resto de áreas de negocio de la compañía. Servicios, Apple Store, Apple Watch, iPad... todos han mostrado una fortaleza que, sin embargo, al mercado se le antoja insuficiente.
"Es decepcionante tener que revisar nuestras estimaciones, pero otras áreas muestran una importante fortaleza, pese a los desafíos a los que nos enfrentamos", explicaba en su misiva Tim Cook, aludiendo a los récords que marcan muchas otras parcelas de negocio del gigante que comanda.
Puede que el iPhone ahora mismo no impresione, pero nunca había habido tantos dispositivos de Apple activos al mismo tiempo. Sólo en el último año hubo 100 millones de nuevos teléfonos, tabletas o relojes inteligentes funcionando, con un importante crecimiento más allá del smartphone gracias a que tienen una menos exposición a los vaivenes de la política monetaria.
Los servicios, algo en lo que Apple se está enfocando en los últimos ejercicios, facturaron 10.800 millones de dólares, casi 9.500 millones de euros, en primer periodo del año, según recogía la carta de Cook, demostrando que el objetivo de la compañía que pasaba por duplicar su importancia antes de 2020 es más que alcanzable.
Los wearables, por su parte, siguen con su buena marcha. Según Cook, los Apple Watch y los AirPods son "muy populares, sobre todo en las compras navideñas" y su popularidad ha aumentado un 50% respecto al año pasado, mientras que los iPad y los MacBook han recuperado fortaleza con las últimas actualizaciones.
Este batacazo bursátil puede ser algo circunstancial, pero lo cierto es que Apple necesita acelerar su estrategia para disminuir la dependencia del iPhone, algo en lo que llevan tiempo trabajando con algo más de calma de la que el mercado demanda.
Aun así, y siempre según palabras de Tim Cook, han conseguido cerrar el año 2018 con récords de facturación en Estados Unidos, Canadá, Alemania, Italia, Holanda, Corea del Sur y España, pese a que su penetración en estos mercados ya era importante. Crisis, sí. Pero vaya crisis.
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