La guerra del taxi lo ha puesto de manifiesto. El modelo de transporte en las grandes ciudades está obsoleto. Es deficiente. Es el momento de cambiar cómo nos movemos, algo especialmente acusado en las ciudades más pobladas de los países. Madrid y Barcelona tienen un problema de tráfico y de contaminación insostenible que sólo puede solucionarse si asumimos que sobran (muchos) coches.
La parte complicada de este desafío está en que hay que hacer que dos cosas a priori opuestas: optimizar la movilidad a la vez que retiras coches. La solución, como ya se han dado cuenta en muchas otras grandes plazas europeas y mundiales, está en los vehículos compartidos.
Patinetes, bicicletas, motos, coches y, en breve, hasta furgonetas compartidas son elementos cada vez más habituales en las calles de las grandes ciudades, y son muchos los usuarios que ya dejan el coche en casa y se animan a probar algunas de estas modalidades.
"Madrid, para el carsharing -nombre con el que es conocido el fenómeno de compartir vehículos, en este caso coches-, es una referencia a nivel mundial", explica a El Independiente el CEO de Emov, Ignacio Román. "Nos sirve como campo de pruebas, como sitio para tomar muestras de iniciativas con las que aprender", cuenta.
Emov es una de esos actores clave en la nueva moda de compartir coches. La compañía, que pertenece a Free2Move y tiene en Madrid más de 600 vehículos, es propiedad de PSA, el grupo que engloba a Citröen y Peugeot y ya tiene en Madrid más de 220.000 usuarios, con un crecimiento del 34% respecto al año 2017.
Román fue el primer empleado de la aplicación en España, el que encendió la luz en las oficinas. Ahora, tras ocupar diferentes puestos en la directiva, asume el cargo de dirigir un servicio que no para de aumentar en la capital.
"Nuestro crecimiento se basa en escuchar al cliente y cambiar según sus demandas", dice el CEO de Emov, que explica que, dentro de esa política, van a ofrecer "furgonetas para hacer pequeñas mudanzas o transporte de materiales". "Vamos a poner cinco Citröen Berlingo, con una capacidad de 3.700 litros cada una, y van a tener el mismo precio y las mismas condiciones que cualquiera de nuestros vehículos", cuenta.
La idea es ver cuál es la demanda de este tipo de coches y, si son utilizados por los madrileños "tener una buena flota para antes de que llegue el verano. Habrá que ver cuál es la respuesta de nuestros usuarios", explica Román.
"Hay sitio para todos"
Por supuesto, los actores de la movilidad compartida tienen mucho que decir en el conflicto que ha enfrentado a aplicaciones como Uber y Cabify y al sector del taxi, que se ha saldado de manera bien diferente en Madrid y en Barcelona. La Generalitat cedió rápido a las demandas de los taxistas, mientras que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, aguantó la presión.
"Creo que ha llegado un momento en el que el progreso, la tecnología y las necesidades de los usuarios reclaman cambios", afirma Román. "Por culpa de la legislación se ha llegado a una situación en la que todos reclaman sus derechos, y así es difícil encontrarle una solución al conflicto. Sería bueno hallarla, porque hay sitio para todos", dice.
La situación ha llegado a enquistarse hasta el punto en el que la guerra del taxi contra las VTC fue, durante 16 largos días, total. De momento, el gremio no ha vuelto sus ojos contra las otras alternativas de movilidad de la capital, pues no consideran que sea su competencia.
"Nunca hemos tenido problemas con el sector del taxi, ni en España ni en las otras ciudades en las que tenemos una importante presencia. No ofrecemos un servicio similar, pienso que somos muy diferentes", cuenta Román.
Si bien las opciones que ofrecen un taxi y un coche de Emov son diferentes, al final la misión de ambos es la misma: llegar desde el punto A al punto B por carretera, de la forma más rápida y más barata para el usuario posible. Son competencia.
En cualquier caso, el CEO de Emov no considera que el sector del taxi vaya a provocar un conflicto igual contra alternativas como la suya. "No tememos que los taxistas vuelvan sus ojos al carsharing. A nivel mundial opciones como la nuestra existen y seguirán existiendo, pero nunca han provocado un conflicto", afirma.
Competencia, mucha competencia
Esa movilidad alternativa de la que hablaba Román sigue sumando competencia. Actualmente en Madrid se puede coger un Uber, un taxi, un Emov, un Car2Go, bicicletas eléctricas, motos de Cooltra y, a todo eso, hay que sumar ahora el desembarco de los patinetes eléctricos.
Hace algunos meses llegaron las primeras unidades, con Lime al frente, pero el consistorio que dirige Manuela Carmena, con buen criterio, decidió parar el aluvión y establecer una normativa que permitiera su presencia, sí, pero no a cualquier precio y de cualquier manera.
Con una legislación ya vigente, en las próximas semanas llegarán a España hasta 10.000 patinetes de diferentes aplicaciones. Cada distrito de la ciudad tiene un máximo de estos vehículos, una cuota que tuvo que establecer el ayuntamiento tras recibir 101.951 peticiones. Sólo se concedieron el 10% a las 25 empresas diferentes que lo solicitaron.
"Por supuesto, habrá usuarios de nuestro servicio que también utilicen el patinete. No consideramos que somos rivales directos, sino que complementamos las ofertas de movilidad que tienen los ciudadanos", cuenta Román, alegando que lo importante es que la gente "pierda el miedo a dejar su coche particular en casa".
Pide, eso sí, que este tipo de vehículos lleguen "con orden y con respeto" y apunta a que "es el ayuntamiento el que tiene que encargarse de que eso sea así. Si lo hacen de esta manera, por supuesto que todas las opciones son bienvenidas".
Para Román, el futuro de la movilidad en las grandes ciudades "no consiste en dejar el coche en casa, el futuro es no tener coche. Habrá quienes tengan que hacer uso de él, pero muchos de los habitantes de las urbes importantes no lo van a necesitar". Ni taxis, ni VTC, ni diésel, el futuro será sin coches.
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