El Banco de España ha confirmado este miércoles que la economía española mantiene el vigor mostrado en 2018, pese a los tambores de desaceleración que se escuchan por toda Europa. El PIB nacional habría crecido otro 0,6% en el primer trimestre del año, solo una décima menos que al cierre de 2018, una tasa consistente con las mismas proyecciones macroeconómicas que el banco emisor publicó el pasado mes de diciembre y que hablan de un crecimiento del 2,2% para este año, del 1,9% en 2020 y del 1,7% en 2021.
Sin embargo, esta situación excepcional convive con una tendencia a la desaceleración tanto de la actividad como del empleo y un menor crecimiento de los elementos menos volátiles de la cesta de la compra, lo que revertirá en una moderación del PIB nominal. Si a ello se suma el efecto de la expansión del gasto derivada, entre otras cosas, de medidas recientemente adoptadas como la recuperación del subsidio para mayores de 52 años o la ampliación del permiso de paternidad, las que se incluyen en los conocidos como 'viernes sociales' de Pedro Sánchez, la resultante es un reducción del déficit del 2,7% del PIB al 2,5% --una décimas menos que la previsión de diciembre--, a menos que sea posible adoptar reformas que incrementen los ingresos del sistema a lo largo del año.
De hecho, el Banco de España estima que de haberse aprobado los Presupuestos de 2019, el déficit se podría haber reducido al 2% del PIB y considera que, en estas circunstancias, la política fiscal que se está desplegando de facto es expansiva, es decir, contraria a la necesaria reducción del déficit.
Así lo ha explicado el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, en rueda de prensa para presentar las nuevas proyecciones macroeconómicas del banco emisor. Según ha dicho, mientras que desde el escenario de diciembre no se han podido introducir en el cálculo las medidas de ingresos previstas en los Presupuestos de 2019, aunque si un aumento de la recaudación mejor que la prevista en parte por la elevación de las bases máximas de cotización, en cambio hay dos factores que han empujado en el sentido contrario: el mayor gasto asociado a los 'viernes sociales' --el Ejecutivo lo estima en unos 1.600 millones de euros--, y un menor crecimiento del PIB nominal por una evolución más cauta de los precios --el IPC de febrero se mantiene en el 1,1%.
Además, estarían desplegando sus efectos en 2019 otros compromisos de gasto tan importantes como la subida de las pensiones con el IPC en 2018, la subida del salario de los funcionarios o la devolución del IRPF de las prestaciones de maternidad.
En este sentido, Arce ha señalado que, en ausencia de un nuevo presupuesto para el próximo año, "tenemos otro año en barbecho en términos de consolidación fiscal", cuando el objetivo para este año era reducir el déficit del 2,7% al 1,3% del PIB y se da por hecho que en estas circunstancias no se podrá reducir el déficit estructural y, por tanto, tampoco se podrá acelerar el ritmo de absorción de la deuda pública.
"Reducir solo dos décimas el déficit, a nosotros nos deja un insatisfechos", ha añadido, para avisar que la Comisión Europea vigila de cerca la sostenibilidad de la reducción del déficit para decidir si España debe seguir dentro del brazo correctivo de Bruselas, no solo que este haya caído por debajo del 3% del PIB.
La economía aguanta la incertidumbre
La situación podría ser peor si la economía no estuviera resistiendo el tirón. De fondo están el empuje de la demanda interna, que sigue manteniendo tasas de ahorro en mínimos y recurriendo al crédito al consumo, mientras persiste la política de expansión fiscal puesta en marcha por el Gobierno en 2018 y aumentan los salarios reales. Además, en este contexto se mantiene el dinamismo del empleo, que tiene efecto tractor sobre el consumo superior al de las remuneraciones.
Por el contrario, actúa como contrapeso un sector exterior deteriorado principalmente por la caída del comercio internacional en medio del pulso comercial que sostienen EE.UU. y China, y por la incertidumbre que rodea el Brexit. Según el Banco de España, estas circunstancias se están haciendo ya muy patentes en las exportaciones españolas. De hecho, en este caso el Banco de España revisa a la baja su avance en casi un punto porcentual en términos acumulados hasta 2021.
Sin embargo, el Banco de España espera que la aportación negativa del sector exterior al PIB se modere a lo largo de 2019, lo cual debería revertir en una mejora de la actividad.
El problema es que también anticipa una moderación de la demanda nacional, entre otras cosas, por el efecto de la incertidumbre política, que frenará ciertas decisiones de consumo, así como del consumo de las Administraciones Públicas, que explican buena parte del sustento del PIB en el cuarto trimestre. "Las familias ya están apretando el acelerador hasta el fondo", describía Arce.
"La desaceleración refleja, fundamentalmente, el empeoramiento del contexto exterior, que viene afectando negativamente a las exportaciones desde 2018 y que en el corto plazo contribuiría, a través de su impacto sobre la incertidumbre, a un cierto debilitamiento de la demanda privada, en particular, de la inversión empresarial", resume el Banco de España.
A esta desaceleración también colaborará la progresiva normalización de la política monetaria de estímulos del BCE. Además, para entender mejor este proceso, hay que recordar que las ganancias de competitividad pasadas y la inercia de la política expansiva está haciendo que España esté creciendo por encima de su capacidad potencial.
El BdE sigue avisando del efecto del SMI
En términos de empleo, el Banco de España asegura que la moderación de las tasas de crecimiento del producto a lo largo del horizonte de proyección vendrá acompañada de una pérdida de dinamismo del empleo de similar magnitud, salvo en el corto plazo, en el que "la ralentización del empleo tenderá a verse intensificada por la incidencia sobre esta variable de la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) al inicio de 2019".
Esa será la razón por la que la evolución del empleo será inferior a la del PIB. Así, la ocupación crecería un 0,4% entre enero y marzo, 0,2 puntos menos que en el período de tres meses anterior, de acuerdo con la información disponible sobre la afiliación a la Seguridad Social, que apunta a una desaceleración de esta variable en los dos primeros meses del año.
En cualquier caso, la prolongación del proceso de creación de puestos de trabajo permitirá que continúen observándose reducciones adicionales de la tasa de desempleo, cuya magnitud se verá atenuada, no obstante, por el repunte de la población activa. Las proyecciones actuales contemplan una disminución de la tasa de paro hasta el 12% al final del horizonte de proyección, cifra similar a la anticipada hace tres meses.
A futuro, el Banco de España ve un buen puñado de riesgos a la baja, entre los que se encuentran la debilidad del comercio exterior o la indefinición de los detalles relativos al proceso de salida del Reino Unido (Brexit).
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