Era junio de 2007 y Borja Prado se sentaba por primera vez en el consejo de administración de Endesa. Lo hacía con categoría de independiente, como un consejero raso, y con la estrecha relación personal y de confianza con José Manuel Entrecanales –entonces presidente de la eléctrica- como baluarte.
Llegaba tras la cruenta guerra de opas por Endesa, que se había resuelto –con el aval del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- con la victoria del tándem comprador integrado por Acciona y por la italiana Enel.
Apenas dos años después, aquel consejero raso, con una enorme experiencia en los embates de la banca de inversión, con una extensa red de relaciones en la política y la empresa, pasaba a ocupar la presidencia de Endesa. Y lo hizo justo en el momento en que Enel compraba la participación de Acciona y se hacía con el 92% del capital de la eléctrica.
La toma de control de una de las grandes eléctricas del país -a la sazón antigua compañía pública- por parte de un grupo extranjero ya levantaba ampollas; y que además éste fuera de titularidad parcialmente pública (el mayor accionista de Enel es el Estado italiano) despertaba aún más inquietud y suspicacias. Así que colocar a Borja Prado al frente de Endesa era una forma de demostrar la españolidad de la compañía.
La necesidad y la virtud
Tras diez años en el cargo, Enel –que ahora controla un 70% de la eléctrica- ha decidido prescindir de Borja Prado (Madrid, 1956) como presidente de Endesa aprovechando que expira su mandato. Su salida se formalizará el próximo 12 de abril, en la junta de accionistas de la eléctrica, cuando se oficializará la decisión de Milán de no renovarle para un nuevo mandato. La salida finalmente será pactada, garantizando un relevo ordenado, y el directivo se marchará con un finiquito que rondará los 13 millones de euros.
Enel ha justificado públicamente su decisión de poner punto y final a la presidencia de Prado en criterios de “buen gobierno corporativo”. Según ha argumentado en una comunicación a la CNMV, el grupo italiano va a proponer (ahora) poner un límite temporal máximo a la permanencia de un presidente en la compañía.
Una “modificación que supondrá la no propuesta de reelección en la próxima junta general de accionistas de D. Borja Prado Eulate”, tras la década como presidente y los dos años previos como consejero. Una modificación que en los despachos de la compañía ha sonado a un mero intento de hacer de la necesidad virtud, ya que, en efecto, en Italia es común poner limitaciones de dos mandatos a los altos ejecutivos, pero las razones de la salida de Prado no están relacionadas –o no sólo- con la pretensión de mejorar el gobierno corporativo de la eléctrica.
Y es que la relación de Borja Prado con la dirección de Enel ha ido poco a poco enturbiándose desde que el Gobierno italiano pusiera a Francesco Starace al frente de la compañía transalpina en 2014, por las muy distintas visiones sobre la estrategia que desarrollar en Endesa. La tensión entre Madrid y Milán ha llegado a una situación de “desacuerdo total” -según fuentes conocedoras del enfrentamiento- que ha acabado desembocando en la salida pactada confirmada ahora.
Choque por la falta de autonomía
Según varias fuentes conocedoras de la situación, Borja Prado ha venido reclamando mayor grado de autonomía para Endesa para determinar sus inversiones y su estrategia de crecimiento. Pero Enel ha optado por no proporcionar esa independencia reclamada y tratar a Endesa como una mera filial. “Con un accionista controlando el 70% del capital, Endesa es una filial, sin más”, apuntan fuentes financieras.
La generosa política de dividendos impuesta por Enel –con la que se reparte desde hace años el 100% del beneficio a los accionistas- ha venido frenando la posibilidad de que Endesa creciera con compras. La italiana, que en 2015 absorbió y tomó el control directo del enorme negocio de Endesa en Latinoamérica, había decidido limitar la expansión de la compañía a España y Portugal, y todas las iniciativas de Madrid que se salían de ese ámbito eran descartadas.
En la última actualización del plan estratégico del grupo se contempla una rebaja del pay out (porcentaje del beneficio destinado a dividendo) al 80% en 2021, ya que hasta entonces el reparto del 100% de las ganancias ya estaba comprometido con los inversores. El recorte relativo de la retribución servirá a Endesa para apuntalar sus planes de crecimiento, singularmente, en renovables.
El gran intermediario
“Borja Prado ha reclamado a Enel más independencia para Endesa. Es complicado ser presidente de una de las grandes empresas del Ibex y estar sometido a permanente supervisión”, corrobora un ejecutivo del sector. “Pero no pide autonomía por altruismo ni para defender la españolidad de la compañía, sino para atesorar más poder. Cuanta más independencia, más poder”, resume.
Y es que está más que asentada la imagen de Borja Prado como uno de los habituales intermediarios en grandes operaciones, como facilitador de contactos por su red de relaciones, como uno de los grandes lobistas patrio.
Tras ejercer de conseguidor como directivo de los bancos de negocios UBS, Rotshchild y Lazard, Borja Prado se convirtió en el mejor puente entre los intereses empresariales de Italia en España y, en menor medida, de España en Italia. Hasta el pasado enero, Prado ejerció como el responsable de grandes clientes de Mediobanca –el mayor banco italiano- en España y Portugal. Grandes clientes, grandes operaciones.
Enel ha impuesto en la última década una lluvia de dividendos con la que ha ido financiando los más de 40.000 millones destinados a la compra de la eléctrica española y también ha promovido una estrategia de reorganización de activos que dejó a Endesa sin sus joyas internacionales.
Enel absorbió las filiales latinoamericanas de Endesa en 2014 por 8.250 millones de euros. Unos meses después la eléctrica devolvía con creces ese dinero a su matriz con un doble superdividendo con el que la italiana ingresó unos 13.400 millones. Desde los sindicatos de la compañía y desde ámbitos políticos se lleva años denunciando el "expolio" y el “vaciamiento” de Endesa por parte de Enel.
Nuevo presidente no ejecutivo
Enel quiere aprovechar la salida de Prado para reorganizar el reparto de funciones en la cúpula de la compañía. Los planes del grupo italiano semipúblico (su principal accionista es el Estado italiano con un 23%) pasan por nombrar un nuevo presidente no ejecutivo y ceder todas las funciones ejecutivas al actual consejero delegado de Endesa, José Bogas, que el año pasado sí que fue renovado en su puesto por la junta por otros cuatro años.
Hasta ahora, el peculiar modelo directivo de Endesa contemplaba que presidente y consejero delegado se repartían parte de las funciones ejecutivas, aunque en los últimos años el poder del CEO había ido creciendo en detrimento de Prado. Enel nombrará a un presidente no ejecutivo en línea a la figura del chairman que predomina en las grandes compañías anglosajonas y que va ganando peso también las corporaciones europeas.
Entre los nombres que maneja Enel como nuevo presidente suena con fuerza el de Juan Rosell, ex presidente de la patronal CEOE, aunque de momento la compañía no ha adoptado una decisión en firme sobre la propuesta que llevará a la junta de accionistas de abril. Formalmente, Enel no se pronuncia y se remite al consejo de administración que Endesa celebrará el 11 de marzo para desvelar el nombre del sustituto. Un nuevo presidente que ahora ya puede saberlo, tendrá fecha tope para su salida para cumplir con el buen gobierno corporativo.
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