Un destacado miembro del equipo económico en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero comentaba en las distancias cortas con los periodistas, allá por el año 2010, que Alemania debía sacar su vena más europeísta y comprar productos españoles o griegos para ayudar a los países del sur de Europa a salir de la crisis.
En esos días, España también pugnaba por diferenciarse de Italia, a la que le unía su condición de periférico y una prima de riesgo, que rondaba los 200 puntos básicos y empezaba a desbocarse. Tal era la visión de potencia comercial que se tenía del país germano y la ansiedad que provocaba el pensar que el mundo entero veía a España e Italia como compañeras de viaje.
Casi una década después, mientras Europa entera contiene la respiración ante las posibles repercusiones de un Brexit duro a partir del próximo mes de marzo como quien espera la gran ola de un tsunami, la díscola Italia ha entrado en recesión y un vértice más se ha sumado para formar un triángulo perfecto en el que la economía española podría quedar atrapada justo en plena desaceleración. Se trata de Alemania, la otrora locomotora europea, que hoy se asoma a su propio precipicio.
Así es que los destinos de los tres países vuelven a unirse ante la amenaza de un nuevo periodo de sombras, en lo que a la economía se refiere, a la vista del frenazo generalizado en la zona euro y con un gobierno socialista en La Moncloa que saca pecho por dirigir al país que más crece de la UE. Eso sí, nadie habla de ya de la Champions League de las economías europeas.
Italia, la primera en caer
La recesión en Italia ya es un hecho. Su economía retrocedió un 0,2% en el cuarto trimestre del año. Con dos trimestres en negativo, se certifica su recesión técnica, después de que, además, el Gobierno haya sostenido un duro pulso con Bruselas para poder sacar un Presupuesto para 2019, saltándose los preceptos de la estabilidad fiscal. El acuerdo fue posible finalmente en diciembre del pasado año, pero dañó la reputación institucional de Italia ante la UE.
De acuerdo con el análisis de riesgos de la Autoridad Fiscal (AIReF), mientras que el cambio de orientación en la política monetaria o el repunte del precio del petróleo suponen amenazas menores para España, el Brexit representa un riesgo medio y la crisis italiana amenaza con impactar de forma lineal en la economía española.
¿De qué manera? Sencillamente porque la incertidumbre creciente en los mercados ligados a la evolución política e institucional de Italia puede impactar en el corto plazo también en la prima de riesgo española. Otra vez la prima de riesgo. Pero también porque Italia es uno de los principales destinos de las exportaciones españolas, con más del 8% del total.
El pasado año, durante los momentos de mayor tensión entre el Gobierno trasalpino y Bruselas los bancos españoles se vieron golpeados en bolsa, por su exposición a la deuda italiana, mientras la prima de riesgo también registró ligeros repuntes. Sin embargo, en términos generales, el mercado español mantuvo una notable estabilidad frente a las turbulencias vividas en el país vecino.
Sin embargo, son muchos los analistas que advierten de que la principal amenaza de Italia para España, y para Europa en general, tiene un cariz de más largo plazo. Y es que la oposición de la que es la tercera mayor economía de la región a los planes de integración europeos puede terminar de echar por tierra los ya difíciles intentos de completar una unión bancaria que se antoja esencial para acometer con mayores garantías crisis futuras.
Esa percepción de mayores amenazas financieras puede convertirse en una correa de transmisión de las incertidumbres entre economías, sobre todo, si, como parece, la economía europea sigue perdiendo fuelle.
Alemania se salva, de momento
Al mismo tiempo, los datos de crecimiento económico del tercer trimestre en Alemania dieron la voz de alarma y van camino de ser algo más que un susto. El PIB alemán cayó un 0,2% durante el verano y amenazaba con entrar en recesión casi una década después de la última vez si el cuarto trimestre sigue esa senda (el dato se conocerá a mediados de febrero).
Y aunque las primeras estimaciones parecen descartar esta posibilidad, la sucesión de datos negativos mantiene abierta la puerta de la recesión. En todo caso, se da por hecho que el crecimiento anual se quedará en el 1,5%, el peor dato en muchos años. Y lo que es más preocupante, mientras se pensaba que se trataría de una ralentización puntual, parece que se prolongará más tiempo del previsto.
Así lo anticipan otros indicadores macroeconómicos que se han ido conociendo en enero. El más temido de ellos es el Índice de Producción Industrial (IPI), porque suele tomarse como un anticipo de la evolución del PIB y porque el peso de la industria en la economía alemana es muy significativo.
En el mes de noviembre cayó un 1,9%, según el instituto de estadística germano (Destatis), pese a que los analistas esperaban un dato en positivo. Poco después, el Gobierno alemán ha rebajado su previsión de crecimiento para 2019 del 1,8% al 1%. La incertidumbre, por tanto, va en aumento.
El Brexit y otros problemas
De fondo, el Gobierno alemán culpa sobre todo a los temores por el posible impacto del Brexit a partir del primer trimestre del año, y los analistas también ponen sobre la mesa otros elementos coyunturales como el cambio regulatorio en las emisiones, que ha sido disruptivo para la industria automovilística alemana.
Sin embargo, Alemania se enfrenta a problemas mayores. De entrada, prevé que la tasa de paro se reduzca al 4,9%, lo que lleva a la conclusión de que pronto ante cualquier plan de estímulo tendrá serios problemas de mano de obra. Esto, a su vez, restará adicionalmente margen de crecimiento a su PIB.
