Una de los mantras de la crisis y la posterior recuperación económica es que ha crecido la desigualdad y que la clase media trabajadora se ha difuminado, algo que el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) del actual Gobierno trata de conjurar.
Sin embargo, parte de esa evolución radica en que también se está quedando atrás parte de la que se podría denominar clase media empresarial, que tradicionalmente ya ha ido a remolque; y a que en los años que van de 2013 a 2018 son las microempresas, las que aportan en principio menor estabilidad y salario, y las grandes, las que ofrecen todo lo contrario, las que más han crecido.
Y todo ello mientras que la empresa mediana en España es la que ha experimentado mayores avances de productividad desde 2013, que es el margen con el que juegan las empresas para elevar los salarios de sus plantillas. Más aún, las microempresas españolas presentan una brecha de productividad del 20% frente a la media de la UE, mientras que las medianas son más productivas que las europeas.
Así se desprende del último informe sobre La empresa mediana española, que publica cada año el Círculo de Empresarios, y que es ya una de las fotos fijas más fiables sobre la demografía española.
[infogram id="_/OzZnm95KTOE2eyuSJmTF" prefix="Qz2" format="interactive" title="Evolución del número de empresas por tamaño en España"]
Con datos procedentes de la oficina estadística de la UE (Eurostat), las empresas medianas españolas --de 50 a 249 trabajadores y entre 10 y 50 millones de euros de facturación, según los criterios europeos-- tienen una participación en la estructura empresarial del 0,6%, una cifra que se ha mantenido estable durante el último quinquenio.
En cambio, las empresas micro --menos de 10 trabajadores y menos de dos millones de facturación-- han ganado protagonismo por el avance de los autónomos que crean empresas con o sin asalariados, de forma que su peso ha crecido del 94,6% en 2013 hasta rozar el 95%. Al mismo tiempo, las pequeñas empresas --entre 20 y 49 trabajadores y entre dos y 10 millones de facturación-- han reducido su cuota del 4,7% al 4,4%, y las grandes empresas se han mantenido estables.
Además, mientras que las grandes empresas crecieron un 15% en el acumulado entre 2013 y 2018 y las microempresas lo hicieron en un 8%, las medianas empresas aumentaron pero a una tasa de avance inferior a la media de todo el sector empresarial.
Los datos disponibles no permiten, en este caso, conocer el número de empresas medianas que durante los años de la recuperación han dado el salto a convertirse en grandes empresas o han pasado a formar parte del grupo de pequeñas.
También se nota en el empleo
Por otro lado, las empresas medianas españolas consiguieron incrementar el empleo durante lo que va de recuperación, pero también por debajo de la media. Un 5% frente al 8% del conjunto de segmentos empresariales. De esta forma, siguen perdiendo relevancia económica las empresas españolas situadas en el centro de la distribución por tamaño. De hecho, su contribución al empleo se redujo ligeramente hasta el 12,9% en 2018.
"Por tanto, la evolución del empleo desde 2013 confirma la polarización de la estructura empresarial española en la que ganan protagonismo en el mercado laboral las empresas micro y, especialmente, las grandes", precisa el informe.
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Porque en el primer grupo, los empleados han aumentado un 8,5% (en línea con el avance de estas empresas), una dimensión muy similar al avance del empleo entre las grandes compañías, que acumularon el 45% de los 900.000 empleos generados desde 2013.
De nuevo, el informe concluye que España cuenta cada vez con una población más numerosa de microempresas, que mantienen su aportación al empleo, pero que son las que menos contribuyen en términos de valor añadido, mientras que tanto las empresas pequeñas como, en menor medida, las medianas reducen su contribución al empleo total durante 2013 y 2018.
Líder de empresas, pero no de empleo
Es por ello que España aporta el 10% de las empresas a la UE-28 –incluyendo aún al Reino Unido--, en línea con Alemania, pero reduce su peso hasta el 8% cuando se trata del empleo, mientras que, por ejemplo, Alemania aporta el 20% del empleo de la UE-28, prácticamente el doble que su peso en términos de número de empresas.
Otra derivada de esta polarización es que, al crecer el número de microempresas en España, la aportación de valor añadido bruto (VAB) –7,1 billones en el conjunto de las empresas de la UE-28—es del 6,6%, frente al 23,2% de Alemania o el 18,6% de las británicas.
Básicamente porque las empresas grandes tienen mayor potencial y porque el modelo productivo español surgido de la crisis se fundamenta en el comercio, la hostelería y la restauración, ramas caracterizadas por el reducido tamaño de sus empresas.
En concreto, las pequeñas y medianas empresas dedicadas al comercio concentran el 30% del total, frente al 24% de las alemanas o el 18,7% de las británicas. En cambio, son los sectores más relacionados con la tecnología los que registran mayor dimensión empresarial.
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