El malogrado fichaje de Andrea Orcel como consejero delegado de Santander supone la ruptura entre UBS y la entidad que preside Ana Botín.
Según ha podido saber El Independiente, la división de banca de inversión del grupo español ya ha puesto el grito en el cielo. El comentario de "no vamos a volver a trabajar con los suizos" no tardó en llegar el lunes después de que se conociese que el ex directivo de UBS, que en abril tenía previsto incorporarse a Santander, no se convertirá finalmente en el número dos del banco.
El motivo: una disputa en torno a qué entidad -Santander o UBS- debía pagar al ejecutivo el bonus diferido acumulado durante los años que trabajó en el grupo helvético y que algunas fuentes cifran en torno a los 50 millones de euros.
Entre los que se han mostrado más consternados con las discrepancias entre ambas entidades figuran Javier Oficialdegui y Javier Martínez-Piqueras, ambos del equipo de confianza de Orcel en UBS. Los dos directivos asumen que han perdido al que hasta ahora era su mayor cliente en Europa: Santander.
Oficialdegui, responsable de la relación con los grandes clientes europeos del sector financiero de UBS, y Martínez-Piqueras, director global del área de mercados de capitales del mismo banco, lograban cuantiosos beneficios gracias a Santander. Un buen año, prolijo en operaciones, el banco suizo ha llegado a ingresar más de 100 millones de euros por la actividad de la entidad española.
Fuentes conocedoras aseguran que el conflicto se desató cuando el mayor banco de Suiza cambió su criterio en cuanto a la condición de Santander frente a él. En un primer momento, la entidad española, supuestamente, no era considerada competencia directa de UBS, por lo que Orcel tenía vía libre para desarrollar su nueva etapa profesional, trascurridos los seis meses de leave garden (periodo en el que el ejecutivo no puede trabajar para evitar conflictos de interés). En este caso, UBS pagaría al directivo la retribución variable diferida durante los próximos siete años.
Sin embargo, las mismas fuentes apuntan que UBS cambió de criterio y pasó a considerar a Santander un competidor global directo. Ello supone que Orcel perdía el derecho a cobrar su bonus y demás privilegios acumulados durante sus años en el banco.
La alternativa hubiera sido que Santander hiciese frente a este pago, extremo que ha rechazado de plano, tal como comunicó el lunes, tras la celebración de su consejo.
El consejo de Santander anunció en septiembre de 2018 el nombramiento de Orcel. Acordó entonces la futura retribución anual que Orcel percibiría como consejero delegado en Santander, en línea con la de José Antonio Álvarez. Sin embargo, en aquel momento, la entidad ha explicado que no era posible anticipar el coste final de abonar las retribuciones diferidas que se le habían asignado en su puesto anterior y que habría perdido al abandonarlo.
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