El secretario general del Tesoro Público, Carlos San Basilio, ya estaba ahí cuando el Gobierno cambió de manos y Pedro Sánchez se instaló en el Palacio de La Moncloa. También antes de que la economía española comenzara a desacelerarse y antes también de que el desafío independentista se encendiera para no apagarse de momento tras el referéndum del 1 de octubre de 2017. Antes de todo eso, era el director general del Tesoro, bajo el mandato del PP, y desde entonces tiene en sus manos el termómetro de la confianza de los mercados en España, como país y como economía.
Ahora que se avecinan nuevas elecciones generales, autonómicas y locales, y que España sigue adelante con un Presupuesto de 2018 prorrogado, asegura en una conversación con El Independiente que los actuales niveles de deuda pública no son un grave problema para Bruselas, que los mercados siguen valorando la buena marcha de la economía, como demuestran los buenos resultados de las últimas emisiones de deuda, y que, en todo caso, a España le está costando quitarse el estigma del país que sucumbió con virulencia a la crisis.
Ya no es un país periférico tan mal visto como Italia, pero aún sigue pagando un precio injusto ante las agencias de rating a cuenta de variables como las incertidumbres electorales o la situación de Cataluña. Hasta el punto que, una vez amainen esas tormentas, tras el verano, San Basilio confía en que España experimente una subida del rating que le coloque en el lugar que merece.
San Basilio defiende que la demora en la subida de los tipos del BCE permitirá nuevos ahorros en 2019
S&P será la próxima gran agencia en revisar la nota que otorga a España, el 22 de marzo, mientras que Moody's lo hará el 24 de mayo, un mes después de los comicios electorales. San Basilio cree que la incertidumbre política que, probablemente, imperará en esas fechas dificultarán una inminente subida de la nota, por "una cuestión más estética que práctica", asegura. Pero sí confía en que el movimiento se produzca en la segunda mitad del año, porque "España sigue manteniendo un crecimiento sólido, corrigiendo desequilibrios de un modo que, en muchos casos, va más allá de lo que ellas pensaban".
En su despacho, habla con la relajación de aquel a que le salen las cuentas. Como ya avanzara en su última comparecencia en el Congreso de los Diputados, si el Gobierno esperaba emitir este año 35.000 millones de euros de deuda, lo más probable es que al final no se alcance esa cifra. Esto es así porque el Gobierno no necesitará realizar mayores emisiones este año. Las comunidades autónomas, asegura, tienen cada vez más capacidad para salir a los mercados a financiarse u obtener recursos de la banca, lo que hace que la tutela del Estado sea cada vez menos necesaria. Además, San Basilio cree que es "razonable" pensar que España logrará reducir el déficit hasta el 1,8% del PIB este año, desde el 2,7% registrado al cierre de 2018.
A esto se añade el impacto positivo que se deriva del hecho de que las previsiones de una próxima subida de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE) se hayan diluido, lo que ha provocado un nuevo descenso de los costes de la deuda, que rozan mínimos históricos. "Habrá algún ahorro", confirma San Basilio en este sentido, sin concretar cifra alguna, pero tras recordar que ese colchón fue el año pasado de unos 1.500 millones de euros, dando la idea del margen que podría encontrarse el próximo Gobierno una vez llegado el verano, cuando se compruebe que la política monetaria y los tipos de interés bajos darán un respiro durante todo el año 2019.
Crecimiento frente a incertidumbre
¿Afectará a la economía la actual situación de incertidumbre? En su opinión, "la dinámica de la demanda interna es firme". Dicho de otro modo, el río subterráneo del consumo de los hogares y de las empresas discurre al margen de la marejada política porque, tras la mejora del empleo --recuerda que las ganancias de renta disponible por la creación de empleo se vuelcan más en el consumo que por la subida de salarios--, los españoles consumen y compensan el deterioro del sector exterior.
No le preocupa en este sentido el ascenso del crédito al consumo o la reducción de las tasas de ahorro hasta mínimos. Considera que se encuentran estabilizados.
Además, aunque admite que harán falta reformas estructurales en el futuro para mejorar el crecimiento potencial de la economía, recuerda que a día de hoy la inversión sigue creciendo a buen ritmo y España mantiene un superávit por cuenta corriente impensable hace una década. "No se aprecia una urgencia por realizar reformas como si ocurre en otros países", puntualiza.
Así es que, en lo práctico, San Basilio cree que, en un entorno de rentabilidades a la baja muy favorable para la economía española, el vendaval político "tendrá impacto cero" en lo que a la deuda y el crecimiento económico se refiere, los indicadores que importan a los inversores.
