Cítricas, herbales, florales, frutales o especiadas. Blancas, rosas o azules. Las ginebras han protagonizado en los últimos años un boom que les ha llevado a postularse como la reina de las bebidas espirituosas en España. Con crecimientos anuales de entre el 3 y el 5% (en un mercado, cuando menos, estancado), la brecha entre el consumo de whisky -la tradicional categoría reina- y el de ginebra se estrechó desde los casi veinte puntos porcentuales en 2012, cuando apenas representaba un 15% del total, a tan solo cinco puntos en 2016, cuando ya alcanzaba el 22%, según los datos de Febe (la Federación Española de Bebidas Espirituosas).
Para entonces, la ginebra ya era la segunda categoría más vendida, tras dejar atrás a bebidas de mayor arraigo entre los consumidores españoles, como el ron o los licores. Y la situación no hizo sino agudizarse a lo largo de 2017, cuando la ginebra volvió a situarse como la bebida de mayor crecimiento en el mercado.
Los licores son la única categoría de bebidas espirituosas que registra crecimientos en 2018
Sin embargo, la moda del gin-tonic podría haber tocado techo. Al menos eso es lo que desprende del mensaje de Eric Laborde, director general de Pernod Ricard Iberia (que cuenta entre sus marcas con las ginebras Beefeater y Seagrams), quien aseguraba esta misma semana que "el fenómeno de la ginebra se ha acabado. Está bajando desde hace unos meses, incluso las variedades saborizadas", que eran las que habían liderado su crecimiento en los últimos tiempos, gracias al tirón de Puerto de Indias y similares, como la más reciente Beefeater Pink.
La caída de la ginebra, del 1% de su valor, no supone, en cualquier caso, un caso aislado entre las grandes categorías de bebidas espirituosas: un recorte similar arrastra el whisky y, en el caso del ron, el descenso alcanza el 2%, prolongando su mala dinámica de años anteriores. En esta tónica negativa general solo consigue desmarcarse una categoría: los licores, que avanzan hasta un 4%, un crecimiento que le permite volver a desbancar a la ginebra como la segunda mayor categoría del mercado.
El auge de los licores no es fácil de explicar en términos generales. Caracterizados en ocasiones como una bebida tradicional y en desuso, en sus versiones más tradicionales, lo cierto es que en esta vasta categoría se engloban distintos tipo de productos, desde los más extendidos pacharanes o las cremas de orujo o café, que conviven con algunos más novedosos, como el licor de chocolate o de horchata, y clásicos revividos como el Jaggermaister, que en los últimos años ha logrado posicionarse como un imprescindible del ocio nocturno.
Un consumo cada vez más diurno
Pero, precisamente, si los licores gozan hoy de una salud mucho más robusta que el resto de grandes bebidas es porque el ocio nocturno ha perdido la relevancia de la que disfrutó antaño en el consumo de bebidas espirituosas. Si hace apenas una década el consumo de este tipo de productos estaba ligada de forma mayoritaria a las discotecas y el ocio nocturno, hoy en día se estima que en la hostelería (canal a través del que se produce el 62% del consumo total) el 83% de las ocasiones de consumo tienen lugar en horario diurno. "Durante el día es más habitual que te tomes un licor o una crema y no tanto una copa de ron, whisky o ginebra", explican los expertos del sector.
El descenso del consumo nocturno es una de las causas que explican el estancamiento del sector, que no se espera que se revierta durante próximos años. En una población cada vez más envejecida, son cada vez menos los que se animan a salir de fiesta por las noches y los que lo hacen optan por un consumo más moderado de bebidas espirituosas, síntoma de una sociedad en la que las preocupaciones físicas y de salud han ido ganando peso.
Para las firmas del sector esta es una tendencia contra la que no se puede luchar y que, ni siquiera, interesa revertir. "Nos gusta este mayor consumo diurno, porque durante el día el consumo suele ser más responsable, más moderado, y eso es algo que queremos promover. También durante el día se favorece un consumo más cuidado, de mayor calidad y en el que se permite dar visibilidad a un número mayor de categorías, como los propios licores", indican en Febe.
El sector pretende adaptarse a las exigencias del consumidor con medidas como la generalización de nuevos tamaños de consumición
La calidad es uno de los vectores de la estrategia que persiguen las marcas para dar un nuevo impulso a su negocio. Sin expectativas de un crecimiento notorio de los volúmenes en los próximos años, el sector confía en el consumo de productos premium para aumentar el valor del mercado. Para ello, compañías como Pernod Ricard pretenden llevar a cabo un plan estratégico que comprenda una forma radicalmente diferente de comunicar los valores de las bebidas espirituosas, su calidad y las sensaciones que llevan asociadas. "Tenemos que saber presentarlo y explicarlo. Poner el foco en la diversidad y en la calidad de los distintos productos que ofrecemos", explica Laborde.
Asimismo, el sector se ha marcado el reto de adaptarse a las nuevas demandas de los consumidores. Para ello, pretenden dar un nuevo impulso a una iniciativa ya planteada hace tiempo pero que, desde la colaboración entre distribuidores, marcas y hosteleros, buscan generalizar, como es la de los denominados medios, que consiste, básicamente, en estandarizar la oferta de copas de alcohol de menor tamaño al habitual. "Muchas veces, al terminar una comida, o en otros momentos del día, te apetece tomar una bebida alcohólica, pero descartas un gin-tonic o una copa de ron porque te parece excesivo. Para esas ocasiones, los medios pueden ser una opción interesante", observaba Laborde.
La reinvención del sector y del cubata tradicional parece, pues, una medida esencial para darle un nuevo impulso al negocio de las bebidas espirituosas. Con estas novedades, tal vez el gin-tonic pueda recuperar el brío de los últimos años, aunque los licores ya han demostrado que no piensan cederle un lugar que se han ganado con años y años de presencia en el consumo de los españoles.
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