El Gobierno ve posible mejorar las cifras de creación de empleo que incluyó en el fallido proyecto de Ley de Presupuestos de 2019. Entonces preveía la generación de 800.000 puestos de trabajo entre 2018 y 2019 y ahora eleva esta cifra hasta los 900.000. Para ello, estima que este año se crearán 335.000 nuevos empleos, 100.000 más que cuando se presentaron los Presupuestos en enero, tras sumar los 564.000 de 2018 y, sobre todo, después de haber incrementado el salario mínimo (SMI) un 22,3%, hasta los 900 euros mensuales en 14 pagas.
Se trata de cálculos que maneja el Ministerio de Trabajo a nivel interno y no de unas nuevas previsiones oficiales. Sin embargo, lo cierto es que ni siquiera suponen una mejora de estas previsiones, sino que muestran que el Gobierno cree que el escenario más optimista con el que se elaboraron los Presupuestos y que se guardó para sí por prudencia en medio de la polémica sobre cuál sería el efecto de la subida del SMI, ahora es posible.
Y es que en el Presupuesto de 2019, al tiempo que se hablaba de la creación de 800.000 empleos en dos años, también consignaba un incremento del empleo del 1,8% este año, lo que arrojaba una cifra superior en términos absolutos. Ahora, al considerar que los empleos creados serán 100.000 más, lo que hace el Gobierno no es sino dar por hecho a nivel interno que la evolución del empleo prevista en términos porcentuales --ese 1,8%-- se podrá cumplir y que la prudente cifra en términos absolutos ofrecida en público y que el Ministerio de Hacienda decía que era aproximativa se verá realmente superada.
Lo importante es que estas cifras dan la idea del optimismo con el que desde el Ejecutivo se contempla el tono actual de la economía, que está resistiendo mejor que el entorno europeo a la coyuntura bajista provocada por la subida de los precios del petróleo, la normalización de la política monetaria del BCE y, sobre todo, por la guerra comercial y el riesgo asociado a la posibilidad de un Brexit duro. Así lo confirman fuentes gubernamentales preguntadas por la cifra de empleo que aparece en los documentos internos de Trabajo.
La ministra de economía y empresas, Nadia Calviño, indicaba este martes que, tras el crecimiento acelerado de la segunda mitad del ejercicio precedente, España ha entrado en el 2019 con "buen pie". Los indicadores adelantados, como el MIPRED que ofrece la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), muestran que la economía española sigue creciendo en los primeros meses a un ritmo del 0,7% mensual, en línea con el cierre de 2018, cuando creció un 2,5% respecto al ejercicio anterior, frente las tasas de alrededor del 1,5% de Francia, Alemania o Reino Unido. Más aún, España mantiene el pulso mientras que Alemania flirtea con la recesión e Italia ya la sufre.
Incluso el Banco de España ya vaticina un incremento del PIB español del 0,8% en el primer trimestre del año frente a una leve caída en la eurozona del 0,13%.
Sin embargo, Calviño resaltaba que había que ser prudentes, y sostenía que la previsión del crecimiento del PIB del 2,2% para este año es "razonable".
Estas palabras con coherentes con el hecho de que el Ministerio de Trabajo trabaje con cifras mejores que las previstas oficialmente hace tan solo tres meses sin que ello trascienda. Eso y que, en la actual coyuntura política, la Junta Electoral vigila de cerca al Gobierno para que no haga balances que puedan ser tildados de electoralistas en una suerte de precampaña ilegal.
Del sector público al SMI
Parte de la prudencia a la que se refiere Calviño tiene su fundamento en el hecho de que España esté sufriendo como el resto de los países europeos el frenazo del comercio exterior, derivado fundamentalmente de la guerra comercial entre EE.UU. y China, con unas cifras de deuda pública aún cercanas al 100% del PIB que dejan con poco margen de maniobra a la economía para reaccionar ante shocks externos.
Además, la sombra del Brexit se hace cada vez más grande. La posibilidad de una salida traumática del Reino Unido de la UE es cada vez más previsible. Y en ese caso, de nuevo el Banco de España estima que el efecto sobre el PIB español sería de hasta ocho décimas en cinco años.
De momento, el consenso de los servicios de estudios más prestigiosos de España que elabora la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) mantiene que la economía española crecerá un 2,2% este año, pero anticipa una tasa de avance del empleo inferior, del 1,9%. Todo ello con una previsión de desaceleración en 2020.
En este contexto, lo cierto es que el crecimiento español, su resistencia, se explica por la fortaleza del consumo privado en un momento en el que el crédito al consumo sigue al alza y la tasa de ahorro en mínimos, y a la expansión del gasto público, en parte por tratarse de un periodo preelectoral. También al sorprendente comportamiento positivo de las exportaciones en el último tramo de 2018 que, en cambio, no se ha mantenido en 2019.
Esta forma de sostener la economía se deja ver también en el empleo. La Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL) que publicó este martes el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos al cierre de 2018, muestra que el número de vacantes de empleo refleja que el mercado laboral tiene sus necesidades cada vez más cubiertas.
Si bien, el detalle de los datos también arroja que el mayor número de vacantes se concentra, como es habitual, en el sector público, con una cada vez mayor distancia de otras secciones de actividad por el repunte experimentado especialmente en el último trimestre del pasado año. Es decir, que el margen de incremento del empleo se focaliza más que en años anteriores en la Administración. Todo ello fruto de una apuesta del Gobierno por la ampliación de las plantillas públicas.
¿Y el salario mínimo?
Otra de las lecturas que se desprende del optimismo del Gobierno en materia de empleo es que el salario mínimo no va a suponer un freno importante para el empleo. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha exigido al Ejecutivo que lleve a cabo este seguimiento y que le de la máxima publicidad, a lo que desde Trabajo se responde por el momento que los datos disponibles no permiten realizar este ejercicio de momento.
Sin embargo, de vuelta a las cifras que se manejan a nivel interno en el ministerio de que dirige Magdalena Valerio, el balance es positivo. Indican que, con los últimos datos del mes de febrero, "no existe evidencia de que la subida del SMI haya supuesto un desincentivo a la contratación de los colectivos más vulnerables", entre los que incluye los trabajadores de 16 a 29 años, las empleadas del hogar y los trabajadores de la hostelería o el comercio.
Los registros de la Seguridad Social muestran que el incremento de la afiliación para los jóvenes de entre 16 y 29 años en febrero fue el segundo mayor desde el inicio de la recuperación, con 10.297 trabajadores más que en enero.
Con datos hasta el 14 de marzo, la información que maneja Trabajo refleja una caída de la afiliación en el régimen especial de empleados del hogar del 2,8%, solo ligeramente superior al registrado en el mismo periodo de 2018, que fue del 2,6%. En el sector de la hostelería, se produce en cambio un crecimiento del 3,22% en el número de cotizantes en términos desestacionalizados, frente al 3,1% de 2018; y, finalmente, para el sector del comercio y la reparación de vehículos, Trabajo recuenta hasta la mitad del mes en curso un avance del 1,07%, en línea con el 1,09% de 2018.
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