Jeff Bezos no gana para disgustos. Se ve que eso de que el dinero no da la felicidad, afirmación discutible, puede que tenga algo de cierto. Sí, Bezos es el hombre más rico del mundo -y con diferencia-, pero lleva un mes en el que no le sale nada bien, ni a nivel personal ni profesional.
Primero, su divorcio. Su ya ex mujer, MacKenzie, con la que se casó en el año 1993 y con la que ha tenido cuatro hijos, y él anunciaron su separación el pasado 9 de enero. La ruptura, que también llegaba al ámbito empresarial ya que ella fue la primera empleada de Amazon, provocó el segundo problema para el magnate: el National Inquirer, un tabloide pro Trump, amenaza con publicar fotos suyas de carácter sexual.
Ahora, uno de sus grandes proyectos empresariales se ha venido abajo. El conocido como HQ2, el segundo cuartel general de Amazon en Estados Unidos, iba a construirse en Long Island, una de las zonas pujantes de Nueva York, pero hace sólo unos días todo el trabajo de casi dos años se desplomó en apenas unas horas.
El acuerdo para situar allí una de las sedes más importantes del gigante de internet iba a suponer la creación de hasta 40.000 puestos de trabajo de alta cualificación, pues se trataba de oficinas y no de un almacén, con un salario medio de 150.000 dólares al año, poco menos de 134.000 euros, para los trabajadores.
¿Cómo se ha podido derrumbar un acuerdo en el que los principales implicados -Amazon, el alcalde de la ciudad y el gobernador de Nueva York- estaban totalmente de acuerdo? La culpa la tiene la nueva generación de políticos de izquierdas que ha llegado al poder tras las midterms y que personifica Alexandria Ocasio-Cortez, que a sus 29 años se ha convertido en la mujer más joven elegida para el Congreso.
El desenlace de lo que prometía ser un nuevo éxito para Amazon va a ser algo menos grave de lo esperado, pues los recursos con los que cuenta Bezos son casi infinitos. El gigante de internet, que no hace mucho rebasó la barrera del billón de dólares en capitalización, repartirá ahora la carga de trabajo que iría a parar a Nueva York entre sus instalaciones en Nashville, en el estado de Tennessee, y Virginia, cerca de Washington.
Un conflicto esperado
Es muy raro que Andrew Cuomo y Bill de Blasio estén de acuerdo en algo. El primero es el gobernador del estado de Nueva York y el segundo el alcalde de una de las ciudades más populares del mundo. La convivencia es, siendo amables, tensa, y son habituales las discrepancias entre los dos pese a que ambos defienden los colores de los demócratas.
A principios del año 2017 comenzó una carrera que De Blasio y Cuomo no querían perder bajo ningún concepto. Bezos anunció que quería construir un segundo cuartel general en Estados Unidos e inició una suerte de Juegos del Hambre en los que medio centenar de ciudades norteamericanas se pelearon por hacer la oferta más atractiva.
Llegado a un punto, la subasta pasó de sana competición financiera a disparatada subasta en la que Tucson, en Arizona, se ofrecía a mandar un cactus de siete metros a Seattle, sede de Amazon, y en la que Georgia proponía rebautizar una ciudad con el nombre de la compañía. Pura locura.
Por supuesto, Bezos y sus muchachos no tenían ninguna intención de elegir a la candidata que fuera capaz de proveer el cactus más grande, pero sí de la que pudieran sacar más beneficios fiscales. Traducción: buscaban una ciudad grande en la que pagar los menos impuestos posibles y en la que, además, les bonificaran por crear puestos de trabajo. Y encontraron en Nueva York a su gran aliado.
A priori, para la ciudad también era una gran noticia. Una empresa gigantesca iba a crear alrededor de 40.000 empleos, casi todos de alto nivel, en una zona que se había quedado por detrás del resto de barrios de la ciudad, y que iba a revalorizar los alrededores. Los dueños de propiedades en las inmediaciones del lugar en la que se iban a construir las oficinas ya se estaban frotando las manos.
Los 'enemigos' de Amazon
Con el gobernador y el alcalde de su lado, ¿qué podía salir mal? La opinión pública también parecía a favor de que Long Island fuera la nueva casa de Amazon, no en vano eran trabajos indirectos para personal poco cualificado y propiedades que subían de valor.
En las altas esferas del gigante empresarial no contaban con una cosa: las midterms, unas elecciones que debían renovar los 435 asientos de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 escaños del Senado. La victoria de una nueva generación de demócratas, como la propia Ocasio-Cortez, han provocado la derrota de Amazon.
Con la llegada al poder, estos políticos de nuevo cuño le han pegado un buen vistazo a las condiciones del acuerdo. Y no les ha gustado lo que han visto.
No se les puede culpar, claro. Cada puesto de trabajo le iba a costar a Nueva York 61.000 dólares, casi 55.000 euros, en reducciones fiscales y en incentivos para instalarse en la ciudad. Es una cantidad que duplica a la segunda mejor oferta, y que no se justifica teniendo en cuenta que una urbe como la Gran Manzana es capaz de atraer inversión sin ofrecer agasajos adicionales.
"Todo es posible. Hoy, un grupo de trabajadores de Nueva York y sus vecinos han derrotado a Amazon, a su explotación laboral y al hombre más rico del mundo", tuiteaba Ocasio-Cortez en su perfil, que si que está sobreexplotado.
Anything is possible: today was the day a group of dedicated, everyday New Yorkers & their neighbors defeated Amazon’s corporate greed, its worker exploitation, and the power of the richest man in the world. https://t.co/nyvm5vtH9k
— Alexandria Ocasio-Cortez (@AOC) February 14, 2019
No es la única figura de esta nueva política que se ha levantado contra Amazon. Otra de las figuras clave ha sido Michael Gianaris, miembro del senado de Nueva York y representante de la zona que aglutina al este de Queens y a Long Island, que forma parte del Comité de Control de Autoridades Públicas. Este órgano tenía la última palabra para el desembarco de Amazon, y debía aprobar por unanimidad el proyecto de Bezos.
"El comportamiento de Amazon al retirarse ha demostrado que hubiera sido un mal compañero para la ciudad. En vez de comprometerse seriamente con la comunidad que tanto dicen querer mejorar, continúan con sus esfuerzos para apartar a los gobiernos de su camino", explicaba Gianaris en un comunicado esta misma semana.
La derrota es la peor que ha sufrido Jeff Bezos en mucho tiempo. Amazon, quizás la empresa más poderosa del mundo, tiene por costumbre llevar a cabo sus deseos sin que nadie pueda hacer mucho por evitarlo, y algo similar pasa con la persona más rica del mundo que, sin embargo, se ha dado de bruces con la ciudad de Nueva York. Mal mes para Bezos.
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