Marcos de Quinto repite varias veces, y con orgullo, “soy nuevo en esto”. Es lo más parecido a una frase modesta que se le escapa en media hora de conversación. Porque el exvicepresidente mundial de Coca-Cola, corredor de rallys y polemista en redes, no es un hombre modesto. Ni lo intenta remotamente parecer. Si hubiera que hacer una lista de todas las cosas que De a Quinto no es, modesto encabezaría el ranking.
Sus mejores amigos también se enteraron de que iba a dar el salto a la política como número dos de Albert Rivera por Madrid, igual que gran parte de la cúpula de Ciudadanos, por la prensa. Aunque algunos, los más cercanos, lo sospechaban porque llevaba tiempo dándole vueltas en privado cuando en las cenas entre amigos les decía que estaba “harto de políticos mediocres” y que “quería cambiar las cosas”.
Tanto en el partido naranja como en el entorno del ejecutivo de 60 años mucha gente duda que su incorporación sea una buena idea. Algunos porque temen que una personalidad “explosiva” como la suya les cree más problemas que ventajas y otros por recelo a cuánto poder en Ciudadanos puede acumular este ejecutivo recién llegado a la política que se ha convertido de la noche a la mañana en mano derecha de Rivera.
También hay quienes lo consideran una genialidad que ha devuelto protagonismo mediático a un partido en horas bajas. “El hecho mismo de que toda la prensa esté hablando de él ya nos beneficia”, afirma un miembro de Cs. Pero De Quinto prefiere caer mal que dejar indiferente y eso a veces puede ser un problema en política.
Nueva York, Lisboa, Madrid
“Es un narcisista empedernido”, afirma sobre él un alto ejecutivo que se considera su amigo. No lo dice como crítica, sino con afán descriptivo: “Tiene una personalidad compleja y es una mente matemática y estratégica privilegiada, con una capacidad de trabajo y una memoria excepcional. Es muy hiperactivo y le encanta ponerse retos, seguramente por eso ha dado el paso de meterse en primera línea de la política en un momento tan complejo y en un partido como Ciudadanos que ni siquiera parte como favorito”.
Conozco bien el mundo de la gestión, y después de llegar a lo más alto, creo que puedo aportar muchas cosas a la sociedad”
En el entorno del exvicepresidente de Coca-Cola muchos se extrañan de que este ejecutivo multimillonario, que ganaba más de cinco millones de euros al año y estuvo cerca de ser el presidente mundial de una de las mayores empresas del mundo (en los mentideros del Ibex dicen que abandonó Estados Unidos porque no lo consiguió) se haya complicado la vida metiéndose en política en una coyuntura especialmente embarrada. “Conozco bien el mundo de la gestión, y después de llegar a lo más alto, creo que puedo aportar muchas cosas a la sociedad”, insiste De Quinto, que está en campaña también de sí mismo.
En 2017, dejó la vicepresidencia mundial de la multinacional y se casó con la soprano brasileña Ángelica de la Riva, con la que está a punto de tener su primer hijo juntos (el cuarto para él). Vivían en Nueva York antes de decidir su vuelta a Europa y, para que a ella le fuera más sencillo adaptarse, ya que no hablaba español, eligieron Lisboa para establecerse inicialmente. Allí tiene De Quinto una casa en la que han vivido hasta diciembre y allí ha terminado de escribir el libro sobre su trayectoria empresarial que publica la editorial Planeta en abril. “Si hubiera vuelto a Madrid directamente, tenía tantos amigos deseando reencontrar que nunca habría terminado de escribirlo”, explica para aclarar de paso por qué en 2018 pagó sus impuestos entre Estados Unidos y Portugal.
Aprovecho para preguntarle si es verdad que usted ha estado domiciliado en Portugal para no pagar impuestos en España. Es un rumor que corre por Madrid y del que no he recibido respuesta.
— MÁR (@marodriguezb) March 19, 2019
“Extrañarse por eso es no entender cómo funciona esto”, opina algo enfadado por cómo están escrutando los medios y rivales políticos su vida fiscal. “He pagado siempre religiosamente mis impuestos en los países en los que he vivido, pero cuando eres vicepresidente de Coca-Cola tu declaración de las renta la hace la empresa y todo está auditado”.
