El pasado 30 de noviembre entró en vigor Madrid Central, la medida estrella de Manuela Carmena: la restricción del acceso a los coches al Distrito Centro de Madrid para, según sus objetivos declarados, reducir “un 40% de las emisiones de dióxido de nitrógeno”, “menos ruido” y la “liberación de espacio público para dar el protagonismo a las personas que viven y visitan el distrito”. Y a partir de este sábado 16 de marzo se empieza a multar.
Esta medida se ha vinculado indirectamente a su segunda gran propuesta, la ampliación de aceras de Gran Vía en detrimento del coche, una idea que ya tuvo Alberto Ruiz-Gallardón en 2006.
El principal problema interno que ha habido con la gran APR (Área de Prioridad Residencial) han sido los continuos retrasos en su puesta en marcha, que han llevado a demorarla hasta seis meses antes de las próximas elecciones municipales cuando estaba pensada para 2016. Y las espadas ya están alzadas: a Madrid Central -que nace de un pacto entre Ahora Madrid y el PSOE- se oponen desde el PP hasta el (frótense los ojos) Partido Comunista de los Pueblos de España.
Esto dice el PCPE: “El proyecto para la almendra central de Madrid es una decisión que basada supuestamente en el ecologismo y en hacer una ciudad más benévola al peatón, culpa a la clase obrera de la contaminación”, reza un comunicado emitido hace semanas. “Con esta decisión se nos responsabiliza a los trabajadores de la utilización de vehículo propio por capricho y se nos fuerza a adquirir un coche nuevo si queremos seguir haciendo uso del mismo para acceder al centro de Madrid”.
Lo cierto es que este modelo restrictivo con los coches existe en muchas otras capitales, aunque el de Madrid es muy pionero: en lugar de establecer un peaje tipo Londres, la solución de Carmena directamente veta el acceso al centro a los coches sin etiqueta ECO o CERO. Los propios residentes del distrito central no podrán circular a partir de 2025 sin el distintivo correspondiente. Un modelo que diseñan ciudades como Oslo o Berlín, solo por citar dos. Sacar los coches del centro de la ciudad, vaya. En España, el caso más claro es el de Pontevedra.
En este mapa, todas las ciudades europeas con algún tipo de restricción a los coches en el ámbito urbano.
Madrid Central ya va respaldado de otra norma pacificadora: desde otoño del año pasado se cicula a 30 kilómetros por hora en el 85% de calles de la capital (dentro y fuera de la M-30), las de un carril por sentido. “Desde que en 1953 Rotterdam (Holanda) se convirtiese en la primera en peatonalizar una calle comercial, las ciudades han establecido desde entonces límites al vehículo contaminante”, recuerda el profesor de Psicología de la UNED, David Lois. “Milán, Estocolmo o Londres han establecido tasas de congestión, un gravamen que varía en función del tipo de vehículo”. Arrojemos un poco de luz sobre las plagas bíblicas que supuestamente traerá Madrid Central.
“Madrid Central se hace para recaudar”
Se empieza a multar ahora, así que no se ha recaudado un euro por parte del Ayuntamiento de Madrid. Se han instalado ya cámaras, y se aplicarán las primeras multas (90 euros). Solo se empezará a sancionar la víspera electoral, justo lo que el área de Movilidad y Medio Ambiente que dirige Inés Sabanés (Equo) quería evitar. En cuanto a la recaudación pura y dura, los ingresos por las multas impuestas en las cuatro APR que creó Gallardón (Letras, Ópera, Embajadores y Lavapiés) están en torno al medio millón de euros. El presupuesto del Ayuntamiento de Madrid para 2018 es de 4.769 millones, así que la vía recaudatoria por esta medida parece residual.
“Carmena atenta contra la libertad de conducir”
La libertad del conductor no es plena: en la capital hay ya cuatro áreas restringidas, amén de estacionamiento regulado azul y verde, calles peatonales, zonas para minusválidos… Pero se trata de una libertad sui géneris, ya que el derecho a conducir desde el garaje hasta el centro de la ciudad es muy relativo. En el Paseo de la Castellana, por ejemplo, los coches ocupan el 80% del espacio pero realizan solo el 20% de los viajes totales.
Por no mencionar la contaminación atmosférica. Según un estudio de la Universidad Politécnica, las emisiones contaminantes de NOx (Óxidos de nitrógeno) causadas por vehículos han caído en un 38%.
La calidad del aire en la capital suspendió en 2017 por octavo año consecutivo, según el informe anual de Ecologistas en Acción. El 55% de los taxis de Madrid utiliza diésel, según una información de eldiario.es.
En mayo pasado, España se libró de una demanda de Bruselas por la contaminación debido a las enérgicas medidas adoptadas por Madrid y Barcelona, cuya alcaldesa es Ada Colau. La Comisión Europea evitó denunciar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), algo que sí hizo con Alemania, Francia, Italia, Rumanía, Hungría y Reino Unido.