Aunque admite que la economía necesita reformas estructurales puntualiza que no hay urgencia para llevarlas a cabo
Según señala, el escenario actual de desaceleración económica está escorando a los inversores hacia la deuda soberana --lo que se está traduciendo en una caída de las rentabilidades--, y en esta situación España está resultando más beneficiada, por su mayor estabilidad económica, que infunde confianza. Esto también se puede comprobar en que las rentabilidades de la deuda española siguen en mínimos.
A ello ha contribuido el creciente interés por la deuda española de los inversores asiáticos, que huyeron con la crisis, pero han regresado tras las últimas subidas de calificación. Se trata, según explica San Basilio, de un inversor tradicionalmente más estable y que no huye a la primera noticia negativa, como cualquier hedge fund. Eso habla de confianza en España. "Es importante que ahora que el BCE reduce su participación en la deuda soberana aparezcan inversores potentes y estables", indica.
Todos estos datos llevan a preguntarse por qué no preocupan al mercado las elecciones del 28-A. Porque a los inversores lo que más les importa es que España crezca y está instalada en "unos fundamentales sólidos", sustentados sobre todo en la demanda interna tras la recuperación del empleo
En este sentido, San Basilio asegura que "no hay una previsión de que gane las elecciones alguna formación antisistema o antieuropeísta". Además, afirma, ante quienes alertan de que el Gobierno, embarcado en una carrera para salvar los muebles aprobando las medidas sociales más viables (con mayor consenso) por la vía del decreto, estaría inflando el gasto público sin contrapesarlo con medidas de incremento de los ingresos, que "el gasto está controlado" --entre otras cosas porque su impacto en caja se producirá meses después de su aprobación-- y que, en todo caso, "el círculo virtuoso de la economía facilita las cosas".
Se refiere, entre otras cosas a que la previsión de ingresos tributarios para este año ya se está viendo superada en los primeros meses del año "y los gastos no se materializan de la manera que pensábamos".
Bruselas tampoco preocupa
Más allá de los mercados, San Basilio cree que España podrá mantener un ritmo creciente de reducción de la deuda pública durante los próximos años y evitar cualquier amonestación por parte de Bruselas. Admite que en momentos de crecimiento económico es lógico que la Comisión Europea presione para que España reconduzca sus desequilibrios y que será imposible reducir la deuda actual de cerca del 97% del PIB al 60% en 2020, como marcan los tratados europeos.
Sin embargo, ve factible acabar el año con una ratio "claramente por debajo del 96% del PIB", tras una reducción cercana a 1,5 puntos porcentuales, en el camino para poder absorber dos puntos al año en los próximos ejercicios. Para ello es fundamental que España vaya reduciendo su déficit que siga creciente, lo que devuelve su discurso a la confianza en la actual inercia de la economía.
Así pues, defiende, España "acumula argumentos" de sobra que deberían convencer (y confía en que lo harán pronto) a las agencias de rating para que la califiquen mejor. De hecho, defiende, los fundamentales de la economía española no justifican la diferencia de calificación, ni tampoco el spread (la prima de riesgo) entre la deuda española y la de Francia o Bélgica.
El responsable del Tesoro no ve justificable la brecha que persiste entre la deuda de España y la de Francia o Bélgica
Para el responsable del Tesoro esto se debe a que España sigue pagando ciertas inercias del pasado y explica que los propios modelos internos de las agencias de rating otorgan a España una calificación una o dos notas superior a la que le dan y esto se debe a cuestiones subjetivas. Entre ellas sobresale, por supuesto, la crisis catalana, continuamente mencionadas por las propias agencias en sus análisis de la economía española.
"Nosotros argumentamos fieramente con ellas porque no nos parece razonable, vista la experiencia sobre todo también de la situación de tensión a la que se llegó y el limitado efecto que tuvo sobre Cataluña y el resto de España", observa San Basilio, quien reconoce que, obviamente, "la situación política no se ha resuelto, ero no creemos que deba ser un factor determinante de las decisiones de rating porque se ha demostrado la capacidad de crecimiento y de mantener estabilidad en España desde entonces".
Se muestra sorprendido por la lentitud con la que las agencias están reconociendo con sus notas las mejoras de la economía española, después de haber sido tan rápidas a la hora de rebajar el rating durante la crisis. En cualquier caso, mirando al futuro, se muestra confiado en que "hay margen de mejora" y que ésta se irá haciendo realidad en los próximos trimestres en forma de nuevas subidas de calificación. "Una calificación Doble A [tres escalones superior a la que otorgan S&P y Fitch y cuatro sobre la de Moody's] debería ser algo razonable a medio plazo, pero ir subiendo escalones dentro del Single A este año y el que viene tiene todo el sentido".
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