La Agencia Tributaria necesita incrementar la oferta de plazas para que sus plantillas se acerquen cuanto antes a los estándares europeos. El organismo calcula que este año podrá sumar 400 plazas netas más --1.400 ingresos menos 1.000 bajas--. Sin embargo, dado que el objetivo es alcanzar los 28.00 efectivos alcanzados antes de la crisis, 4.000 más que ahora, con ese ritmo de recuperación de personal no sería posible en menos de una década.
Además, la Agencia Tributaria tiene un problema añadido. Y es que lleva años con dificultades para cubrir todas las plazas que se ofertan de inspector de Hacienda, su cuerpo de élite, por la escasez de candidatos suficientemente preparados. Muchas son las razones que se barajan, entre ellas una falta de motivación generalizada ante lo que se puede ver como una misión casi imposible.
La combinación de una oferta muy reducida, al menos hasta 2016, y la gran exigencia de las pruebas de acceso, al menos tal y como han sido planteadas hasta 2018. Ambos factores podrían haber desviado a muchos potenciales inspectores hacia otros cuerpos cuyas pruebas son más asequibles.
Tomando las oposiciones celebradas desde 2013, ese año se realizaron dos convocatorias con un total de 30 plazas para turno libre y otras 30 para promoción interna (para el ascenso desde el cuerpo de Técnicos de Hacienda). De todas ellas, una de turno libre quedó sin cubrir.
En 2014, el resultado fue el mismo, aunque la convocatoria solo alcanzó las 27 plazas. En 2015 se ofertaron 50 plazas para turno libre y otras tantas para promoción interna y se quedaron sin cubrir tres en el primer caso y prácticamente la mitad de las segundas.
Finalmente, la situación que se produjo en 2017 hizo saltar todas las alarmas. De 90 plazas de turno libre solo se cubrieron 55 y de las 51 de promoción interna, un total de 31, según datos recopilados por el sindicato CSI-F. Ya en 2018 se han convocado 129 y 51 plazas, respectivamente, lo que supone un importante avance en términos de volumen, a la espera de poder cubrirlas todas.
Mucha desinformación
Fuentes cercanas a los procesos selectivos aseguran que, en gran parte, la escasez de candidatos se debe a la falta de información acerca de estas modificaciones introducidas para allanar el camino a opositores, ni tampoco de la verdadera naturaleza de los exámenes. Aunque lo ciertos es que si los inspectores de Hacienda son un cuerpo de élite se debe, entre otras cosas, a que las pruebas de acceso no son aptas para cualquiera y exigen un gran nivel de formación.
Se trata de cinco ejercicios que implican, entre otras cosas, gran capacidad de memorización al ser temarios muy amplios, y eso puede generar mucha desmotivación.
Fuentes del organismo recalcan que el problema no es tanto de dureza de las oposiciones como del número de candidatos. Por eso, a la espera del desarrollo de una estrategia de medio plazo para tratar de cerrar esta brecha, el organismo dependiente del Ministerio de Hacienda decidió introducir en las bases de las oposiciones desde finales de 2018 algunos cambios que, sin modificar su contenido ni rebajar su exigencia, deberían invitar a más candidatos a probar suerte.
Si de unos años a esta parte debían superarse todas las pruebas de una vez, la Agencia Tributaria ha empezado a dar la oportunidad afrontar los exámenes en dos tandas, preparando un primer bloque y disponiendo después de otro plazo de tiempo para preparar los restante. También existe la posibilidad de guardar los tres primeros exámenes, en el caso de haber alcanzado una calificación suficiente, para la siguiente convocatoria si no se logra superar las oposiciones.
Diversas fuentes implicadas en los exámenes coinciden en que se trata de un primer paso, pero no de la solución definitiva. Y esta no es sencilla, porque se trata de encontrar un equilibrio entre hacer de estas oposiciones algo atractivo y no un muro insalvable, sin rebajar el listón de su exigencia para poder seguir contando con una plantilla de inspectores de Hacienda de primer nivel.
No apto..para todos los bolsillos
Fuentes sindicales plantean que otro de los escollos que alejan a muchos posibles candidatos de las oposiciones a inspector de Hacienda es su coste. Porque, mientras una parte de los candidatos acude a academias, otros pueden permitirse contar con un preparador particular, lo que ofrecería una cierta ventaja a la hora de aprobar.
Y no solo eso, una vez superadas las oposiciones, los aspirantes a inspector de Hacienda deben hacer un curso selectivo de nueve meses en el Instituto de Estudios Fiscales de Madrid que implica para muchos cambiar de ciudad y costearse el alojamiento y la manutención (unos 14.000 euros de media al año, según cálculos sindicales). Para ello, los aspirantes tienen acceso a un primer 'sueldo' que alcanza el 80% de la que será su retribución inicial. Los sindicatos aseguran que esa cantidad no es suficiente.
Como alternativa, CSI-F plantea que se descentralice el curso selectivo y que se pueda impartir en las delegaciones de Hacienda por todo el país, algo que otras instancias consideran difícil desde el punto de vista operativo e ineficiente, dado que se daría el caso de que en muchas de ellas solo hubiera un opositor en el proceso.
En el caso de los candidatos de promoción interna se repiten estos argumentos. Al respecto, se señala que incluso en su caso (pueden mantener el mismo sueldo) el coste es muy alto. Y eso pese a que para los que quieren acceder a los cuerpos de inspección de los cuerpos técnicos se permite acceder directamente al tercer examen y se les exime de realizar los dos primeros.
En este caso, el secretario general del sindicatos de los técnicos de Hacienda (Gestha), José María Mollinedo, destaca que hay otros handicap que limitan la cobertura de plazas de promoción interna. Para empezar, los técnicos que llevan muchos años en el cuerpo desisten de intentar mejorar su posición, porque ello implica volver a empezar de nuevo en otra ciudad. Y todo ello sin contar con que solo los técnicos más jóvenes se lo plantean, dado que mientras trabajan, los candidatos de promoción interna supuestamente tienen menos tiempo para estudiar. De ahí que la organización demande poder guardar el destino en caso de superar las oposiciones.
Cambiar la filosofía de las oposiciones
De otro lado, el sindicato CSI-F propone hacer las oposiciones a inspector de Hacienda unas pruebas más prácticas y menos teóricas. No obligar a los aspirantes a memorizar, por ejemplo, leyes que luego son sometidas a grandes cambios, sino dejarles que se apoyen en los exámenes de bases de datos, tal y como ocurre en el desempeño real de sus futuros cargos.
Según señalan desde el sindicato, no se trata de empezar a regalar las oposiciones, sino de "modernizar los procesos selectivos".
Por su parte, Mollinedo cree que este cambio es posible, pero siempre y cuando se plantee en todo tipo de pruebas de oposición, como una reforma global más allá de las pruebas de acceso a los cuerpos de inspectores.
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