Salga quien salga victorioso de las elecciones generales del 28 de abril tendrá enfrente, apenas dos días después, a los sindicatos mayoritarios en la celebración del Primero de Mayo.
Por el momento, los sondeos dan por hecho que no habrá mayorías claras al término del 28-A. Sin embargo, ni la izquierda capitaneada por Pedro Sánchez ha logrado convencer desde su acceso al Gobierno el pasado mes de junio a las centrales sindicales, ni por supuesto una posible coalición de las derechas.
De momento, los sindicatos más representativos CCOO y UGT están más centrados en estos momentos en los preparativos del próximo 8 de marzo, para el que prevén la convocatoria de paros parciales. Sin embargo, a nivel interno ya se empieza a mirar al Primero de Mayo, Día del Trabajo, que año tras año sirve a los sindicatos para a actualizar sus reivindicaciones ante el Gobierno de turno y que a partir de la crisis se ha convertido en su especial reválida.
Desde CCOO admiten que, en medio del caos político y la incertidumbre institucional, el Primero de Mayo será en esta ocasión "especial".
La primera cita el 28-A
Para empezar, las elecciones anticipadas del 28-A coincidirán de entrada con una fecha emblemática para los sindicatos, el Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo, en el que tradicionalmente se llevan a cabo todo tipo de actos reivindicativos.
Tal y como relatan desde UGT, este año además coincide que existe gran descontento entre los sindicatos porque una de las mesas de negociación que el Gobierno apenas ha movilizado en el marco del diálogo social es la que tiene que ver con estas cuestiones.
Para ese día, los sindicatos preparan un manifiesto en paralelo a un decálogo de demandas urgentes que trasladarán a los grupos parlamentarios, como hicieron en las semanas previas a las anteriores elecciones generales de 2016.
Entonces, el documento consensuado por CCOO y UGT recogía cuestiones que de una y otra manera ya ha sido abordadas: un plan de choque por el empleo joven, la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), acabar con la política de austeridad, garantizar la igualdad, dar un empujón a la ley de dependencia, la derogación de la LOMCE o poner en marcha un plan estratégico para la industria.
Los decretos del tintero
Sin embargo, quedan pendientes cuestiones que los sindicatos esperaban ver plasmadas en los 'decretazos' que el Gobierno no acaba de aprobar.
Esas cuestiones se convertirán ahora en un decálogo en el que previsiblemente se incluirán cuestiones como la promoción de un suelo de gasto social en la Constitución o la necesidad de establecer una prestación de ingresos mínimos.
Sin embargo, de lo que no se olvidan CCOO y UGT es de compromisos incumplidos por el Gobierno de Pedro Sánchez como la derogación de la reforma de las pensiones de 2013 y la vuelta a la vinculación de estas prestaciones con el IPC real, ni de la eliminación de los aspectos más lesivos de la reforma laboral de 2012.
En estos momentos, parece poco probable que el Gobierno apruebe por decreto la derogación del índice de revalorización de las pensiones después del fracaso de las negociaciones del Pacto de Toledo --los 20 puntos del año 2016 incluían sencillamente la recuperación del Pacto de Toledo--.
El Ejecutivo se ha comprometido a no aprobar medidas de calado sin el consenso de la oposición y nada parece indicar que tras el fiasco de la comisión permanente vaya a haber un acuerdo in extremis sobre estas cuestiones.
En el caso de la 'contrarreforma' laboral aún hay más margen y, de hecho, el Gobierno agotará todas sus bazas para poder aprobar un decreto en esta materia antes del 28-A. De momento, desde UGT aseguran que el Ejecutivo ya tiene los apoyos paralmentarios suficientes --33 votos favorables en la Diputación Permanente, de PSOE, Podemos, la mayor parte del Grupo Mixto y UPN--. Sin embargo, echan en falta más valentía y, en fin, más voluntad política.
Las derechas han encendido las alarmas
Del lado de las derechas, los sindicatos se preparan para lo peor, un ascenso de Vox y la alianza de un PP radicalizado de la mano de Pablo Casado y Ciudadanos, que a estas alturas ya ha dejado claro que no pactará bajo ningún concepto con el PSOE.
Este último gesto, esta venda antes de la herida, ha sido muy criticado dentro del ámbito sindical, que ve a todas las derechas dentro de un mismo saco. Un mismo objeto de oposición.
Así es que el próximo Primer de Mayo promete ser un evento caliente por la proximidad de las elecciones, pero no porque vayan a ganarlas unos u otros --las propias centrales admiten que para entonces aún no se sabrá quien gobernará en España--, sino porque a día de hoy no las centrales tienen razones para azuzar a cualquier posible Gobierno.
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