Me están atacando tanto desde la derecha como desde la izquierda porque soy un outsider”
Desde que se anunció su fichaje para las listas de Ciudadanos ha tenido encontronazos en Twitter desde con el entorno de Podemos a con personas del PP. “Me están atacando tanto desde la derecha como desde la izquierda porque soy un outsider”, añade, dejando entrever que las críticas le afectan más de lo que le gustaría. Estos días ha tenido un rifirafe tuitero con Miguel Ángel a Rodríguez, ex portavoz de Jose María Aznar y cercano a Pablo Casado, que le cuestionaba en público sus cotizaciones en el extranjero como algo “muy grave”.
“Pero la política no es un coto privado de unos cuantos políticos profesionales. En España hay mucho talento en el mundo empresarial y ojalá haya más ejemplos de gente que como yo tiene la vida resuelta pero se decide a meterse en política, porque cuando no le debes nada a nadie eres más libre para cambiar las cosas”.
A esta izquierda de bar de universidad (que no sabe lo que es ‘crear valor’ o llevar una empresa, y que pretende dirigir nuestro país) no se cómo no se le cae la cara de vergüenza cuando critica EREs muy, muy generosos y luego, en su casa, acuden a la reforma laboral de Rajoy (?) https://t.co/lWLKe133VC
— Marcos de Quinto (@MarcosdeQuinto) March 22, 2019
De Quinto insiste con naturalidad que ha ido muy bien en la vida, que tiene más de una docena de casas repartidas por el mundo y una colección de coches, ya que el motor y las carrreras en el desierto son otras de sus pasiones. “Me podía haber dedicado a seguir ganando dinero en consejos de administración o haberme retirado a ver la vida pasar en una mecedora, pero quiero aportar algo a mi país”, insiste para aclarar que “entró en la política a perder dinero”.
¿Señor ministro?
De Quinto niega que tenga en mente ser ministro. Aunque quienes mejor lo conocen bien no tienen duda. Si se ha metido en política, afirman varios de sus amigos en privado, “no es para ser un simple diputado”.
De hecho, una de las advertencias que dan quienes le conocen es la dificultad de adaptar al día a día de la onírica a un perfil tan heterodoxo como el suyo, que se define a sí mismo como “pirata sin bandera”. Acostumbrado al pragmatismo de la empresa privada, la estructura funcionarial de un ministerio y la disciplina de partido puede ser un foco constante de tensiones.
“Va a ser un elefante en una cacharrería”, dice una fuente cercana tratándolo de imaginar al frente de la cartera de Economía, en un hipotético caso en el que Cs entrara en el Gobierno. “La misión de un ministro es generar consenso. Y los buenos políticos no son necesariamente los mejores expertos en algo, sino los que tienen una habilidad relacional para conseguir convencer a los demás. Y alguien como él está más acostumbrado a mandar que a ganarse apoyos de forma sutil”.
¿Cuánta gente va a a convencer que se pase al publico por tres veces menos de su salario?”
Otro problema que podría tener Marcos de Quinto en el ejercicio de la política sería formarse un equipo de gente como la que está acostumbrada a tener a su alrededor. Un secretario de Estado cobra 110.000 euros “y dudo que tenga mucha gente brillante a su alrededor que cobre eso, porque en el mundo corporativo que él conoce esos perfiles rondan los 300.000 euros. ¿Cuánta gente va a a convencer que se pase al publico por tres veces menos de su salario?”, se pregunta otro ejecutivo cercano al ex vicepresidente de Coca-Cola?
Cuando llega un ministro nuevo, los bedeles lo suelen llamar “el interino”, ejemplo perfecto de que en la maquinaria técnica de un ministerio, los funcionarios son conscientes de la temporalidad del cargo político, que tiene un margen de maniobra limitado. “Es lo contrario a un consejero delegado que puede hacer y deshacer sus equipos a su antojo”, explica un consultor político que conoce bien a De Quinto. “Hace falta empatía para meterse a la gente en el bolsillo. Y no es ese el liderazgo que está acostumbrado a ejercer”.