Pero, sobre todo, la grandes amenazas son China y el proteccionismo que ha enraizado con países como EEUU. De un lado, el nuevo camino económico emprendido por Donald Trump ha llevado a un incremento de los aranceles que ha desinflado el comercio internacional, del que una economía eminentemente exportadora como la alemana es muy dependiente, especialmente su sector de la automoción.
Impacto sobre la industria y el turismo
Uno de los últimos pronósticos macroeconómicos, el de Analistas Financieros Internacionales (Afi), publicado este pasado viernes, estima que el PIB de la economía española crecerá el 2,1% en 2019, cuatro décimas menos que en 2018. Este dato sigue la senda del avance de contabilidad nacional ofrecido por el INE un día antes, que reducía el crecimiento de la economía española al 2,5%, una décima menos que el pronóstico oficial.
Afi señala entre las causas de esta desaceleración la debilidad de las economías grandes del área euro --en la que cabría incluir el conflicto con los chalecos amarillos en Francia--, que afectará negativamente a las exportaciones en la primera parte de 2019. Más concretamente, entiende que la demanda externa drenará dos décimas al crecimiento anual.
Es decir, que la amenaza de Italia y Alemania ya es una realidad. Y la correa de transmisión no es otra que la llegada de turistas y los menores pedidos de la industria en el exterior, que frena el avance de las exportaciones.
De un lado, las llegadas de turistas extranjeros empiezan a tocar techo en España tras cinco años consecutivos de auténtico boom.
El frenazo de la cifra de viajeros internacionales se debe muy fundamentalmente a las caídas de los dos grandes mercados emisores: Reino Unido y Alemania. Durante el pasado año España perdió casi 800.000 turistas procedentes de ambas potencias, ahora que ya vuelven a viajar de forma masiva a algunos destinos rivales del Mediterráneo después de varios años en que la inestabilidad y la inseguridad habían hecho que los visitantes dejaran de frecuentarlos.
De otro lado, en las últimas semanas llama la atención el deterioro de la actividad de las fábricas alemanas, cuyo índice PMI entró en terreno recesivo en enero, cayendo a 49,7 puntos desde los 51,5 de diciembre, su peor lectura en 50 meses, mientras que Italia empeoró la contracción de su industria al caer su índice a 47,8 puntos desde los 49,2 del mes anterior, su peor resultado en 68 meses.
Si se mira el comportamiento de la industria en España, resulta que este sector encadena dos trimestre de retroceso, con especial intensidad en la rama manufacturera, con lo que las noticias que llegan de Alemania e Italia, no hacen sino anticipar que no irá a mejor, al menos del lado del comercio con el exterior.
En todo caso, es cierto que la economía española parece haber aguantado mejor de lo esperado en los últimos meses la debilidad proveniente de Alemania. Pero como observan en Oxford Economics, una de las claves de la buena evolución de España en el último trimestre vino del lado de las exportaciones, pero todo apunta a que podría ser un efecto pasajero.
"Esto puede deberse a un aumento en las exportaciones en previsión de aranceles adicionales a principios de 2019. Pero esto significa que es improbable que un fuerte crecimiento de las exportaciones se mantenga en el primer trimestre de 2019", señalan.
Por su parte, en Bank of America ven aún un elevado riesgo de que el frenazo de Alemania acabe impactando a los países de su entorno. "La zona euro es una gran cadena de producción y Alemania es un gran jugador dentro de eso. Las cadenas de valor globales sugieren que cerca del 1% de la producción manufacturera en Francia, Italia y España se alimenta de la producción nacional de automóviles en Alemania", señalan los analistas del banco estadounidense.
Los expertos ya ven un contagio
Otros expertos economistas consultados por El Independiente coinciden en que el fin de las vacas gordas en Alemania ya se está reflejando en algunos indicadores económicos en España, aunque de momento no lo ven como una amenaza a la altura del Brexit o Italia. Eso, siempre y cuando, la senda bajista en Alemania no se prolongue en el tiempo.
El director de Coyuntura y Economía Internacional de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), Raymond Torres, cuenta con que Alemania logre evitar la recesión y, sobre todo, con que el gobierno germano reaccione con un plan de inversiones públicas. No obstante, asegura que "una ralentización de Alemania parece inevitable", a lo que añade que "el impacto sobre España se ha empezado a notar en las exportaciones y la facturación de empresas conectadas a cadenas de valor lideradas por la industria alemana".
Además, Torres advierte de que la nueva coyuntura económica en Alemania podría frenar las inversiones directas extranjeras en España, que alcanzaron los 40.000 millones de euros hasta octubre de 2018.
Del mismo modo, el Economista Principal en la Unidad de Escenarios Económicos Globales del BBVA Research, Agustín García, cree que el frenazo de Alemania podría prolongarse más de lo esperado. "Es un escenario muy incierto", admite.
García estima que si se produce una salida abrupta de Reino Unido, el canal directo comercial afectaría a alrededor del 7% del total de las exportaciones de Alemania (alrededor del 7% de las de bienes y del 9% de servicios); sin embargo, el impacto a través de la disrupción en las cadenas de valor, no sólo de los bienes sino también en servicios, podría ser mayor. Y tampoco descarta el efecto negativo por el canal financiero.
Finalmente, la gerente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Almudena Semur, resume la situación de la siguiente manera: "Alemania representa un 26% del PIB Europeo, y cuando Alemania estornuda, Europa se constipa. Nuestro país ya lo ha notado al ser una economía muy abierta con un peso en el PIB de las exportaciones del 35%. Esperemos que las tensiones comerciales entre EE.UU. y China lleguen a su fin".
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