Han sido seis meses muy complicados para Ferrari. El adiós a su máximo directivo, Sergio Marchionne, sumó a la compañía en una etapa de incertidumbre que se ha hecho notar con severidad en los mercados.
Bajo la batuta de su nuevo consejero Louis Camilleri, los recelos de los inversores se traducían hasta este jueves en caídas en bolsa superiores al 18% y su futuro en la compañía ha estado tan en entredicho que hace solo unos días el presidente del Cavallino Rampante, John Elkann, tuvo que salir a respaldarle.
Sin duda, al ex directivo de Philip Morris, le ha tocado capear una etapa muy complicada, con los temores a la desaceleración global y, especialmente, de China -un mercado fundamental para el grupo-, provocando una creciente desconfianza hacia el sector de la automoción.
Las acciones de Ferrari habían caído más de un 18% desde la llegada de Camilleri
Pero tras este descalabro también se encontraban las dudas sobre el cambio de rumbo adoptado por Camilleri. Con Marchionne a los mandos de la empresa, Ferrari había basado su estrategia de crecimiento en un notable aumento de los volúmenes, que debía ser compatible con el mantenimiento de su aura de exclusividad.
La llegada del ejecutivo nacido en Egipto supuso, un cambio, un giro en la hoja de ruta, en la que los ingresos y la rentabilidad volvían a estar por delante del número de entregas. La mejor muestra es la decisión de retrasar el Purasangue, el primer utilitario de la compañía, esencial en esa idea de ampliar su alcance.
Por el contrario, Camilleri pretende dar mayor relevancia a los modelos exclusivos, de edición limitada, que ofrecen mayores márgenes. Vehículos como el Ferrari Monza, con un precio en el entorno de los 1,6 millones de euros, pasan a ser pieza fundamental en el nuevo rumbo de la compañía.
Con esta estrategia, Ferrari espera superar el estancamiento de los ingresos registrado en 2018. El fabricante italiano comunicó este jueves que sus ventas durante el ejercicio ascendieron a 3.420 millones de euros, apenas un 0,1% más que el año anterior, a pesar de que el volumen de vehículos entregados se elevó un 10%, hasta los 9.251.
El directivo confía en casi duplicar el Ebitda hasta 2022, hasta los 2.000 millones de euros
Estas cifras, apoyadas en una notable mejora del negocio en Europa en el último trimestre, que compensó la desaceleración de las ventas en China, defraudaron las expectativas del mercado. Sin embargo, las acciones de Ferrari cerraron las sesión en Italia con ganancias superiores al 11%, la mejor sesión de su historia desde que saltó al parqué a finales de 2016.
El mercado mostraba así una renovada confianza en los planes de Camilleri, que plantean un 2019 de fuerte crecimiento para la marca de vehículos de lujo. Con unos ingresos estimados de 3.500 millones de euros, apenas un 2% más que en el presente año, el ejecutivo confía en que el resultado operativo de Ferrari se eleve un 10%, hasta los 1.250 millones. Y la idea es casi duplicar el Ebitda hasta el entorno de los 2.000 millones en 2022.
"Tenemos una cartera de pedidos más sólida, somos muy optimistas con el negocio", señaló el ejecutivo, antes de dejar entrever que la compañía podría plantearse reforzar sus objetivos a medio plazo.
Para alcanzar estos objetivos, la compañía planea lanzar cinco nuevos modelos a lo largo de 2019, mientras que mantiene a más largo plazo proyectos innovadores como el lanzamiento de un vehículo totalmente eléctrico en 2022.
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