Las grandes eléctricas ya saben cuándo cerraran sus centrales nucleares. El Gobierno –en una reunión cara a cara entre los primeros espadas de las compañías y la ministra Teresa Ribera- les dijo que sería de manera escalonada entre 2025 y 2035. Ahora los grupos eléctricos y el Ejecutivo han perfilado un calendario concreto de clausuras para cada uno de los reactores hoy operativos.
Las compañías irán firmando con la sociedad pública Enresa –encargada de gestionar los residuos nucleares y las tareas de desmantelamiento de las centrales- un protocolo que pretende ser la hoja de ruta para el apagón nuclear. En principio, todas las compañías lo tendrían que haber firmado ayer en una reunión a cinco bandas.
Pero sólo lo suscribieron la propia Enresa, como anfitriona, y también Iberdrola y Naturgy. EDP intentó hacerlo de manera telemática, pero la Abogacía del Estado lo impidió y la compañía se sumará en los próximos días. Y Endesa, que es la que más pegas ha puesto al protocolo y la que ha exigido más garantías, lo hará la próxima semana, después de que dé el visto bueno a la firma su consejo de administración.
En el protocolo se establece un calendario de cierres de las centrales que contempla finalmente que Almaraz I cerraría en 2027, Almaraz II en 2028, Ascó I en 2030, Cofrentes en 2030, Ascó II en 2032, Vandellós II en 2035 y Trillo también en 2035. Un calendario que Endesa considera que es sólo orientativo y que podrá revisarse en función de la velocidad de implantación de nuevas renovables y la seguridad de suministro eléctrico, mientras que el resto de eléctricas insisten en verlo como definitivo.
Y con este calendario sobre la mesa, Enresa ya puede diseñar el nuevo Plan General de Residuos Radioactivos para los próximos años y establecer la tasa que pagan las centrales nucleares y con la que se pagan su desmantelamiento. El cálculo inicial de la empresa pública es que la tasa (hoy fijada en 6,69 euros por megavatio producido) podría subir, pero como mucho un 20%.
Por su parte, con el calendario las eléctricas pueden calcular las inversiones necesarias para mantener operativas las centrales. Unas inversiones que las compañías dan por hecho que sólo tendrán que ser recurrentes y que no será necesario grandes inyecciones para revisiones integrales de las plantas.
El impacto financiero de la edad de las centrales
El nuevo calendario de clausuras previsto hará que el parque nuclear español alcance una vida útil media de unos 46 años. Y la edad que alcanzarán las centrales (de los 44 de Almaraz a los 47 de Vandellós o Trillo) tendrá un impacto directo en las cuentas de las grandes eléctricas, lo que explica en parte los movimientos y las discrepancias entre compañías de los últimos días en torno al protocolo firmado con Enresa.
Endesa e Iberdrola comparten accionariado en casi todas las centrales nucleares y se alternan como socios mayoritarios en unas u otras. Sin embargo, pese a que su participación en el negocio nuclear es similar, Iberdrola lleva años quejándose de que sus centrales atómicas le provocan pérdidas millonarias y apostando por el apagón adelantado, mientras a Endesa le salen las cuentas y apuesta por mantener operativas las centrales a largo plazo. La razón es estrictamente financiera.
Endesa elabora desde 2014 su cuenta de resultados dando por hecho que sus centrales nucleares acabarían funcionando 50 años (hasta ese momento lo hacía con 40 años como previsión). Sus cuentas están calculadas desde entonces en base a un periodo de depreciación y amortización de sus activos nucleares de cinco décadas, lo que le ha permitido a la eléctrica reducir los fondos que destina cada año a amortizar sus activos y, con ello, la compañía ha mejorado sus beneficios.
Si las centrales nucleares españolas funcionan de media 46 años, como está previsto en la hoja de ruta del Gobierno, a Endesa le puede costar un impacto negativo de entre 50 y 60 millones de euros al año en amortizaciones, según reconoció la compañía en la conferencia de analistas de presentación de sus resultados anuales. Algunos analistas elevan el golpe hasta cerca de 100 millones de euros.
Si el apagón nuclear en España se hubiera producido cuando todas las centrales españolas cumplieran 40 años, las consecuencias para Endesa habrían sido colosales. En concreto, esa medida le habría costado 200 millones al año al tener que elevar el dinero destinado a amortizar sus centrales nucleares, según fuentes conocedoras de los estados financieros del grupo.
Por su parte, tanto Iberdrola como Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa) no cambiaron el periodo de amortización y seguían calculando sus resultados con la previsión de que las centrales nucleares funcionarían sólo 40 años. Así que la prolongación de la edad media, tendrá un impacto positivo en sus cuentas. El empujón en los resultados de Naturgy será mínimo, porque sus participaciones son muy reducidas. Pero para Iberdrola puede acabar suponiendo un ahorro en amortizaciones de hasta 100 millones al año, según fuentes financieras.
Almaraz, primera etapa
Los dueños de la central nuclear de Almaraz (Cáceres) tienen programada para próximo 12 de marzo una asamblea de socios que puede ser la definitiva para el futuro de la planta. Almaraz tiene que pedir la renovación de su licencia de explotación antes del 31 de marzo, y con el protocolo firmado con Enresa bajo el brazo la decisión parece tomada.
Almaraz está controlada un 52,7% por Iberdrola, un 36% por Endesa y un 11,3% por Naturgy, pero como se gestiona a través de una agrupación de interés económico (AIE) las decisiones han de ser por unanimidad. Una condición que ha desatado una larga batalla entre las compañías, con Iberdrola y Naturgy apostando por cerrar la planta a los 40 años (con lo que sólo se pediría la ampliación de la licencia por cuatro años) y Endesa apostando por solicitar una renovación de los permisos por diez años.
El protocolo, que suscribirán las tres compañías, contempla que el reactor Almaraz I alargará su vida hasta 2027 y Almaraz II hasta 2028. Un nuevo cronograma con el que los tres socios aparentemente ya se sienten más cómodos y que permitirá desencallar la situación de bloqueo en que se encontraba la central y que amenazaba incluso con una batalla legal entre las eléctricas.
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