En el entorno de Ciudadanos temen que a Marcos de Quinto le pase como a otras celebridades de la vida pública, que no suelen tener paciencia para hacerse querer lo suficiente dentro del partido y de la prensa para aguantar el escrutinio de la vida pública y privada que supone estar en primera línea política.
Heterodoxo o cantamañanas
Marcos de Quinto fue un empresario inhabitual y heterodoxo mientras presidía Coca-Cola en España, lo fue en Atlanta y ahora será inhabitual entre los diputados en las filas de Ciudadanos, partido en al que él insiste que llega como “independiente” porque valora que actúe “como plataforma ciudadana para darle protagonismo a la sociedad civil”.
Llamar la atención es para él una manera de ser. Y eso es un arma de doble filo. Depende de a quién se le pregunte, alaban su valiente heterodoxia, o le consideran un cantamañanas narcisista. La gran ventaja para Ciudadanos es que desde su fichaje proliferen reportajes como este. El partido de Rivera quiere recuperar la imagen de partido diferente y marcar agenda, porque ha perdido protagonismo.
Ser alguien conocido, dicen los expertos en comunicación política, es tener la mitad del camino recorrido para un candidato en una sociedad dispersa como la nuestra. No es casualidad por tanto que los partidos compitan por fichajes mediáticos.
De Quinto es un elemento nuevo en la comunicación de Ciudadanos que antes no tenía. Curtido en la exposición pública y que conoce bien los medios y a sus directivos. Como argumento en contra, sin embargo, de considerar la incorporación de Marcos de Quinto como número dos por Madrid, está su perfil polarizante. El protagonismo que él mismo adquirió durante el ERE de la embotelladora de Coca-Cola en España erosionó parte de su prestigio.
Fue una batalla que en su entorno le recomendaron no librar, porque no era la filial de la multinacional que él presidía la que hacía el expediente de regulación de empleo, sino las fábricas de la empresa española que presidía la empresaria catalana Sol Daurella. Sin embargo, como esta supo mantenerse en un plano discreto mientras De Quinto defendía la decisión empresarial en Twitter, el desgaste mediático de los despidos fue para él. Tener el tema candente en el debate público también llevó a un boicot a la marca que llegó a preocupar en Atlanta. Por eso en Ciudadanos hay quien recuerda este caso para advertir de que un excesivo afán de protagonismo del ex directivo pueda jugar en su contra.
Un amigo le dijo que si se metía en política contará hasta diez antes de abrir la boca
Las cualidades de este economista de formación que según quienes le conocen más puede aporta a la política española es su gran capacidad para encontrar soluciones en momentos complicados, y su gran experiencia en gestión internacional. En contra, su impaciencia, su carácter demasiado temperamental y la tendencia a llevarse las discusiones al ámbito personal. De hecho, uno de los primeros consejos que le dio un gran amigo al contarle que se iba a meter en política fue que contará hasta diez antes de abrir la boca.
Tal vez lo haga antes de volver a referirse a las recientes acusaciones que han salido en la prensa sobre los impuestos que ha pagado fuera de España, señal de que las críticas le afectan más de lo que le gustaría. “¡Antes de volver a España he vivido en Nueva York y en Lisboa! ¿Dónde los iba a pagar si no? Vengo a la política limpio” insiste. “Y cuando salga de la política saldré con menos de lo que tengo ahora. He decidido perder dinero, pero ganar en la satisfacción de ayudar a mi país”, añade en un tono propio de un genio del marketing.
Otra frase nada modesta que repetirá muchas veces esta campaña electoral: “No tengo que hacer méritos en mi vida para demostrar nada, ya he llegado a lo más alto”. Y añade el mensaje que más espera que cale: “ No estoy aquí para ganar algo, sino para dar. Creo sinceramente que en política hay esperanza para cambiar las cosas y debería haber más profesionales como yo dispuestos a ayudar que tuvieran la vida resuelta antes de entrar en política. Los partidos no pueden ser un coto privado”.
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