Regalo envenenado del Banco Central Europeo (BCE) para la banca europea. La promesa de una nueva barra libre de liquidez para el sector podría entenderse como una ayuda que, sin embargo, ha recibido una respuesta nada agradecida por parte del mercado: el índice bancario del EuroStoxx ha sufrido un recorte del 3,32%, en lo que representa su mayor caída desde el arranque de 2019.
Un revés generalizado que ha sido especialmente nocivo para las entidades españolas. Con Sabadell encabezando la sangría, con caídas superiores al 7,2%, el sector al unísono se ha situado al frente de las caídas del Ibex 35, con Bankia cediendo más de un 5,3%; CaixaBank y Santander cayendo por encima del 3,5% y Bankinter y BBVA, alrededor de un 3%. También sufrieron los más pequeños: Unicaja firmó un recorte próximo al 2%, mientras que las pérdidas de Liberbank rebasaron el 1%. En total, los bancos españoles han visto esfumarse 5.295 millones de euros de capitalización.
De este modo, el sector financiero evidencia que, detrás de la buena nueva que podrían suponer las nuevas subastas de financiación barata a largo plazo (TLTRO) subyace un escenario más que preocupante. Y es que, una vez más, el sector ve alejarse la ansiada normalización de los tipos de interés que le permita aflojar la presión sobre unos márgenes muy penalizados. El BCE sitúa ahora el horizonte de subidas de tipos, como muy pronto, a finales de 2019 (frente a la orientación anterior del verano de 2019).
Pero, además, el inquietante escenario dibujado por su presidente, Mario Draghi, alimenta la idea de que las alzas de tiempos se demorarán mucho más allá del inicio del próximo año e, incluso, de que será difícil que se produzca antes de que una nueva crisis golpee a la Eurozona.
Sabadell y Bankia han liderado las caídas del Ibex, con recortes superiores al 7 y al 5%, respectivamente
Una crisis que, pese a ser calificada como poco probable por parte del BCE, empieza a asomar en el horizonte, después de que la propia institución monetaria recortara de forma brusca sus estimaciones de crecimiento para la región hasta situarlas en el 1,1% en 2019, lo que supondría el peor dato desde 2013. "Para los bancos este mensaje ha significado que se pospone la vuelta a la normalidad sin que se haya resuelto ninguno de los problemas que les estaban lastrando. Y encima, ahora, en un entorno de desaceleración", señalan desde Renta 4.
Por todo ello, "creemos que el BCE probablemente volverá a empujar su orientación hacia adelante y nuestro caso base sigue siendo que las tasas de la política monetaria se mantendrán sin cambios hasta diciembre de 2020", observan en ABN Amro, donde no descartan que, incluso, sea necesario reactivar el programa de compra de deuda (QE) que la institución dio por concluido el pasado diciembre.
El golpe encajado por los bancos españoles refleja una vez más su mayor sensibilidad a la situación de los tipos de interés. La predominancia de las hipotecas a tipos de interés variable -cuya rentabilidad se ve muy ajada en el escenario actual- y la situación de elevada competencia, que dificulta traspasar al cliente nuevos costes que compensen la caída de los ingresos tradicionales han puesto al sector en una situación de extrema debilidad que le ha llevado a perder más de un tercio de su valor en los últimos 22 meses.
Esto no significa, no obstante, que la situación no resulte igualmente inquietante para el resto de la banca europea, que también ha firmado un descalabro similar desde inicios de 2018. Este jueves, junto a los bancos españoles, han destacado los tropiezos de Deutsche Bank, UBI Banca o Commerzbank, que han rondado el 5%. Société Générale, que se ha dejado más de un 4,3%, y Banco BPM y Natixis, que restan cerca de un 4%, también se han situado entre los más perjudicados.
Los expertos señalan que la intención del BCE de reactivar las subastas de financiación suponen una ayuda para la banca, ya que facilitan la devolución de los anteriores préstamos de este tipo -se calcula que unos 370.000 millones de créditos del BCE en anteriores subastas a largo plazo vencen en 2020- y le garantiza hasta 2023 liquidez a un coste reducido, que puede ayudarle a obtener mejores márgenes en la nueva oferta crediticia. Sin embargo, como advierte Nick Wall, gestor de Merian Global Investors, el problema de Europa es más la ausencia de demanda de crédito -en un escenario de desapalancamiento de empresas y familias- y esta situación podría agravarse ante la creciente debilidad de la economía.
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