“Ahora Madrid quiere eliminar el tráfico porque tiene fobia al coche”
Nada más lejos de la realidad: de hecho, en el área de Movilidad de Ahora Madrid ha habido acaloradas discusiones sobre las restricciones para finalmente hacer múltiples concesiones y excepciones. Por Madrid Central entran los vehículos VTC (Uber y Cabify), los taxis, los autobuses de la EMT, los vehículos de carga y descarga… Un ejemplo: las previsiones del ayuntamiento hablaban de una caída del 40-50% del tráfico, fueron cayendo, cayendo… y lo que dice ahora el Consistorio es que “se evitarán un 37% de los kilómetros recorridos actuales”. De hecho, en muchas calles del Centro a diferentes horas del día hay atascos y Madrid Central apenas se nota.
“Carmena ataca a la clase obrera, la que no puede pagarse un coche no contaminante”
Sin negar que esta medida, además de la subida a los diésel pactada por PSOE y Podemos en los Presupuestos Generales, pueda incidir en el bolsillo de las clases medias y bajas, afirmar tal premisa es muy osado. Según los Indicadores de densidad del parque de turismos existentes por Distrito, los distritos con menos vehículos privados por cada 100 habitantes son Usera (33,70), Puente de Vallecas (34,88), Centro (35,04) y Carabanchel (35,09). Los que más, Chamartín (54,20) y Salamanca (49,71). Quienes más tiran del transporte público (Metro, EMT, Cercanías) son los pobres.
Lo que sí es cierto es que en la región hay aproximadamente tres millones de vehículos de gasolina y diésel, frente a 50.000 con la etiqueta ECO y 10.000 eléctricos.
“Los padres no podrán llevar a sus hijos hasta la puerta del colegio”
Precisamente, sí pueden. Así lo decidió en noviembre, incluyendo esta opción dentro de las excepciones. Dentro de la coalición gobernante mucha gente no lo entiende: “Los coches en doble fila son un problema en todos los distritos de Madrid, y Madrid Central era una de las maneras de solucionar esto. Esta perversión se seguirá dando”. Eso sí, los padres necesitan una autorización del centro.
“Si entras dentro de Madrid Central, nadie te libra de la multa”
En absoluto: si por equivocación (o intencionadamente) uno entra en los lindes del área restringida, siempre tiene la opción de ir a un párking público o privado. Allí abona las tasas y un circuito audiovisual conectado con los datos del ayuntamiento anulará la sanción automáticamente. Eso sí, solo podrán ir a los aparcamientos los coches con etiquetas CERO, ECO, B o C o diésel después de 2006 (aproximadamente el 70% de los vehículos).
“Atascos en los límites y escenas de caos”
¿Alguien debate volver a abrir el Retiro a los coches? ¿Despeatonalizar Preciados o Fuencarral? Estas propuestas entre interrogantes pueden parecer descabelladas, pero en su momento hubo resistencia a los cambios. Y nadie quiere volver al estadio anterior. “Habrá unos primeros instantes, dos o tres meses, de confusión y de atascos en zonas limítrofes”, vaticina el profesor Lois. “Pero estos son efectos normales, como ha ocurrido en París cuando se ha prohibido la circulación por la ribera del Sena. Después el conductor o corrige su camino para no quedarse atascado u opta por transportes alternativos”. Además, tan solo uno de los puntos negros de los atascos en la Comunidad se localiza en la capital, concretamente en la M-30.
La cuestión palpitante es si, tras las numerosas exenciones con las que Ahora Madrid ha transigido, los coches van a seguir atascando arterias como la Gran Vía: la respuesta es sí, siguen; el mejor momento de Madrid Central se vivió durante la huelga de taxis, con las calles despejadas. En ese caso uno de los objetivos, la “liberación de espacio público”, habrá fracasado. Y es que en el centro capitalino cada vez se ven más Cabify, Uber o Car2Go, el vehículo eléctrico de sharing.
“El comercio se desplomará”
Aunque ya hay una plataforma de comerciantes afectados que agrupa a una treintena de colectivos (la mayoría son hosteleros, pero van desde mercados hasta asociaciones LGTB), se trata de un vaticinio muy difícil de demostrar. Las resistencias del pequeño comercio muchas veces quedan sofocadas por el vínculo entre lo comercial y lo peatonal (Preciados). Varias asociaciones dicen que las ventas han caído en torno a un 15%. Y hay asociaciones de comerciantes que defienden Madrid Central.
“Las motos camparán a sus anchas”
Una afirmación bastante certera: a pesar de que deben contar con un distintivo medioambiental, pueden circular hasta las 22 horas. El Consistorio prevé un incremento espectacular en el uso de este vehículo bicípedo a motor. A día de hoy, la moto invade las aceras apaciblemente ante la pasividad del ayuntamiento.
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