La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, comparecía este martes ante el Pleno del Congreso de los Diputados para defender los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2019 ante los seis vetos presentados por la oposición. Sin embargo, las 23 páginas de discurso se revelaron como una suerte de epitafio de legislatura (al menos en lo económico) y un ataque directo a los partidos independentistas ERC y PDeCAT, que dieron en el último momento la estocada a las cuentas, y, sobre todo, a los partidos de la derecha PP y Ciudadanos, que habían hecho frente común desde el principio al proyecto de Ley.
Más aún, este aroma de despedida se mezcló con el de el inicio de una estrategia electoral. Y es que Montero trufó sus palabras con mensajes que, intencionadamente o no, bien podrían servir para presentarse ante el electorado en una próxima campaña.
Al fin y al cabo, si el Gobierno ve perderse sus Presupuestos, lo hace después de un fin de semana en el que se unieron las movilizaciones de los sindicatos CCOO y UGT, demandándole una acción social más decidida, y las derechas –PP, Cs y Vox—, increpando a Pedro Sánchez por sentarse a negociar la unidad nacional con los secesionistas catalanes. Unos días que han servido seguramente al Gobierno para conocer qué flancos debe cubrir de cara a unas eventuales elecciones generales.
En esa tesitura, de vuelta al discurso de Montero, el Gobierno desplegó una explicación detallada del carácter social de un Presupuesto que no pudo ser no por falta de voluntad del equipo económico de Pedro Sánchez, al tiempo que centró su ataque político en los partidos de esa derecha que será su rival directo en unas elecciones anticipadas. También lo será Podemos, pero nada podía hacer el Gobierno sino agradecer uno de los pocos apoyos que le quedan.
Desacreditar al PP
Uno de los primeros mensajes que deslizó la Ministra de Hacienda fue directamente a la línea de flotación de la imagen pública del PP. Si el PSOE llegó a La Moncloa, no fue sino porque el PP no podía seguir allí (ni debería volver, se entiende de acuerdo con el argumentario desplegado).
“Señorías, hace escasamente ocho meses se celebró en esta cámara una moción de censura contra el Gobierno presidido por el señor Rajoy como consecuencia de la sacudida social que supuso conocer la sentencia de la Gürtel”. Así es como Montero volvió a arrojar la sombra de la corrupción sobre la bancada ‘popular’ en medio de un Pleno sobre Presupuestos.
Es el PSOE el que merece seguir
En cambio, y tomando esa misma moción de censura como visagra temporal, Montero contrapuso la gestión del PSOE en el Gobierno como la opción acertada. “Señorías, desde este Gobierno en apenas ocho meses hemos hecho más por la justicia social, la regeneración democrática y la modernización de nuestra economía que en los siete años previos”.
Derechas e independentistas son lo mismo
Pero lo que más daño le podía doler en este momento al PP y a Ciudadanos era que se les pusiera a la altura de los independentistas catalanes. Por ello, en una maniobra dialéctica, la ministra de Hacienda les metió en el mismo saco como si se tratara de una estrategia electoral claramente premeditada: “Todo indica que el independentismo votará en contra y las derechas también. Votarán juntos, ¿no será que viven mejor en la confrontación que en las soluciones?”.
El PSOE es un partido fiable
Colocados los partidos de la derecha en el mismo ámbito que el independentismo, Montero siguió con el lavado de cara del PSOE. Ante los que piensan que es un partido que ha traicionado la unidad de acción de los partidos constitucionalistas, lanzó un nuevo mensaje: “Debemos dejar claro el perímetro de negociación: nada fuera de nuestro ordenamiento constitucional, nada que atente contra la independencia de poderes, nada que menoscabe la unidad de nuestro país y la convivencia entre los ciudadanos y ciudadanas. Nada fuera de nuestro ordenamiento constitucional”.
Sánchez, como Suárez
En otro punto del discurso, y habiendo dibujado una situación política polarizada, con la derecha en plena escalada de crispación y el nacionalismo también en pie de guerra, Montero acabó de redondear un cierto paralelismo con la situación vivida por España durante la Transición. Y en ese ejercicio, comparó a Pedro Sánchez con el ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, reconocido como el gran apaciguador de los extremos y el principal artífice del periodo democrático.
“Es más, el mismo que dice que lo elogia lanza contra el presidente una catarata de insultos y descalificaciones que Adolfo Suarez sufrió en su momento. No las voy a repetir porque me da pudor, pero es lamentable que algunos partidos se erijan en los propietarios del texto de la Constitución que pertenece a todos los ciudadanos de este país. No es propiedad de ustedes y no tiene derecho a utilizarla para enfrentar a los ciudadanos”, afirmó dirigiéndose a Pablo Casado.
Sánchez no hace guiños al independentismo
Por si fuera poco, la ministra de Hacienda, ya de forma abierta, trató de dejar claro que el Gobierno no se ha arrodillado en ningún momento ante el independentismo, ni en la negociación política ni tampoco en la económica: “No hay ninguna letra pequeña en estos Presupuestos Generales del Estado que pretendan contentar al independentismo o favorecer más a una comunidad autónoma sobre otra”, defendió.
La que debe marcharse es la oposición
Y antes de que el presidente del PP, Pablo Casado, invitara a Pedro Sánchez a abandonar La Moncloa, el Gobierno ya se anticipaba ‘marcando’ a los que serán sus rivales en unas eventuales elecciones generales. “Creo sinceramente que han traspasado todas las líneas rojas y se han convertido en una oposición dañina para el país, destructiva, retrógrada y oportunista, que sólo ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, afirmó.
Al bolsillo de los ciudadanos
Por otro lado, hay mensajes que calan hondo en el electorado y son habitualmente los que tienen que ver directamente con su bolsillo. En ese sentido, en otro momento del discurso, Montero habló precisamente de salarios argumentando que el PP ha sido el líder de un reparto de la renta nacional que no ha beneficiado a la clase trabajadora.
Las cifras aportadas por la ministra así lo decían: “¿Saben cuál era el peso de los salarios sobre el PIB en 2009? El 51,91% de la Renta Nacional Bruta, ¿Saben en qué porcentaje lo dejó el Gobierno anterior en 2017, tras su paso por el Gobierno? En el 47,18%. Esa fue su reforma”.
Mensaje directo al electorado
Para ahondar en esa idea, la ministra de Hacienda pareció dirigirse directamente a un electorado no presente en la Cámara Baja. "Estos presupuestos son un órdago a la desigualdad en todas sus facetas, en todas sus vertientes. Porque iba siendo hora de que las personas, las inequidades y las injusticias formaran parte de las inquietudes de las personas que gobernamos".
Con la vista puesta en el 8M
Y como si de una guinda se tratase, Montero también introdujo en su discurso el color violeta, el que representa al movimiento feminista que el próximo 8 de marzo, en apenas un mes y cerca de la fecha en la que las quinielas sitúan las próximas elecciones, volverá a tomar las calles.
"Estos presupuestos contienen medidas que tiñen de violeta la acción política. Una de las más importantes es la homologación progresiva de los permisos de maternidad y paternidad, ya que pasarán de 5 a 8 semanas los permisos de los padres, como medida previa para conseguir la equiparación total en ejercicios posteriores", apostilló.
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